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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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viernes, 21 de febrero de 2020

THE JOKER, análisis de fondo de la película


THE JOKER
-la película-

Especial para Arcisterio de
Roberto López-Geissmann


   Cuando pertenecí al equipo gubernamental de análisis de películas, mi visión fue siempre de fondo, lo que quería dejar como mensaje final y no me extendía mucho en aspectos de cinematografía como el director, actores, etc. Continuaré en esta línea. El film es comento es extraordinario y complejo. Obtuvo tres nominaciones: a mejor actor, película y director, ganando el León de Venecia en el Festival del mismo nombre. El director y guionista fue Todd Philipps, con Scott Silver y la gran actuación ganadora la ofreció Joaquín Phoenix. Si más preámbulos entremos a la guasa…
   Advierto que este trabajo puede ser un spoiler en ciertos momentos, luego si continúan pude molestarles saber detalles interiores del argumento. Nuestra experiencia cultural hace imposible que no tengamos prejuicios, o juicios previos, dadas las características de obras y autores; lo importante es que procuremos caminar sin anteojeras y buscando una justa evaluación de lo comentado. Así pues, desde el momento que me enteré del enorme éxito del film supuse que ello obedecería en buena medida al mensaje o trasfondo que el mismo tuviera, que realmente es todo un fresco.
   Empiezan a llover sentimientos –a implantarse: El personaje aparece orlado de compasión, igualmente es patético –ratas, mundo triste y pobre -y provoca la justa lástima del espectador promedio, esta es la entrada a desarrollar una fina identificación a través de la comprensión de las actitudes del “payaso profesional” que, clásicamente lleva su entierro por dentro. Con luces de neón se impacta al público con la tan publicitada idea de que la sociedad es, al final del día, la culpable; que ella incuba sus propios monstruos.
   No iré más adelante sin subrayar que toda la trama, los mensajes y tesis que contengan son extraordinariamente apuntalados por un argumento, un guion, unas actuaciones y una dirección impecables para sus objetivos.
   Puesto que “la sociedad puede enloquecer y enfermar a sus miembros, hacerlos malos” no puede derivarse otra lógica que una atenuación (sino la exención misma total) de las acciones criminales. Una especie de antihéroe. Aunque realmente es peor, una dosis de simpatía para la locura criminal.
   Valeria Sabater, máster en psicología y escritora española, dice: “Es solo un personaje pero aun así, nos fascina. Y que nos fascine alguien que comete actos violentos, un sociópata con aires de grandeza guiado básicamente por el deseo de venganza, es algo que al mismo tiempo nos inquieta y que contradice incluso muchos de nuestros principios morales”.
   Pero la tesis sigue adelante incontenible. Incluso los atisbos de bondad y simpatía no son sino trampas, falacias, coyunturas que esconden la traición, el irrespeto, el insulto, como De Niro, en el papel de Murray en su show, acoge primero y destruye después al “pobre payasito”. La injusticia patronal. La madre misma ha ocultado una importante verdad que hunde más profundo aun la siquis de Arthur Fleck (el joker-guasón). No puede dejar de reseñarse la relación de este film con el laureadísimo “Taxi Driver” (“casualmente” con De Niro como protagonista”), incluso en escenas concretas como ante la televisión y la pistola, sobre todo el proceso de enajenación que el taxista logra superar, al menos mejor que el payaso, siendo hermanos de una patología relativamente compartida, aunque en taxi driver la terapéutica del asesinato no funciona.
   La “sociedad disciplinaria”, que postula Michel Foucault en “Vigilar y Castigar”, sigue dispensando unas acciones, bajo el paraguas no tan explícito de varios mensajes que se van sumando, con retorcimiento ideológico muy premeditado, al conjunto general. Así la injusticia como detonante, la clara condena a las armas, la mención de Wayne padre como fascista –en la inteligencia que su hijo lo será exponencialmente. La risa es una manifestación de escape, falsa felicidad y no aceptación, hasta ser ya locura.
   No es tan visible pero si constante el hecho de restar responsabilidad al crimen y “filosofar” subrepticiamente sobre la enajenación, evitando el que se planteé siquiera algún momento de grave error, dejando todo como si en verdad de tratase de “fuerzas incontenibles de la naturaleza”. Si es visible el que los niveles de pérdida de la realidad van por etapas. Si las circunstancias socio-económicas son la primera puerta, el fracaso y las burlas la segunda, el asesinato, crimen sin retorno, de los odiosos ejecutivos (que, con todo, no merecen la muerte), y los saltos finales de las traiciones de su amante, Murray, su madre y la misma sociedad –que siempre está allí, como monstruo real al acecho, en las sombras –configuran el salto al vacío, irredento y completo, hacia la locura.
   ¿Pero, cuál vendría siendo el giro que toma la historia y su tesis subyacente? ¿Se trata únicamente de eximir responsabilidades? No, esta es una primera parte. La pretensión es más extensa. La locura debe y puede prevalecer sobre cualquier dispositivo de realidad para, precisamente, cambiarla: la revolución es y será un salto efectivo sobre y por encima de una sociedad enloquecedora que no hace sino producir locura y delincuencia.
   Un punto focal es una de las profundas confusiones-decepciones-obsesiones del Joker: la paternidad supuesta (por él) de Thomas Wayne, padre de Bruce, el futuro Batman. La furia se acelera al descubrir toda esta confusa situación, que la película no deja absolutamente clara a propósito. Y claro, la idea es el subconsciente deje a los “hermanos Wayne” como dos justicieros locos, aunque el superhéroe será tal únicamente por que lucha por un conservadurismo que precisamente del que abjura el otro. Para Joker se acentúa la mentira torturadora de una madre enferma mental que en todo caso, si dijo verdad, es la parte burlada proletaria de un explotador capitalista que en cualquier forma lo desprecia y niega. Aquí está el giro final.
   Antes de constatar que la realidad es lo que es, con lo que caería en la cuenta de su locura, adversa la realidad y pretende imponer la suya propia con las consecuencias que fueren, aceptando todo lo que por ello provenga. Y no es otra la condición marxista, en cuanto que pretende la transformación de la realidad, no por verla con claridad y buscar cambiarla, sino por la pretensión monstruosa de ajustar lo que es a lo que se quiere que sea. Claro está que no es exclusivo del marxismo tal contrasentido, realmente motivado por la negación patológica de todo lo que pueda detener el camino del Poder.

   De lo individual se parte a lo comunal a través de lo comunicacional que debe ser depurado para lograr lo societal. Murray-De Niro, después de aparecer como un tipo normal y eventualmente simpático, se muestra como un abusador y egoísta, que no puede, por tanto, sino ser “ajusticiado” por el arma de un payaso loco que de aquí en adelante se convierte en líder político. La coherencia lleva a que, si el Joker no es culpable e incluso es un valeroso denunciante de la enajenación de la organización social, la lógica lleva a que sea una laudable labor “darle vuelta” a la misma, así sea a través del saqueo y el asesinato.
   El llamado a la turba de payasos enmascarados, violentos y peligrosos tiene todas las características de una realidad actuante en las verdaderas sociedades que constituyen nuestra decadente civilización. Nótese que la masa exaltada, si bien se mueve embelesada en torno al payaso criminal, está también realizando una cierta forma de identificación con el mismo. En su violencia protestante subyace un odio y una descarga violenta y catártica.
   Hagamos un alto, antes de finalizar. Debe quedar claro que en la opinión del que escribe no existe en ningún momento un intento de apología de una sociedad enferma, con mucho de lo que inconcientemente se insufla en el film. Que precisamente se puede realizar una obra magistral de esta naturaleza porque ya el receptor mismo está instalado para “entender” o traducir la mayoría de los mensajes tal cual se dan y porque varios aspectos de los mismos son tristemente una realidad indiscutible.
   Todo lo cual no implica la aceptación de lo real como lo allí descrito, ni mucho menos, la reducción minimalista, estereotipada y ortodoxa no está conectada con una completa versión de la realidad. Es como si escoges la presentación de los peores barrios, la comida más sucia y la gente más fea… dejando de lado la belleza del paisaje, la bondad de mucha gente y la compleja identidad que toda comunidad tiene en sí. Pero es que precisamente de eso se trata: de no permitir el contraste, ni los grises, ni mucho menos los colores, es decir, un maniqueísmo que no admite más que (lo que se ha estado ocultando) el pensamiento único, o la interpretación restringida de lo real.
   En la versión enfermiza y con anteojeras de esta tesis –espectacularmente conducida y que, como sea, es magistral como producción, para su provecho –el saqueo y el disturbio, la irrupción del “Poder de la gente”, por grotesco que fuere, no son sino manifestaciones esperanzadoras que impulsan una revolución a la que ya es pecado adjetivar con nombre alguno, pero que es claro que pretende empoderarse a través del más violento caos, que dé al traste con toda institucionalidad, sin preocuparse por rescatar nada en absoluto.
   Se perdió toda posibilidad de redención, puesto que la aceptación de lo insoportable necesita de la locura… está será realizada. Es más, para esta tesis la aceptación de un status quo es incluso más criminal y sería, en su sentido más palpable, la verdadera locura. Se cierra el círculo antisistema.
   Para algunos, que no tenemos interés en defender el sistema tal como está es, sin embargo, insobornable la defensa de muchos elementos y valores civilizacionales. Nuestro deber ha sido develar los significados profundos.


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