ADMINISTRA EL BLOG ARCISTERIO

Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

Entrada destacada

¿DE QUÉ ESTAMOS HECHOS?

    Contrariamente a la moda en boga de los medios, los presentadores y buena parte de la red, que se pretenden mesurados, línea media, ...

lunes, 31 de diciembre de 2018

PONTIFICANDO, es decir, tendiendo puentes, nada mas...


SALUDAMOS A LA PATRIA ORGULLOSOS
-          No somos los últimos de ayer, sino los primeros de mañana -
 Este es el último artículo del año que aparecerá en este blog. Además de desearles un Feliz año nuevo a mis lectores voy a tender un puente cultural hacia el próximo futuro. Como sabemos, Arcisterio es un blog que trata sobre varios aspectos: arte, cultura, valores, historia, metapolítica, hechos mundiales y hasta algún aspecto intrascendente.
   Como uno de los principales objetivos es divulgar información, para combatir la ignorancia, la confusión de tantas campañas tan ligeras de fondo como malvadas en sus intenciones… Para apoyar la formación y combatir la deformación, un grupo de amigos con similar formación y principios hemos decidido abrir un nuevo blog de próxima aparición.
   Casi todos tenemos nuestro propio blog –y los mantendremos, yo cambiaré mi foto de perfil en fb y tendremos una identificación propia de nuestro grupo –pero queremos ordenar materias y cristalizar este proyecto de Cultura y Valores mediante esta nueva iniciativa, a la que se agregará aproximadamente un mes después la aparición de un canal virtual de TV, en que además de nosotros contaremos con un selecto grupo de invitados especiales y un número mayor de colaboradores y simpatizantes activos.
   El formato variará desde la aparición de uno solo, de dos o más, de tipo conferencia, de entrevista, de debate o conversación con moderador y en diferentes escenarios. La duración, periodicidad, temática específica y otros serán expuestos luego. Ampliaremos presencia en medios, cine-foros, charlas, y con grupos hermanos del extranjero.
   Consideramos que nuestro cometido estaría siendo dificultado si nos plegásemos al análisis político coyuntural, por lo que estaremos fuera de la mención de personas o instituciones concretas. Así disguste a muchos preferimos mantenernos fuera de estos pleitos de canes envenenados. Por ahora la finalidad es de cultura política y valores.



martes, 25 de diciembre de 2018

LOS MEDIOCRES AL PODER, reflexiones al leer a Jean Cau


Presento a uno de mis tres jeans, escritores franceses favoritos: Jean Cau - los otros son Jean Lartèguy y Jean Raspail – será un sagrado trío para los que vayan conociéndolos. Periodista brillante que ha orbitado desde la izquierda hasta la nueva derecha, con un estilo claro y mordaz. Como muestra de su pensamiento basta un botón. No dejo por fuera a Michel de Saint-Pierre.

EL TRIUNFO DE LA MEDIOCRIDAD

Jean Cau



“Jamás la mala raza de los intelectuales fue tan insolente. ¿Melancólicos, estos histriones? Ni siquiera eso. ¡Charlatanes! ¡Eso sí! Y repugnantes a la vista. Me pregunto si los enfrentamientos de politicastros que relatan las radios, los periódicos y las televisiones no son, todos ellos, bajo avatares diversos, más que el signo de una misma nulidad.”

   Este hombre que soy yo, en este siglo, escucha su duda. Y este hombre puede prendarse de las renunciaciones y sentarse, también él, sobre las ruinas, o danzar, embriagado con mal vino, entre las columnas decapitadas.
   Después de todo por qué “no abandonar este siglo” o -lo que es exactamente lo mismo- seguir su pendiente y seguir con la misma multitud por el mismo tobogán. Nos amarían. Conoceríamos el calor de la feria y el aturdimiento de sus ruidos.
LA INSOLENTE RAZA DE LOS INTELECTUALES
   Además estaríamos en muy inteligente compañía porque jamás siglo alguno puso al servicio de su bajeza una tan brillante agilidad de espíritu; jamás la cobardía se dio a sí misma tantas “razones”; jamás las medias de seda rellenas de excrementos tuvieron tan lucientes mallas; jamás la mala raza de los intelectuales fue tan insolente.
   ¿Melancólicos, estos histriones? Ni siquiera eso. ¡Charlatanes! ¡Eso sí! Y repugnantes a la vista.
   Desde que la guerra civil de 1.940-1.945 desposeyó a Europa de su energía, nuestra desgraciada península se infectó con dos democratismos que se conjugaron para (según parece) “liberarla”. Situada en el exacto punto medio entre el cólera soviético y la peste americana, los cogió a los dos. Se muere, pero hace tiempo que su sangre acarreaba el virus. Hace tiempo que Europa tenía mal aliento.


   Me he divertido (?), con una escritura periodística y colérica, entrando en este revoltijo del día que pasa y de los años inmediatos pero, en verdad, no llego a izar mi bandera en ninguno de los dos campos y me pregunto si los enfrentamientos de politicastros que relatan las radios, los periódicos y las televisiones no son, todos ellos, bajo avatares diversos, más que el signo de una misma nulidad.
EL TRIUNFO DE LA MORAL DE ESCLAVOS
   En breves palabras, si no atestiguan el triunfo, en todas partes, de una moral de esclavos. “Unos decadentes a punto de ser sometidos por unos esclavos”: ésta es, tal vez, la única interpretación del mundo moderno que explicaría mi escaso gusto en “comprometerme” al lado de unos u otros.
   ¿Para defender Moscú voy a invadir Nueva York? ¿Para proteger Nueva York voy a entrar en Moscú? ¿Qué idea del hombre -que valiera la pena morir por ella- es enarbolada por uno u otro campo? Pero, hombre de un mundo decadente y blanco en vías de ser, en un primer tiempo, sometido por un mundo esclavo y blanco, titubeo y, no obstante, digo que nuestro próximo vencedor (digamos el ruso y su comunismo) está siendo devorado, él también, por una decadencia que, aunque no tenga los mismos colores que la nuestra, no es, a mis ojos, menos evidente.
   En efecto, siendo su ideología “de masa”, son vulgares ideas de masa las que aplastarán a los despreciables individuos (por otra parte, cada vez más despreciables y cada vez menos individuos) en que nos estamos convirtiendo.
   No seremos vencidos por una moral erigiendo una idea, sino por una ideología lúgubre ordenando una sociedad. Y esto, también, es una decadencia, salvo que ésta tiene una superioridad sobre su rival: es más bruta, más estúpida y menos inquieta. Nosotros ya no tenemos sacerdotes. Ella tampoco, pero aún tiene policías.
DECADENCIA UNIVERSAL DEL HOMBRE
   En esta “decadencia universal del hombre” que valía su precio por un destino (y entonces la humanidad valía por unos cuantos hombres), tengo la tentación de deponer las armas y, con las alas sucias, apoyar mi cabeza sobre el puño y acomodar mi palabra al silencio y mi acto a la inercia.
   Y decir: “No nos movamos. Los adversarios son iguales en la mediocridad. Demócratas, socialistas, masas, multitudes, robots, ¿qué importancia tiene que el mundo pertenezca a unos o a otros? Son iguales”. Es demasiado fatigoso tratar de encontrar hombres y semidioses en este tropel. ”El vencedor sólo vale porque ha vencido”; por la fe que aporta e impone; por la belleza de los templos que erige para celebrar su victoria.
   Ahora bien, en los dos campos adoran el mismo becerro (el igualitarismo), salvo que uno le construye supermercados a guisa de establo; y el otro, locales del Partido. Pero la “calidad” del bovino es la misma.
   Pese a que a esta alturas el Comunismo Histórico de la URSS ha caído, pese a que en los EU (igual hay un repunte europeo) pareciera ser que el rumbo hipnotizado, conformista y nihilismo harakiriano ha remitido (sin ser tampoco tan optimistas) y pese a que gran parte del tercer mundo, sin estar bien enrumbado, siquiera está decepcionado con las simplezas y absurdos de las dos grande ideologías dominantes, a pesar pues de todo ello, las palabras de Cau no carecen de actualidad y razón.

domingo, 23 de diciembre de 2018

MIS LIBROS FAVORITOS - Son once


MIS LIBROS FAVORITOS
Roberto López-Geissmann



Respondo por este medio a dos distinguidos amigos que me pidieron que expusiera los libros que mayormente me han impresionado y/o gustado en toda mi vida –recientemente hice lo propio con los siete que estoy leyendo actualmente. No quise limitar en esta ocasión la sugerencia y/o muestra de mis favoritos a un número específico como una docena o decena. Son los que son y he sido honesto en señalarlos.
   No he procedido en absoluto buscando el eventual aplauso de quienes estiman únicamente al “libro serio” en contraposición de la novelística (lo soy yo mismo, narrador); aunque tampoco busco la aprobación light de una galería de ávidos por la mera acción (aunque me encante como evasión) puesto que las novelas que recomiendo tienen además contenidos profundos en filosofía, metapolítica y más; menos todavía busco agradar a una claque de políticamente correctos.
   He compendiado, sintetizado e incluso unido comentarios de otros, traduciendo ocasionalmente del inglés y del francés. Sería fatigoso si no fuera agradable, pero en este momento no puedo hacer la crítica personalmente, por encontrarme inmerso en un esfuerzo literario-intelectual que pronto daré a conocer. Saludos y buen provecho.
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Cabalgar el tigre – Julio Evola
   Esta obra manifiesta la síntesis del pensamiento de Julius Evola, el tradicionalista italiano que ha sabido conjugar de la manera más poderosa la crítica de Federico Nietzsche a la decadencia occidental y la concepción de la Tradición Primordial de R. Guénon, para lograr una explosiva visión de la civilización moderna.

   En Cabalgar el tigre encontramos la descripción de los caminos extraviados del tipo humano que se caracteriza por la acción ciega de “la huida hacia adelante” (nihilismo), pero también se presenta una estrategia de vida para todos aquellos que no quieran perder su nobleza espiritual en un inundo materialista y hueco, conforme a la imagen de subirse a un tigre en ataque y mantenerse erguido.

   Desde hace un buen tiempo gran parte de la humanidad occidental considera como algo natural que la existencia se encuentre privada de cualquier verdadero significado y que no deba encontrarse ordenada bajo un principio superior, por lo cual se ha acostumbrado a vivirla de la manera más soportable, menos desagradable posible. Ello tiene como contrapartida y consecuencia inevitables una vida interior siempre más reducida, informe, lábil y fugaz.

   En "Cabalgar el tigre", deja a un lado el misterio hiperbóreo y otras cuestiones específicas en las que se centró en "La raza espiritual", para seducirnos con la idea de "permanecer de pie sobre las ruinas" (refiriéndose a la Era Moderna) y sumergirnos en un pensamiento abismal, trascendente, catártico, donde el concepto de "cabalgar el tigre" adquiere varias dimensiones, según nos adentramos en las contradicciones insalvables de estos tiempos de disolución, que identifica con el "Kali-Yuga" (Edad de Hierro, en la cosmogonía greco-romana.) La citada alegoría pertenece al universo oriental, y se relaciona con la vieja idea, más occidental, de "habitar este mundo, pero sin ser de este mundo". Cabalgar el tigre de la modernidad -fiero tigre-, es hacerlo también en los aspectos más esenciales en los que se expresa esta época, donde lo que prima es la disolución

Revuelta contra el mundo moderno – Julio Evola
   Si ha existido alguna civilización de esclavos, esta es precisamente la civilización moderna. Ninguna civilización tradicional vio jamás masas tan grandes condenadas a un trabajo vacío, desalmado, automático: esclavitud, que no tiene siquiera como contrapartida la estatura y la realidad tangible de la figura de los señores y de los dominadores, sino que viene impuesta anodinamente a través de la tiranía del factor económico y de las estructuras de una sociedad más o menos colectivizada. Y ya que la visión moderna de la vida, en su materialismo, ha restado al individuo toda posibilidad de conferir al propio destino algo de transfigurante, de verse un signo y un símbolo, así la esclavitud de hoy es la más dura y desesperada de las que se han conocido.

Los hombres en medio de las ruinas – Julio Evola
   De lo que se trata, para Evola, es de distinguir la tradición pura de las formas degradadas de la misma, sea en el cristianismo, o sea en otros contextos religioso-culturales. He ahí, pues, la pureza más valiosa de todas, la que atañe a las formas de la tradición, y de la espiritualidad, dos conceptos que siempre van íntimamente ligados en el pensamiento evoliano.

   Y éste es otro de los puntos que más merecen destacarse de su trabajo, la profunda atención dedicada, por igual, a las doctrinas orientales como a las occidentales, o a las de la América precolombina, en un firme propósito de trascender el hecho cultural particular, y vislumbrar una especie de "regla universal", de hilo conductor de una cierta "esencia única", esto es, LA tradición, LA espiritualidad. Es por esta idea -que, aun siendo más ambiciosa, y sobre todo, rigurosa, que la representada por ecumenismos y sincretismos- alguien podría asociarle a lo que hemos dado en llamar "New Age"; algo que, como intento aclarar ahora, supondría un reduccionismo al absurdo, o una muestra de total ignorancia.
 .

La crisis del mundo moderno - René Guenon
Si se define la "democracia" como el gobierno del pueblo por sí mismo, esto es una verdadera imposibilidad... No hay que dejarse embaucar por las palabras, y es contradictorio admitir que los mismos hombres puedan ser a la vez gobernantes y gobernados, porque, para emplear el lenguaje aristotélico, un mismo ser no puede ser "en acto" y "en potencia" al mismo tiempo..." R.G.
   Que el mundo moderno está en crisis no es una idea nueva. Lo que ya no es tan frecuente, lo que quizá nadie había hecho hasta ahora con la amplitud y la profundidad de René Guénon, es plantear una crítica a la modernidad que más allá de toda fundamentación económica, política o psicológica se enraíza en una dimensión estrictamente metafísica. La visión de Guénon, que critica la modernidad en tanto que desviación o perversión de los principios que constituyen el sustrato espiritual de todas las civilizaciones, confluye así con todas las doctrinas cosmológicas de la Antigüedad, que veían en nuestro tiempo la Edad Sombría o Edad de Hierro, fase final de la trayectoria descendente de la humanidad en el presente ciclo.
   El Occidente moderno, cuya función cósmica parece ser que lleva el desorden hasta sus últimos límites, ha erigido el mito moderno del progreso y, en su nombre, ha construido una sociedad que es la inversión exacta de las sociedades tradicionales. En el mundo moderno -dice Guénon- todo está al revés. El humanismo, la ciencia, la técnica, la democracia, el desarrollo económico... todos los elementos que forman la base misma de nuestra cultura, y de los que tan orgullosa se siente la mayor parte de nuestros contemporáneos, caen así fulminados bajo una crítica radical y demoledora, para lo que son, más bien, otros tantos hitos en el proceso de solidificación y disolución, de hundimiento -en definitiva- en las sombras del Reino de la cantidad.

Autoridad Espiritual y Poder Temporal – René Guenón
   "La acción antitradicional debía necesariamente tender a la vez a cambiar la mentalidad general y a destruir todas las instituciones tradicionales de Occidente… Se dice que el Occidente moderno es cristiano, pero esto es un error: el espíritu moderno es anticristiano, porque es esencialmente antirreligioso". R.G.
   En esta obra analiza el origen y la naturaleza del conflicto entre la autoridad espiritual y el poder temporal o, dicho en términos más acordes con la actualidad del mundo occidental, entre la Iglesia y el Estado, en tanto que fenómeno más o menos universal, presente en todas partes en la época histórica. Para Guénon, como para el pensamiento «esotérico» de todos los tiempos, el orden humano no es sino la expresión del orden cósmico, reflejo, a su vez, del orden divino, pues una rigurosa relación de semejanza o analogía preside la relación entre todos los niveles del ser. En consecuencia, las relaciones entre autoridad espiritual y poder temporal son análogas a las existentes entre el conocimiento y la acción.
   Para el esoterista francés, que desarrolla aquí un análisis metafísico —que no histórico— del problema, la necesidad de subordinación del poder temporal a la autoridad espiritual se deriva directamente de la necesidad de subordinar la fuerza a la sabiduría o la materia al espíritu. Es ésta la obra con más implicaciones políticas y sociales de toda la bibliografía guenoniana y, como tal, susceptible de provocar la polémica —quizás en algunos hasta la indignación—, pues los presupuestos metafísicos de Guénon no pueden dejar de oponerle frontalmente a las actuales tendencias igualitarias; un igualitarismo que -como él diría -sólo iguala nivelando en mediocridad y que suprime diferencias reduciendo a los hombres a unidades idénticamente mecanizadas en el Reino de la cantidad. Uno de sus un libros se llama “El reino de la cantidad y los signos de los tiempos”.

Doctrina de acción contrarevolucionaria – Pierre Chateau-Jobert
   Un libro único, remarcable, que establece –desde la doctrina y la teoría –un completo sistema operativo, concreto y de acción. He tomado en los primeros párrafos parte del prólogo de otro de sus libros “La confrontación revolución-contrarrevolución”; luego sigue…
   Rechazamos el yugo de la Revolución; pero la “Confrontación Revolución – Contrarrevolución” supera grandemente el simple aspecto de un enfrentamiento por la fuerza. El adversario está tanto en el interior como en el exterior; la guerra que nos hace es "revolucionaria" porque es ilimitada hasta el punto de que este adversario se toma el derecho de usar todos los medios, aún los ilícitos y los inhumanos por inmorales que sean.
   Así, la confrontación aguda entre estas dos ideologías aparece como  fundamentalmente opuestas porque, de nuestro lado, no tenemos derecho a usar esos medios que provocan indignación cuando los emplean los revolucionarios.
   Si por este hecho a algunos pudiera parecerles que estamos vencidos de antemano, este libro les probará lo contrario. En esa confrontación, en efecto, tenemos el poder del más débil, pero este poder es el que termina por triunfar sobre fuerzas materiales aplastantes porque se fundamenta en una superioridad psicológica y moral que tiene sus raíces en los más fuertes ideales humanos y espirituales: ideales que trascienden al hombre en una búsqueda que a veces lo conduce "del lado de Dios". Y, por añadidura, poseemos una doctrina de acción mucho más sólida que la del adversario.
Hasta aquí el prólogo, traduzco…
    ¿Cómo actuar? Esa es la pregunta que se hacen la mayoría de hombres, y que aquí respondo con mi libro Doctrine d'action contrarévolutionnaire. Esta exposición hará explotar al activista, que al fin encontrará la razón para actuar que siempre la ha hecho falta. Asombrará a la mujer, que se dará cuenta que también ella tiene su rol a desempeñar para participar en la defensa de los intereses de su familia.  Igualmente podrá asombrar al intelectual que no se considera un “hombre de acción”. ¡Cuántos hombres y mujeres suponen que no pueden hacer nada para contribuir a una evolución de la sociedad!
  Esta evolución será deseable en el sentido de los verdaderos intereses del Hombre, y no en el sentido de una empresa cada vez más grande de la sociedad sobre sus libertades y derechos más legítimos. Pueden constatar, sin embargo, que sus adversarios, desde los marxistas a los tecnócratas, movilizan fácilmente sus energías humanas y saben aplicar los métodos más sencillos para actuar con eficacia.
   ¿Podemos de nuestra parte declararnos vencidos? ¡Seguramente que no! ¿Debemos, pues, adoptar los medios y procedimientos que condenamos en los otros? ¡Claro que no! Tenemos a nuestra disposición todos los medios legítimos suficientes y nuestra Doctrina sobrepasa por mucho las técnicas del adversario. Actuar es un deber si no queremos que por nuestra pasividad nos hagamos cómplices de aquellos que se portan como enemigos respecto a nosotros.

Los Centuriones – Jean Lartèguy
   Enfermos del mal amarillo (Le mal jaune- otra novela de Lartèguy), la nostalgia invencible de Indochina, los Centuriones son arrastrados hasta Argelia, fieles sólo a sí mismos y a su idea del mundo. Francia, esa patria esquiva e incómoda, dirigida por burgueses incapaces, avanza de renuncia en renuncia mientras De Gaulle guarda un inmenso silencio. Pero los centuriones demostrarán que están por encima de la política y la derrota. Son los nuevos creyentes en una fe de pureza y sacrificio, de camaradería viril y lealtad fraternal. Ganan así la batalla de Argel.
   El autor obtuvo una fama considerable con este libro, que puede ser una pasable novela de aventuras pero es una excelente obra psicológica. Una novela en un sentido muy francés, en la que la trama es una excusa para reflexionar sobre un momento histórico a la vez que para describirlo. Simplemente relata el viaje desde la derrota de Dien Bien Phu hasta la guerra de Argelia por parte de un grupo de oficiales paracaidistas franceses. La fuerza de la obra, la que le ha dado su carácter mítico, es la reflexión permanente sobre el significado de la vida y de la guerra para un oficial de una unidad de élite destinado en una guerra colonial.

Los Pretorianos – Jean Lartéguy
   En esta continuación de la anterior, Larteguy no solo plantea, como pretenden desde los años setenta del pasado siglo ciertos mandos de determinados ejércitos, la cuestión de la entonces novedosa “guerra revolucionaria” y de la forma de enfrentarse a ella sino que sobre todo plantea la cuestión de la degradación política y social de Europa personificada en la Francia de la IV República que es la que fomenta con su actitud y errores la aparición de grupos insurgentes y terroristas.
   Por lo tanto, estas novelas de Larteguy son, sobre todo y ante todo, una crítica a la sociedad francesa y europea de la posguerra mundial que ponen de manifiesto la degradación moral de los ciudadanos, el esnobismo de los intelectuales más preocupados por mantener la popularidad que por cumplir una función social de formación del pueblo y la corrupción del mundo político que hace que el poder se convierta en un fin en sí mismo.
   Así, en “Los Centuriones”, los paracaidistas que caen prisioneros en Dien Bien Phu y que posteriormente hacen la guerra de Argelia (Esclavier, Raspeguy, Boisferaus, Glatigny…) son soldados que cumplen las órdenes dadas por sus superiores defendiendo lo que creen los “valores franceses” en el Sudeste Asiático y en el Norte de África, posteriormente en “Los Pretorianos”; estos mismos paracaidistas toman conciencia de que en el fondo están siendo utilizados para defender un status quo que solo beneficia a unos pocos y por tanto, como los antiguos Pretorianos romanos, adquieren conciencia política, toman partido y pretenden reformar las cosas en beneficio de todos actuando políticamente mediante el golpe de estado del 13 Mayo de 1958 que llevará al poder al General De Gaulle, quien les traicionará. Ninguna de sus evoluciones variará su clara conciencia de que cualquier régimen sano será ajeno al marxismo.

El juego de abalorios – Herman Hesse
    En esta obra, “El juego de los abalorios” nos encontramos con el anhelo del propio autor de encontrar la manera de integrar el todo en un simple algo, en esta ocasión un juego, en el que caben los conocimientos científicos, culturales, musicales y de todo tipo ya que todo puede ser traducido al lenguaje de este juego.
   La novela, que está situada temporalmente en el lejanísimo año 2.400 se desarrolla en Castalia, la gran fuente del conocimiento, y cuna del mentado juego, en la que solo se entra por selección, algo que se lleva a cabo mediante un meticuloso seguimiento de todos los niños para descubrir a aquellos talentos excepcionales que merecen dicho honor.
   Castalia, no obstante se está acomodando demasiado en su elitista y ficticio mundo y supone un gasto cuantioso para el estado lo que lleva al protagonista de la obra a reflexionar sobre la legitimidad de dicho lugar así como de sus normas y a contrastar su experiencia con gente del “mundo real”, especialmente con aquellos que acuden como oyentes a Castalia pero que tienen vida fuera de allí, entre los cuales encontrará a su verdadero contrapunto, algo que le marcará de por vida y que estará siempre ligado a su destino…

Sobre Estrategia (On strategy) -Harry Summers
   -Sabes que ustedes nunca nos han derrotado en batalla –dijo el coronel Americano.
   El coronel Nor-vietnamita pondera su respuesta un momento y replica:
   -Pueda ser, pero es también irrelevante.
   Conversación en Hanoi, Abril 1975.
   Uno de los más frustrantes aspectos de la Guerra de Vietnam, desde  el punto de vista del Ejército es el que, en cuanto a la logística y la táctica concierne fue exitoso en todo lo que se planificó. En su mejor momento de la guerra, el Ejército fue capaz de mover casi a un millón de soldados al año, dentro y fuera de Vietnam. Alimentarlos, vestirlos, darles cobijo, acogerlos, suplirlos con armamento y municiones y, generalmente, sostenerlos mejor que ningún ejército lo haya realizado en el campo de batalla.
   Proyectar un Ejército de ese tamaño alrededor del mundo ha sido una tarea de enorme magnitud administrativa, y estuvimos más que calificados para tal tarea. En el propio campo de batalla el Ejército fue imbatible. Batalla tras batalla contra nosotros, las fuerzas del Viet Cong y de Vietnam del Norte retrocedieron con terribles pérdidas. Con todo, al final, fue Vietnam del Norte y no los Estados Unidos quien surgió victorioso. ¿Cómo pudimos triunfar tan bien, y a pesar de todo fallar tan miserablemente? Esta preocupante pregunta ha sido la razón para escribir este libro.
   Con el telón de fondo de la guerra vietnamita, el Coronel Summers nos presenta una lección formidable de estrategia militar y política. En su momento causó polémica en los mayores institutos de los E.U. Los puntos son variados, van desde la falta de una declaración formal de guerra hasta las quintas columnas en el corazón del mismo Gobierno y fuera de él, como en los medios de comunicación. Después de leerlo habrá usted arribado al primer nivel de análisis.

El Campamento de los santos o El desembarco – Jean Raspail




“EL CAMPAMENTO DE LOS SANTOS”, UN LIBRO DE CULTO SOBRE LA INVASIÓN MIGRATORIA
   Una novela de anticipación brillante, El campamento de los santos (Le Camp des Saints), publicado en 1973 (en castellano en 1975) y reeditado en el 2003 (en español, ahora, se le tituló “El desembarco”) por el escritor francés Jean Raspail, próximo a la llamada Nueva Derecha, el GRECE, el Partido de las Fuerzas Nuevas y a ámbitos monárquicos. El título de la novela procede del Apocalipsis: “Y subieron sobre la anchura de la tierra, y circundaron el campo de los santos, y la ciudad amada”.
   Escribe Raspail con pesimismo: “Occidente está vacío, aunque aún no tenga conciencia verdaderamente de ello. Civilización extraordinariamente inventiva, ciertamente la única que ha sido capaz de contestar a los insuperables desafíos del tercer milenio, Occidente ya no tiene más alma”.

ARGUMENTO: La odisea de “la flota de la última esperanza”
  Esta novela recrea el ocaso de Europa como civilización tras sufrir una  invasión pacífica del Tercer Mundo. El relato transcurre en un futuro indeterminado (sin cronología concreta) y empieza con la marcha de un convoy de navíos de la India que transporta a un millón de indigentes. La expedición, que parte por sorpresa, ha sido orquestada por lo que se intuye como una especie de complot “mundialista”.
   La famélica expedición, bautizada por la prensa progresista como la “flota de la última esperanza”, es rechazada por Australia, Egipto y Sudáfrica; por fin, logra desembarcar en Francia. En este país la opinión pública ha sido adormecida, víctima del clima de opinión -que hoy calificaríamos como “políticamente correcto”- generado por medios “progresistas” en sentido amplio (sectores de izquierda, grandes medios de comunicación) y por la Iglesia católica (gobernada por un Papa brasileño que ha vendido las riquezas del Vaticano para dar testimonio de pobreza) –mucho antes que el actual que hoy tenemos, lo previó.
   Al aproximarse la hora del desembarco de la flota en la costa francesa se multiplican por todo el mundo iniciativas migratorias similares a las del convoy formado en la India, hecho que constituye el preludio del ocaso de Occidente ante el asalto del Tercer Mundo. El clima social de tolerancia que existe en Francia ante la aproximación de los navíos es sustituido por otro de aceptación resignada del millón de recién llegados cuando la expedición se halla frente a sus costas.
   Ante la inminencia del desembarco, se extienden el pánico y el miedo entre la población. Ni siquiera una llamada del mismo presidente de la República francesa a la movilización del Ejército impide la llegada de la flota a las playas del Midi. El ejército se niega a disparar a civiles desarmados, famélicos y desesperados; y dejarán caer su armamento.
   Los recién llegados se imponen a la población autóctona (con la ayuda de sectores de la misma) y se establece un gobierno multirracial. El relato concluye describiendo cómo el último reducto de defensores de Occidente en el Hexágono -atrincherado en una finca- es aniquilado por gendarmes a las órdenes del nuevo ejecutivo. La obra da a entender que este hecho constituye el preludio del fin de la raza blanca y la propia Europa.
    Así: …Cercados en medio de siete mil millones de hombres, setecientos millones de blancos solamente, de los cuales sólo un tercio es apenas vigoroso y se halla muy envejecido, sobre nuestra pequeña Europa, frente a una vanguardia de cerca de cuatrocientos millones de magrebíes y musulmanes, de los cuales un cincuenta por ciento tiene menos de veinte años, sobre las orillas opuestas del Mediterráneo… ¿Puede imaginarse alguien en un segundo y en nombre de qué ceguera de avestruz es posible la supervivencia de este desequilibrio?
En síntesis, la narración de Raspail articula todos los elementos que hoy configuran la mitología de la nueva extrema derecha denominada “postindustrial” -que además del anticomunismo está ahora por la oposición a la globalización-, en la medida que refleja los temores al eclipse de la civilización occidental.
   De este modo, auténticas hordas de inmigrantes procedentes del Tercer Mundo se dirigen al asalto pacífico de Europa, obedeciendo planes de lobbies indeterminados y socialmente invisibles (en sintonía con visiones conspirativas que atribuyen la evolución del mundo a la actuación de poderes ocultos) y que hallan ante sí una sociedad aletargada por discursos de los mandarines “biempensantes” que elogian el multirracialismo y el multiculturalismo. La suma de estos elementos permite considerar la obra de Raspail como una distopía -o anti-utopía.
   Jean-Marie Le pen, en un coloquio sobre “Inmigración y soberanía” que organizó el Frente Nacional dijo: Se puede estimar que la población de origen extranjero reciente [en Francia] en el año 2000 es del orden de 8 millones, 4 millones de los cuales africanos y turcos, casi todos musulmanes, para una población francesa global de 58.5 millones. La asimilación no es desde ese momento ya posible, pues es la cultura de acogida la que peligra de ser asimilada. Uno piensa entonces en la profecía de Jean Raspail en su famosa obra, “El campamento de los santos”.


viernes, 21 de diciembre de 2018

ALEGRÍA Y PAZ = TIEMPO NAVIDEÑO


ALEGRÍA Y PAZ
Les desea el administrador de este blog en esta Navidad
PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD

En esta época del año se celebra el nacimiento del hombre más grande de la historia. Para unos un Dios. O simplemente el Dios único. Para otros un sabio, un santo, un héroe –como dijera Carlyle. Indiscutiblemente el inspirador del más grande proceso civilizador jamás conocido por la humanidad. Su intervención en la cultura, el pensamiento, acciones sociales, religión y espiritualidad, ética, sentimientos profundos y finalmente con la esencia de la humanidad ha sido una influencia sin parangón alguno con otro personaje histórico. Nuestro Occidente es la historia orgullosa de lo griego, lo romano, el medioevo y el cristianismo. Jesucristo es su mayor Rey.
   Alejemos de estas reflexiones a las tristes posiciones negativas y vamos a tomar un par de ideas, adecuadas creo yo, al tiempo navideño: Alegría y Paz. Aun cuando ambos términos ameritan una disquisición más amplia diré que la alegría es consustancial al real espíritu del hombre cristiano, concepto que ha sido anegado demasiado y por demasiado tiempo de una excesiva carga de tristeza. Como veremos tristeza y alegría se expresan en lágrimas, son manifestaciones correctas de un sentir que debe recordar al mayor sacrificio de la cruz –como un ejemplo a seguir -, pero también la suprema gloria de la resurrección –como una promesa de esperanza. Y la paz, en breve, es la lucha. No es paradoja el estar de pie, portar en sí la resolución valerosa de hacer lo que se debe. Y todo por Amor.
   El pasado domingo, tercero de adviento, el P. Ceriani, en uno de sus extraordinarios sermones, citando en buena medida al P. Calmel, nos brindó un bello mensaje, al que este servidor ha sintetizado así:
   San Pablo nos exhorta diciendo: Alegraos siempre en el Señor… No os inquietéis por cosa alguna… Y entonces la paz de Dios custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. El Dios de nuestra esperanza os colme de toda suerte de gozo y de paz en vuestra creencia, para que crezca vuestra esperanza siempre más y más, por la virtud del Espíritu Santo.

Todo esto nos lleva a meditar atentamente sobre la Alegría y la Paz que trae la conmemoración de la Navidad, sobre la Alegría y la Paz que aporta el pensamiento de la Parusía (segunda venida de Dios, el Paráclito o consolador, regreso glorioso de Jesucristo). Y, en definitiva, reflexionar sobre la Esperanza cristiana.
La noche de Navidad, dijo el Ángel a los pastores: ¡No temáis! porque os anuncio una gran alegría que será para todo el pueblo: Hoy os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo Señor. Y de repente vino a unirse al Ángel una multitud del ejército del cielo, que se puso a alabar a Dios diciendo: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres de buena voluntad.
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Se comprende bien que el Adviento sea ante todo un tiempo de alegría, precisamente porque en él se celebra el Advenimiento del Señor. Por eso es absolutamente falso decir, como lo hacen ciertas explicaciones banales, que el Introito del III Domingo de Adviento, Alegraos siempre en el Señor, es una excepción a la tristeza y penitencia general de este período litúrgico. Incluso históricamente es errado considerar el Adviento como un tiempo de tristeza y penitencia; en el siglo XII se celebraba todavía como tiempo de alegría. Así pues, el tercer Domingo, lejos de constituir una excepción, corresponde a la misma alegría del conjunto y constituye, por así decirlo, la cumbre.
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   El Padre Calmel, en cuanto a la alegría, nos dice que, en nuestro valle de lágrimas, la Alegría que da Jesucristo es raramente brillante; pero que es una Alegría lo suficientemente oculta, bien profunda, vivaz, para que nada ni nadie pueda llegar hasta el fondo. ¿Por qué es así? Porque somos amados por un Dios Salvador que, debido a su Pasión y a su Resurrección, seca la gran fuente de la tristeza, es decir, el pecado.
A medida que los años pasan, hacemos la experiencia que hay en la vida más tristezas que consolaciones, más decepciones que promesas mantenidas. Nos damos cuenta que esta tierra es, no solamente un valle de lágrimas y lutos, sino también, lo que es más lamentable, un lugar de escándalos y trampas. ¡Y bien!, para leer el Evangelio de la Alegría, no dejemos de lado el recuerdo amargo de estas tristes comprobaciones; ya que es a hombres reales que se anunció el Evangelio de la Alegría. Así pues, no vacilemos recordar todo lo que la vida reserva de amargo y de pena. Pero tengamos este recuerdo en Dios. Oigamos las voces negativas (es por otra parte imposible no oírlas); pero, más allá de estas voces desastrosas, escuchemos la voz saludable del Señor, y no nos perderemos.
No se trata de ignorar los discursos negativos de la humana experiencia; se trata de oírlos permaneciendo ante el Señor; entonces dejarán de ser negativos. Entonces, aunque la experiencia quiera convencernos de que no se puede resistir a la vida y a sus escándalos, la presencia del Señor (que tiene infinitamente más peso que esta experiencia) nos dará la certeza de que podemos escapar a los escándalos, si tenemos buena voluntad. ¿Cómo hacer para no abandonar nuestra alma a la tristeza? ¿Evitando ver lo que vemos, en nosotros mismos y en torno nuestro, en la Iglesia y en la sociedad? En verdad, para no abismarse en la tristeza y permanecer en la Alegría evangélica, no se trata de evitar ver lo que es; sino de creer más allá de lo que se ve, y de amar en consecuencia.

Pasando a la práctica, cita el Libro del Eclesiástico: No dejes que la tristeza se apodere de tu alma, ni te aflijas a ti mismo con tus pensamientos. La alegría del corazón es la vida del hombre, y un tesoro inexhausto de santidad; el regocijo alarga la vida del hombre. Apiádate de tu alma, agrada a Dios y sé continente; fija tu corazón en la santidad del Señor, y arroja lejos de ti la tristeza, porque a muchos ha matado, y para nada es buena (Ecle. 30: 22- 25).
Y se pregunta y responde; Si creo más allá de las realidades que veo (y que existen ciertamente terribles), aparecen otras realidades que existen infinitamente más inmediatas a mis ojos apaciguados: esas realidades que manifiestan el Amor de nuestro Salvador y su victoria sobre el Príncipe de este mundo y sobre los escándalos de la vida. Si creo más allá de lo que veo, sé que, dentro del tiempo invariable del pecado, el tiempo de la victoria ya comenzó; y el tiempo del pecado se suprimirá definitivamente cuando Jesús se haya convertido todo en todos.
Lo propio de la Alegría evangélica es no ser incompatible con la tristeza, el abatimiento o la desolación; es ser posible y brillar aun en medio de la tristeza misma, del abatimiento y de la desolación. Esta Alegría no se presenta nunca con un carácter indiscreto o estridente, negador de la humilde realidad humana. Ésta es una realidad de amor, de dolor y de trabajo; pero, más profundamente aún, y en su fuente más oculta, es una realidad religiosa; y de la religión de Jesucristo, victorioso del diablo y la muerte.
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   Respecto a la Paz, el Padre Calmel nos enseña que, según la doctrina cristiana, ella a la vez extremadamente simple y elevada; y se resume en estas dos proposiciones del Señor: Os doy la Paz. No os la doy como la da el mundo. Es decir, existe una Paz verdadera para los hombres fieles al Señor Jesús: esta Paz no es la del mundo. Y nos advierte que sobre este último punto el Profeta Isaías ya había dicho que “no hay paz verdadera para los impíos” (LVII, 21).
El mundo, la contra-iglesia, por la cual el Señor no rogó, tiene ciertamente la pretensión de dispensar la Paz. El mundo pretende satisfacer y colmar las aspiraciones de los hombres. En algunos casos es necesario convenir que lo logra; pero es necesario constatar, al mismo tiempo, que es al precio del sofocamiento de los deseos más profundos del alma, de las aspiraciones más humanas del ser humano. Si el mundo consigue obtener para sus adeptos la paz de un Infierno indoloro, es, sin embargo, y no deja de ser un Infierno. Salvo que se conviertan, los mundanos conocerán, el último día, que ya vivían efectivamente en el Infierno, y que el Infierno no puede seguir siendo indoloro. Non est pax impiis.
La Paz que da Jesucristo es una paz en el Amor y en la Cruz.
Es importante considerar que esta paz no se da nunca en la facilidad, en la cobardía y en el egoísmo, hacia donde suspiran naturalmente los pobres hombres. Los deseos naturales del hombre se vuelcan hacia una paz y una felicidad que hacen abstracción del destino sobrenatural, del estado de caída y de redención.
   Los santos deseos de la gracia no pueden volverse sino hacia una Paz y una Felicidad de gracia, una Paz y una Felicidad que piden la purificación del alma por el amor, y a la unión al Salvador Crucificado por amor, para la Redención del género humano. No es jamás en un sentido de facilidad, sino siempre en un sentido de tensión, de Cruz, de Amor generoso; resumidamente, es en un sentido de Iglesia militante, que es necesario escuchar la buena nueva de los Ángeles de Belén: Paz a los hombres de buena voluntad, y que es necesario pronunciar la gran plegaria del Santo Sacrificio: Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, danos la paz.
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Oración: Señor, danos la fuerza de permanecer fieles. Somos tan impuros y tan pobres que esta fidelidad no es posible sin ser probados en el interior por los sacrificios que pedirás de nosotros, sin ser afligidos afuera por las pruebas que te agradará enviarnos. Señor, danos solamente, en el meollo mismo de la lucha y del sufrimiento, el seguir siéndote fieles y el amarte. Nuestra cruz es indispensable para cooperar a la Redención del mundo; danos solamente el no cansarnos de cooperar a esta Redención; no dimitir debido al cansancio y a los fracasos. Cordero de Dios, la Paz que te pedimos es la de pobres pecadores que se saben tales y que aceptan las consecuencias; débiles discípulos que quieren, sin embargo, amarte, trabajar en tu obra, y que aceptan poner el precio. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, que lo destruyes por tu Cruz, danos tu Paz, que es una Paz crucificada.