ADMINISTRA EL BLOG ARCISTERIO

Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

Entrada destacada

¿DE QUÉ ESTAMOS HECHOS?

    Contrariamente a la moda en boga de los medios, los presentadores y buena parte de la red, que se pretenden mesurados, línea media, ...

jueves, 29 de septiembre de 2016

REALIDADES BUROCRÁTICAS DE NUESTRO TIEMPO - BESTIAS EN EL TRABAJO

TRISTE REALIDAD BUROCRÁTICA ACTUAL

   Vivencias de primera mano, expresadas con desgarrante dolor y vergüenza, ya que el agobio a que me referiré parece estar tan cristalizado en demasiadas cantidades de empleados para que pudiese ser superado. El caso es que efectivamente es una pequeña minoría la actuante (no le doy coba al resto, que denota cobardía y, de mínimo, pobreza de espíritu) y ese silencio de corderos, es realmente un cómplice sin el cual poco pudiesen hacer los autores de los acosos, maltratos, imposiciones y burlas. Insto a que ¡salvemos nuestra integridad civil, rescatemos nuestros lugares de trabajo! mediante la solidaridad activa, la denuncia, el enfrentamiento audaz a los estúpidos (perdón, bestias) que tanto dolor están ocasionando.
Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa.  Demócrito

Publicado en El Diario de Hoy del 24 de noviembre de 2014

BESTIAS EN EL TRABAJO

Roberto López-Geissmann

Caridad, solidaridad, conciencia universal, pero en cuanto los miro no distingo en cada uno de ustedes sino desprecio por ustedes mismos y por lo que representan.  Jean Raspail.

    Un muy apreciado amigo, católico practicante y que ha desempeñado varios puestos de mediano nivel, mayoritariamente en el Gobierno, en una ocasión que me referí a un funcionario de rango medio-bajo calificándolo como tonto, me espetó preocupado: -¡No, no, no, mi amigo! No debe usted decir eso, ni mencionar esas palabras… recuerde que en la Biblia se nos ordena no expresarnos de esa manera para referirnos a nuestro prójimo –aquí citó un pasaje que conozco realmente, pero no retengo el dato –en que siempre me llamó la atención la palabrita “raca” y por extensión hacia imbéciles y estúpidos. Con este precedente, opté por hacerle caso, subiendo a los aludidos de categoría, llamándoles “bestias”.
    ¿A quiénes estoy refiriéndome? Ciertamente no a la gran mayoría de empleados públicos ni privados; quienes tienen –compartidos con las jefaturas –eso sí, la responsabilidad mayor o menor de tolerar, dar cabida y permitir las fuertes y dolorosas influencias de las bestias en el trabajo, que no son muchas. Veamos el cuadro vívidamente para entender e identificar la fea situación que sufrimos muchos en el país.

 Bestia es el que se erige en controlador -¿será supervisor ad honorem oculto? –y siempre está destacando hasta la mínima falla de los compañeros (uniformes, atrasos, conducta y hasta bostezos)… aunque de él pueda decirse más, pero nadie lo hace. Bestia el que nos impone su “música” (casualmente siempre chocarrera y bajera –en áreas y tiempos de trabajo) dificultando además la concentración y paz… pero haga usted lo mismo y verá como el bestia, acompañado siempre de una o más bestezuelas, lo agrede a ud. ¿No se es bestia al referirse en forma permanente y regular con lenguaje soez, dentro de las oficinas? Bestias hay que aseguran que ellos se acostaron con tal o cual compañera (siendo a menudo falso) y son coreadas por otros iguales, arrastrando la reputación de señoras y señoritas, que no merecen esto aún si fuera cierto. Otro bestia es el que trata mal y con desprecio a sus compañeros, sin percatarse que entre más humilde sea el compañero, más cuidado debe utilizarse hasta para explicársele las cosas. Igual son bestias los que se burlan de toda debilidad: económica, por la edad o hasta por enfermedades.
    Lo que me motivó a escribir esto es un ejemplo, realmente excesivo, que ilustra estas bestialidades: acaban de matar a dos vendedores, encontrándose ambos cadáveres destrozados en siete partes (es real) y una bestia en “X” oficina se permitió hacer comentarios jocosos, absurdos e irrespetuosos del caso.


Agregado: Como ya en mis artículos periodísticos se me había limitado a las escasas líneas de arriba no pude agregar más ejemplos ni comentarios. Ahora agregaré tres reflexiones:
1.     Comienzo con ampliar el párrafo último: la noticia de los dos vendedores despedazados. Si en un ambiente de adolescentes gamberros, tan superficializados como carentes de valores, el comentario chocarrero no hubiera resultado extraño (aunque siempre odioso) es inaceptable en el seno de una oficina pública.
2.     A menudo el ambiente se satura en forma un tanto sutil, a pesar de que nunca falta la broma pesada y el comentario altisonante. Llega a ser patético el cuadro de rostros con sonrisa congelada, con frentes que miran al suelo, con ojos que voltean para no ver (u oír) las “voces de mando” del par de sinvergüenzas que hegemonizan en la oficina.

3.     Es incontestable que para que esto haya llegado tan lejos se necesita de cierto apoyo en alguna jerarquía superior (aún fuere baja). No estamos acá en el caso de los jefes abusadores o relajos, sino en el de compañeros de similar nivel; pero la complacencia o apoyo siempre deben existir –a no ser en un caso de brutal inconciencia o ausencia.

EL MAGO DE OZ - LA MAGIA ESTÁ EN LA GRACIA

LA MAGIA ESTÁ EN LA GRACIA


   Les presento ahora mi comentario de la clásica obra El Mago de Oz, de la MGM de 1939, dirigida por cinco grandes directores, con su inolvidable música y la actuación de Judy Garland (madre de Liza Minelli), basado en el libro de Frank Baum. Considerado uno de los más grandes films familiares y película de culto. Se publicó en El Diario de Hoy el 4 de febrero de 2007.

   Con su extraordinario mensaje en que la fantasía y la magia no son más reales que el amor del hogar, pero que en el mismo se encuentra la base para trascender del prójimo hasta el creador, ya que su magia –o fuerza real sobrenatural –es la Gracia, a través de la cual todo podemos y es también el camino de dorados ladrillos hasta nuestra verdadera felicidad.

 

Democracia ni en los cuentos

EL MAGO DE OZ
                                   Por Roberto López-Geissmann.


       Recién he visto la clásica película El Mago de Oz, después de varias décadas, y mis ojos, sin la ingenuidad infantil y con la carga de ciertos conocimientos que me alertan a saber que, tras los mejores cuentos de hadas se esconden profundas esencias de sabiduría, enterrada bajo una lectura de apariencia frívola y a veces hasta ñoña –lo que constituye precisamente una forma esotérica –me arrojaron pues a una lectura más interesante que la entretenida y querida pieza. Veamos:
1.     Encuentro con Carlyle. Cuando Dorothy encuentra al espantapájaros, al hombre de hojalata y al león cobarde y los incorpora en su jornada a Oz para ver al Mago, estos tres personajes buscan, respectivamente: un cerebro, un corazón y valor. El hombre completo, del que Carlyle escribió su obra El genio, el santo, el héroe. Pero la búsqueda es llevada por una NIÑA –aquello de que el que sea como niño accederá al reino de los cielos –y al final cada uno de los tristes caminantes descubren que de hecho ya tenían lo que buscaban. El Mago no es tal, sino un hombrecillo (bueno y bien intencionado) que manejaba con puras ILUSIONES, o sea con propaganda e imagen, a un conglomerado que vivía en la mera ciudad de la esperanza (Emerald City o Ciudad Esmeralda) lo que es un Macondo... Pero no se vea aquí esto desde un ángulo negativo, manipulador, sino desde el punto básico en que la ilusión de la esperanza puede ser un acicate, una fuerza real para construir lo verdadero, ya que no fue sino muy reales resultados los que lograron nuestros personajes.


2.     ¡No hay sitio mejor que el hogar! Es la conclusión a que arriba al final de su extraordinaria lectura la pequeña Dorita, quien salió a buscar mundo y aventuras, como una inolvidable historia del Libro de Oro de los Niños que concluye en este riquísimo aserto. Se puede identificar a la bruja mala como la parte sombría que interactúa con su ejército de seres horribles, monos voladores (imaginación truculenta) y flores hermosas de perfume peligrosamente adormecedor (placeres, hedonismo debilitante); siendo el hada buena como la superconciencia (externa al hombre) y sus auxilios espirituales. Pero en todo el camino no faltan los cuidados de unos por otros, la ternura del perrito Toto y en general el hilo conductor que los redime, fortalece y devuelve a la valiente niña (con nuevas luces) a su centro original, y este no es otro que el Amor. El dirige, él cambia, él fortalece y él nos lleva a lo mejor que se pueda encontrar, humanamente, en este mundo, que es el amor del hogar. Sólo superado por el de Dios, a quien es más fácil encontrarlo a partir de aquel.
3.     Democracia ni en cuentos. Después que el ilusionista honesto ha ordenado a su país... no lo somete a la acción destructiva, disolvente y degenerante de una mega asamblea que sólo por la machacona insistencia de intereses oscuros puede verse como positiva para el género humano... lo deja ante la responsable, ilustrada y devota actuación de unos pocos, el triunvirato ya mencionado, que pueden con mejores posibilidades manejar el mundo de Oz. Porque la lucha posible es la de ablandar corazones, superar ignorancias, multiplicar inteligencias, elevar solidaridades, fortalecer voluntades, potenciar éticas y exigir justicias, mas nunca será sino una utopía de nefastas consecuencias el propugnar por una organización inorgánica, estructurada fuera de la naturaleza, irreal e irritantemente simple como es la supuesta democracia (objeto de todos nuestros sacrificios y nuestras desgracias). Ninguna historia profunda, heroica o esotérica se ha basado jamás en los “valores inmortales y sagrados” de la madre de todas las revoluciones, que sólo puede producir tristes cuentos para tristes niños, contados por más tristes aduladores en trabalenguas que jamás podrá compararse a los alegres, preciosos, profundos, heroicos y sabios cuentos tradicionales.




       Que la Filosofía perennis se acoja a la poesía para inspirar buenas ilusiones a nuestros gobernantes, de las que crean realidades, recordando lo que dijo el mártir español, que había que levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

ANIVERSARIO DE LOS PARACAIDISTAS DE LAS FUERZAS ESPECIALES

FELICIDADES AL BATALLÓN  DE PARACAIDISTAS
DEL COMANDO DE FUERZAS ESPECIALES



   Especial afecto dentro de las fuerzas armadas existe, por varias causas, en nuestros corazones, para los paracaidistas, por lo que ahora enviamos el más cordial de los Saludos –cuadrándonos militarmente y también con efusivo abrazo –en el 53 Aniversario de la creación del Batallón de Paracaidistas del Comando de Fuerzas Especiales. Hace algunos años tuve el honor de compartir con uno de los altos oficiales del Comando, la revisión de seguridad de los nuevos edificios a entregarse en el Centro de Gobierno –el Min. de Educación.

   Breve reseña: Hasta la fecha, el Batallón de Paracaidistas ha formado más de 12 mil paracaidistas militares. También se han especializado 415 aparejadores, 384 maestros de salto de línea estática, 214 de caída libre y 49 maestros de salto.
En 1963, el personal adiestrado en un curso de paracaidismo en Fort Benning, Estados Unidos, formó la primera compañía de paracaidistas con 121 elementos de tropa, quienes además habían sido entrenados en otras especialidades como ranger, rigger, maestro de salto y caída libre. La boina ocre, como una mística que les distingue del resto de las unidades.

En el 50  aniversario, en la Base de Ilopango



   El día a celebrar, como el de la Policía Nacional Civil, es el de San Miguel Arcángel. En el caso ha sido inteligente adscribirse a un ser alado. Recordemos que los paracaidistas no mueren, sólo se reagrupan en el cielo.

ASUMIENDO ROLES: NI PUTITAS MASCULINOS NI METROSEXUALES

FORMAS EN QUE EL HOMBRE SE CONVIERTE EN PUTITA

ARRANCAR LA CABEZA A GORGONA
CLÁSICO SÍMBOLO DE MANTENER EL PODER VIRIL

   Obvio que lo interesante (para los normales) no es devenir eso, sino saber en qué formas, muchas veces sutiles, puedes irte convirtiendo en un blandengue y no desempeñar el “oficio de hombre” que la naturaleza y la sociedad prescriben. No está de más insistir que no propugnamos acá por una supremacía absurda y desmesurada del varón sobre la hembra –siendo que además tratamos con hombres y mujeres, imbuidos de un contenido espiritual –y que el equilibrio, la colaboración y la complementación son los lineamientos de adscripción para una armonía intergéneros, sexual y socialmente hablando.

   En esta ocasión me permitiré invitar al lector a dirigirse al interesantísimo blog http://average2alpha.com/5-ways-that-men-are-becoming-little-bitches/ que si bien está en inglés (muy largo para que lo traduzca) les aseguro que vale la pena para los que algo “mascan”, aún con diccionario. Sus principales partes son:
·        La “pusificación” del hombre moderno. Entendamos en traducción libre el convertirse en demasiado, blando, delicadito, un margarita suspirante. Sin que esto se convierta en una loa al sucio y bestial.
·        La dilución de los sexos debido a la innovación. De la que en absoluto rechazamos en principio; lo grave es cuando llega a afectar, a veces inconcientemente lo profundo del Ser Hombre.
·        El mentiroso, el prostituto y el cobarde. Partiendo de los roles desde el hogar, que si bien pueden variar en sociedad, nunca en la familia.



   Hombres como William Wallace son la levadura social contra la tiranía. Por eso el valor integral del Hombre, que no puede trascender, sino desde su hogar.

Las cinco formas degenerativas del rol masculino estima que son:
  1.    Estamos sacrificando la libertad a causa del miedo.
  2. Estamos destacando los celos, la envidia y la holganza en nuestras vidas.
  3. Estamos lidiando con nuestras responsabilidades paternales (de estado).
  4.  Estamos siendo lastimeros.
  5. Estamos siendo hiper-sensitivos (constantemente “estar ofendidos”).
Finaliza estableciendo la profilaxis de la pandemia –hasta ahora –en cuanto Cómo detener la pusificación de los hombres.  Hasta aquí el artículo de Chad Howse.


MÍRATE AL ESPEJO,  SI TE PASAS MÁS TIEMPO SOÑANDO QUE
HACIENDO, ERES UN COBARDE

Una palabra sobre los Metrosexuales

   El típico metrosexual es un hombre joven con dinero que gastar, viviendo en o con fácil acceso de una metrópoli — porque ahí se encuentran las mejores tiendas, clubes, gimnasios y salones. Puede ser oficialmente homosexual, heterosexual o bisexual, pero esto es totalmente inmaterial porque claramente se ha tomado a sí mismo como su propio objeto de amor y al placer como su preferencia sexual. Mark Simpson (Meet the Metrosexual, 2002)
   El término “metrosexual” surge del mundo posmoderno, denominando al tipo de hombre que “se caracteriza por un desarrollado interés por el cuidado personal, la apariencia y el estilo de vida sofisticado, marcado fuertemente por la cultura del consumo y el mercadeo dirigido” (Wikipedia).

Dos trampas a evitar:
1       Exagerar. El ser limpio, organizado, cuidar su salud y estética no constituye en absoluto un atributo metrosexual; es únicamente la actitud y la desmedida preocupación por la apariencia, hasta el punto de ir poco a poco mutando su propia identidad genérica, lo que califica al término.
2      Tolerar. En demasía y hasta ver el principio como tal un tanto simpático, sin caer en la cuenta que está asociado a caminos que te pueden llevar más allá de lo que originalmente no ha sido sino un sano impulso de orden y superación.  El punto es no perder la perspectiva equilibrada ¡Atención!



   Por último, un mensaje para todos los metrosexuales –sacado de la red -: el hecho que tú te gustes no significa que también te van a querer de la misma manera. Deja de pensar que el mundo gira alrededor de ti, que las mujeres caen a tus pies por tu belleza y no por tu dinero. Si pudieran escoger entre vómito y pus de vaca y tu cara de maricón de seguro elegirían lo primero, porque tu narcisismo da asco, sífilis y diarrea, todo al mismo tiempo.

martes, 27 de septiembre de 2016

CONMEMORANDO LA INDEPENDENCIA... ¿Y LA LIBERTAD?

PAÍSES DE LIBERTADES

   Recientemente celebramos nuestra Independencia –tema que dejamos pendiente de tratar en otra ocasión la que se relaciona íntimamente con la Libertad, lo que si bien es indiscutible conceptualmente, no es tan evidente como pareciera en el plano de la realidad histórica, ni del pasado ni del presente. El azar (?) hizo que me encontrara, en la excelente revista Cabildo (impresa y virtual, dirigida por el extraordinario intelectual argentino Antonio Caponnetto), con este breve texto, la Carta de José de San Martín al General Tomás Guido del 1º de febrero de 1834, en la que hasta los “años de experiencia” son análogos a los sufridos por nuestra patria salvadoreña después de los pactos traperos, similares a los que se imponen hoy a Colombia ¡Dios los proteja!


Dice el texto citado:

"Ya es hora de dejarnos de teorías, que 24 años de experiencia no han producido más que calamidades, los hombres no viven de ilusiones, sino de hechos".
Y agrega:

Actualmente tenemos gobernantes a los que aplicar esto

"¿Qué me importa que se me repita hasta la saciedad que vivo en un país de Libertad, si por el contrario se me oprime?
¡Libertad! Désela Usted a un niño de dos años para que se entretenga por vía de diversión con un estuche de navajas de afeitar y Ud. me contará los resultados.
¡Libertad! Para que un hombre de honor sea atacado por una prensa licenciosa, sin que haya leyes que lo protejan y si existen se hagan ilusorias.
¡Libertad! para que si me dedico a cualquier género de industria, venga una revolución que me destruya el trabajo de muchos años y la esperanza de dejar un bocado de pan a mis hijos.
¡Libertad! para que se me cargue de contribuciones a fin de pagar los inmensos gastos originados porque a cuatro ambiciosos se les antoja por vía de especulación hacer una revolución y quedar impunes.
¡Libertad! para que sacrifique a mis hijos en disensiones y guerras civiles.
¡Libertad! Para verme expatriado sin forma de juicio y tal vez por una mera divergencia de opinión.
¡Libertad! Para que el dolo y la mala fe encuentren una completa impunidad como lo comprueba lo general de las quiebras fraudulentas acaecidas en ésa. Maldita sea la tal libertad, no será el hijo de mi madre el que vaya a gozar de los beneficios que ella proporciona.



Hasta que no vea establecido un gobierno que los DEMAGOGOS llamen TIRANO y me proteja contra los bienes que me brinda la actual libertad...el hombre que establezca el orden en nuestra patria sean cuales sean los medios que para ello emplee, es el sólo que merece el noble título de su libertador".

viernes, 16 de septiembre de 2016

LA DESAPARICIÓN DE LAS VERDADERAS ÉLITES - COMO OPERA

Presento ahora el ensayo –La extinción del tipo serio -del abogado, politólogo, docente y escritor argentino, Pablo Javier Davoli, que es uno de los cuatro interesantes temas de reflexión, contenidos en sus Meditaciones Sociológicas.

   Con Lucas Carena, Graduado en Comunicación Social, escritor y especialista en psicología de masas y medios masivos de comunicación, conducen con soltura y dinamismo el fascinante programa televisivo La Brújula –en TLV1 (Argentina), cuyos programas pueden verse en la red.

   He encontrado una extraordinaria afinidad con sus razonamientos, unido esto a la importancia social y hasta histórica que resulta de un hecho que, visto por encima y superficialmente podría ser anecdótico, cuando se trata de un síntoma gravísimo que se inscribe nada menos que en la decadencia, debilidad y agonía por la que están pasando nuestras sociedades. Desde el grupo de amigos y compañeros (o ex) de estudios, hasta los de trabajo o camaradas de gremio, etc. se observa el fenómeno aludido. Reflexionemos sobre las formas de ataque y sobre quiénes y por qué causas tratan de aniquilar a los líderes o “tipos serios”.

PABLO JAVIER DAVOLI



LA EXTINCIÓN DEL TIPO SERIO

Por Pablo Javier Davoli

   El tipo serio no es el “seriote”; vale decir, el que, meramente, parece serio; el que “posa” de serio, sin serlo verdaderamente (aunque él mismo así lo crea); el que cree que la seriedad pasa por poner “cara de serio” todo el tiempo. Tampoco se trata del “amargado”; esto es: el que carece de simpatía, gracia y sentido del humor; el que es incapaz de sonreír y de reír; el que se encuentra embargado por la tristeza la mayor parte del tiempo.
   Lejos de ser una personalidad “gris” ni -mucho menos- “oscura”, el tipo serio es una personalidad “luminosa”, intensamente “luminosa”. Básicamente, el tipo serio es una persona sensata que distingue con claridad la distinta importancia que revisten las diversas cosas de la vida, propinando a cada una de ellas el tratamiento que las mismas efectivamente merecen.
   Es un hombre que posee, fundamentalmente, la virtud de la “gravitas”, de la que hablaban nuestros “abuelos”, los geniales romanos. Cualidad, ésta, que aquellos grandes hombres del Lacio oponían a la “levitas”, que importaba liviandad, ligereza, frivolidad e inestabilidad.
   Advirtiendo la distinta jerarquía que revisten las cosas, el hombre serio -a diferencia del superfluo- puede captar la existencia en su hondura y, en consonancia con ello, diseñar un esmerado proyecto de vida que apunte a colocarlo por encima de la mediocridad. Un proyecto de vida orientado a su perfeccionamiento, a su propia superación, a su plenitud...



   De ahí que la seriedad constituye una condición indispensable para la adquisición de la sabiduría, la obtención de la felicidad y el logro de la trascendencia. Metas, éstas, cuya exitosa concreción requiere también de la constancia y la (auto) disciplina, entre otras cualidades.
   Para el filósofo español José Ortega y Gasset, pasa precisamente por esa feliz “constelación” de virtudes la distinción esencial entre la “vida noble” y la “vida vulgar”, entre un auténtico noble y un verdadero plebeyo (2/3).
   Tal vez sea por ello que, en Argentina y hasta no hace mucho tiempo, era muy común calificar al tipo serio de “señor” (tal “es un señor” o bien, más enfático aún, “es todo un señor”) y referirse a él –en el trato cotidiano- anteponiendo la palabra “don” en señal de respeto (“buen día, don Rodrigo”, “¿cómo le va, don Pérez?” o “buenas noches, doña Rocío”) (4) . En suma, la seriedad, en su sentido pleno, es un rasgo de genuina nobleza.
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 2 Amigo lector, si te interesa profundizar en este análisis de Ortega y Gasset, te sugiero leer su obra “La Rebelión de las Masas”; en particular, su Capítulo VII.
3 En el mismo sentido, el sacerdote argentino Alfredo Sáenz ha escrito: “el verdadero aristócrata, que nada tiene que ver con el oligarca o el tecnócrata, se caracteriza por el honor y la nobleza. (...) si alguno es más noble que él, no por eso se siente humillado” (autor citado, “El Hombre Moderno. Descripción Fenomenológica”, Ediciones Gladius, Buenos Aires, 2.005, páginas 49 y 50.
4 El señor es aquel que inviste señorío, esto -según la Real Academia Española- es: dominio; dignidad; gravedad y mesura en el porte y las acciones; libertad, racionalidad y auto-control en el obrar; etc.

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   En la sociedad argentina de hoy (aunque no sólo en ella), el tipo serio es una especie en extinción.
   Por su parte, la palabra “don” proviene de la voz latina “domĭnus”, es decir, “dominio”. En la acepción que aquí nos interesa constituye un “tratamiento de respeto, hoy muy generalizado (en el mundo hispano-parlante en general), que se antepone a los nombres masculinos de pila. Antiguamente estaba reservado a determinadas personas de elevado rango social”. Si se usa sola, esto es: sin anteponerla a un nombre, significa lo mismo que “señor” (conforme la misma página “web” recién citada).
   Específicamente, en nuestro país, ya desde la época colonial, el “don” y la “doña” se aplicaban a toda persona respetable y prestigiosa, más allá de su extracción social así como también de su posición económica. Los españoles se quejaban de este uso espontáneo del “don” y la “doña”; veían en él una suerte de “insolencia criolla”; sin advertir que dicho uso respondía al significado originario y esencial de la nobleza (porque la verdadera nobleza, tal como ha quedado colocado de relieve más arriba, proviene fundamentalmente de la dignidad especial que una persona inviste en sus actitudes y comportamiento).
   Antaño, en nuestro país, en toda oficina, en toda aula, en todo equipo deportivo, en toda mesa de café, en toda tertulia, en todo asado, había un tipo serio, reconocido como tal por los demás y valorado especialmente por estos últimos. En efecto, todo grupo contaba, al menos, con un tipo serio, quien ocupaba -dentro de aquél- un lugar respetado, que le permitía incidir positivamente sobre los demás integrantes.
   Desde el aludido sitial, el tipo serio compartía su modo de ser con sus compañeros y amigos del grupo. Los invitaba a ser serios. Les infundía su seriedad; los hacía partícipes de la misma. Fenómeno, éste, que, ciertamente, se producía en medidas muy distintas, según los diversos casos.
   El tipo serio introducía a los demás en los grandes temas, cuestiones y asuntos (muchas veces, desconocidos para ellos, ocultos a su mirada). Les transmitía su interés, su entusiasmo, su pasión y su compromiso con tales temas, cuestiones y asuntos. Les regalaba impresiones sobrias, observaciones lúcidas, consideraciones profundas y apreciaciones mesuradas; abriendo, de este modo, un camino que –si bien muy a la larga- conducía (y aún hoy conduce) hacia la sabiduría. Sendero, éste, por el cual todos podían transitar, al menos, algún trecho, de manera conjunta y solidaria.



   La función propia del tipo serio, su vocación o “llamado”, su rol social, su “lugar en el mundo”, consistía (y, aún hoy, consiste) en rescatar a quienes le rodeaban de la superficialidad, de la frivolidad, de la banalidad, de la trivialidad, de la vulgaridad... ¡De la pavada!
   En efecto, el tipo serio mostraba a sus compañeros, vecinos y amigos un “mundo” distinto. Les ofrecía una nueva visión de la existencia, más profunda y, por lo tanto, más rica. Les indicaba cómo “pararse” de otra manera frente a la vida y sus problemas y desafíos; con sobriedad y gravedad. De este modo, el tipo serio prestaba a quienes le rodeaban una ayuda indispensable para mejorarse, para elevarse e, incluso, para trascender; avanzando él mismo -gracias a ello en el proceso de su propia realización personal. (5)

*****
   Dije antes que el tipo serio es una especie en extinción. Ahora bien, cabe preguntarse: ¿cuáles son las causas de dicho proceso extintivo?
   Tras haber pensado largamente sobre el tema, he concluido que tales causas son, básicamente, dos, a saber: primero, el igualitarismo y, segundo, el “diversionismo”.
Vamos por partes...

a)     El Igualitarismo.
   El Igualitarismo equipara las observaciones de una persona lúcida con las de una persona confundida. Pone en pie de igualdad las apreciaciones de una persona sobria y mesurada con las de una persona exaltada y desaforada. Al mismo tiempo, es incapaz de advertir jerarquía alguna entre las cosas y, por ende, entre los diversos temas, cuestiones y asuntos.
   Gracias a la difusión del igualitarismo, todos opinan acerca de todo con la misma autoridad (que, de esta manera, termina no siendo ninguna). A todos los temas, cuestiones y asuntos se les asigna la misma importancia (que así también termina no siendo ninguna).
   De acuerdo con esta mentalidad, da exactamente lo mismo que “hablemos de Dios o de dinero; que entremos en un templo o en un “boliche”; que asistamos a clases o a un partido de fútbol; que participemos de un acto cívico patriótico o de un recital de “cumbia villera”; que cantemos “Aurora” o un tema de Madonna; que los“medios” nos informen acerca de una nueva vacuna o del escándalo sexual protagonizado por una “vedette”...
_______________
(5) Dada la naturaleza gregaria del hombre, el recorrido de la senda hacia la propia plenitud personal depende del satisfactorio cumplimiento de una cierta función social positiva determinada por la propia vocación.
   Ciertamente, un hombre accede a su propia plenitud personal en la medida de que colabora con el desarrollo de su vocación en el “terreno” social, en la realización de la comunidad a la que pertenece.

  
   Se produce así aquel “cambalache” del que se quejara, tan temprana como preclaramente, allá por 1935, nuestro brillante poeta y compositor Enrique Santos Discepolo (6): “Hoy resulta que es lo mismo / ser derecho que traidor, / ignorante, sabio, chorro, / generoso, estafador. / Todo es igual... Nada es mejor... / Lo mismo un burro / que un gran profesor / No hay ‘aplazaos’ / ni escalafón... / Los inmorales nos han ‘igualao’... / Si uno vive en la impostura / y otro roba en su ambición / da lo mismo que si es cura, / colchonero, rey de bastos, / caradura o polizón...”. (7)
   En este famoso y querido tango, la denuncia contra el igualitarismo es tan clara como contundente. Se trata de una queja amarga y directa en contra de esa equiparación absurda, inmoral y destructiva.
   El igualitarismo promueve una fatal dinámica descendente; deprime y deprecia; aplasta, achata y aplana; nivela hacia abajo; para que, finalmente, nos encontremos “en un mismo lodo, todos manoseados”, citándolo nuevamente a Discepolo. (8)
   


   Por su parte, Ortega y Gasset -declarado enemigo de la igualación masificadora- se quejaba particularmente de la anulación, en las tertulias, de las personas que sabían debido al avance avasallador e insolente de los mediocres, los frívolos, los necios y los irresponsables, con su infundada “doxa”. (9)
______________________
(6) Hace ya varios años, escuché a nuestro escritor Ernesto SABATO afirmar por televisión que gracias a Discepolo el tango adquirió profundidad filosófica.
(7) Contursi, Manzi, Santos Discépolo, Ferrer, Blázquez y otros, “Letras de Tangos. Seleccion (1.897-1.981)”, Biblioteca de la Cultura Argentina, Edición de José Gobello, Ediciones Nuevo Siglo, Buenos Aires, 1.997, pág. 210.
(8) La frase citada también pertenece al tango “Cambalache”.
(9) De acuerdo con la teoría gnoseológica elaborada por PLATON, la “doxa” u “opinión” constituye el más bajo de los grados que puede asumir el conocimiento humano.
   Se trata de un saber vulgar, precario, confuso e, incluso, engañoso (no porque necesariamente engañe, pero sí porque genera siempre ocasión de engaño). El mismo está referido al “mundo sensible” (o “visible”), compuesto por las “imágenes” y las “cosas sensibles” (o “visibles”) propiamente dichas. Por lo tanto, el conocimiento en cuestión es conformado por la “imaginación” (“eikasia”) y la “creencia” (“pistis”). Facultades, éstas, que -al igual que los niveles del “mundo sensible”- acabo de mencionar según su jerarquía, de menor a mayor.
   Por encima de la “doxa” se encuentra la “episteme” o “ciencia”, que está referida al “mundo de las ideas” (o “inteligible”), compuesto (de “abajo” hacia “arriba”) por las “ideas matemáticas” y por las “ideas morales y metafísicas”. El conocimiento de las primeras (y de los conceptos fundamentales de todas las ciencias particulares) depende del “entendimiento” (“dianoia”), en tanto que el conocimiento de las segundas se produce por la “inteligencia” (“noesis”), cuyo método es la filosofía (“dialéctica”).
(Conforme: Carpio, Adolfo P., “Principios de Filosofía. Una Introducción a su
Problemática”, Edit. Glauco, Avellaneda, Prov. de Bs. As., 2.004, páginas 86/93.

   Esta anulación conlleva una cierta frustración para la persona que sabe, porque le imposibilita cumplir con su función social. Lo esteriliza, impidiéndole fecundar al grupo al que pertenece con su sabiduría. Análogas apreciaciones se pueden hacer respecto del tipo serio.

b)    Vamos a discurrir ahora acerca del “diversionismo”.
   Ante todo, considero necesario aclarar que me he visto obligado a acuñar este neologismo por no habérseme ocurrido otra palabra que ilustrara mejor el fenómeno social y cultural al que me voy a referir aquí.
   En la Argentina de nuestros días, impera en forma casi absoluta - esto es: ilimitada- el afán de diversión. Prácticamente todos quieren divertirse todo el tiempo. En los ámbitos educativos, se pregona que las clases deben ser divertidas. En los ámbitos eclesiásticos, se difunde que las ceremonias religiosas también deben ser divertidas. La televisión nos ofrece diversión de toda clase, todos los días, a toda hora. Los políticos intentan presentarse ante el público (a veces, sin ningún éxito) como tipos divertidos... En fin... Parece ser que todo tiene que ser divertido... Que la diversión ha pasado a ser el valor más importante... Y que las cosas que no son divertidas carecen de valor... Hay una suerte de obsesiva manía (10) con la diversión...
   La palabra “divertir” proviene del vocablo latino “divertĕre”, esto es: “llevar por varios lados” y “verter afuera”. De ahí que “divertir” significa “entretener, recrear”, pero también “apartar, desviar, alejar”. (11)
   El “diversionismo” constituye una exacerbación de la sana diversión. (12) La degenera por “hipertrofia”, convirtiéndola en una suerte de “cáncer” cultural que invade todos los campos de la vida pública y privada, amenazando con ultimar el “cuerpo” social en cuyo seno naciera y se desarrollara.


   El anómalo “expansionismo” de la diversión obstaculiza el reconocimiento y la atención de las instancias superiores de la vida humana, tanto en su dimensión individual y como en su dimensión social. Es un “imperialismo” que conspira en contra del cultivo de aquellas áreas existenciales (las superiores), impidiendo -por lógica consecuencia- el gozo de sus enjundiosos frutos (es decir, el “dis-frute” de los mismos). (13)
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(10) Cabe aclarar que no uso aquí la palabra “manía” en su sentido científico-psicológico, sino que la empleo en su significación vulgar, es decir, como “extravagancia, preocupación caprichosa por un tema o cosa determinada” y “afecto o deseo desordenado” (conforme: Diccionario de la Real Academia Española. http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=manía).
12) La diversión, para ser sana, tiene que ser limitada. La diversión incondicional y desmesurada deja de ser sana. Constituye una diversión enfermiza y nociva.
(13) Desde este último punto de vista, el “diversionismo” importa una suerte de monopolización del gozo por parte de la diversión; o, mejor aún, la supresión del gozo por el mero goce sensual.

   Es gracias al “diversionismo” que la diversión “aparta, desvía y aleja” al hombre de su finalidad; de su plenitud; y, por lo tanto, de la auténtica felicidad.
   En efecto, paradójicamente, esta malsana diversión, lejos de coadyuvar -como debería ser- a la felicidad del hombre, opera -en rigor de verdad- como enemiga de ella.
   La diversión del “diversionismo” constituye una mera apariencia de felicidad. “Espejismo”, éste, que, al desviarnos de la verdadera felicidad (vale decir, de aquella que resulta de la auto-realización, el perfeccionamiento y la plenitud), nos hace perder el sentido de nuestra existencia, la “brújula” que necesitamos para vivir bien, dando lugar así a la “frustración existencial”, el “sentimiento o complejo de falta de sentido” o el “complejo de vacío” (“Sinnlosigkeitsgefuhl”) estudiados y descritos por el afamado psiquiatra judeo-austríaco Viktor Frankl. (14) Vale decir, siguiéndolo al psiquiatra y psicólogo suizo Carl Gustav Jung, “el sufrimiento del alma que no ha encontrado su sentido” en que consiste la neurosis, parangonable con el “tedium vitae” y la acedia de los que hablaban los viejos teólogos y místicos cristianos. (15)

   Ciertamente, el “diversionismo” propone una felicidad falsa, ficticia y mentirosa, que muchas veces engaña, incluso, a quienes la experimentan, empujándolos en una vertiginosa carrera por mantener tan triste farsa. Alocada carrera, ésta, en la cual sus participantes recurren -cada vez con más frecuencia- a divertimentos más y más frenéticos y estrambóticos, que acallen la terrible insatisfacción resultante de la desatención de las objetivas exigencias derivadas, primero, de nuestra común naturaleza humana y, después, de la peculiar personalidad y vocación que cada uno de nosotros posee.

   Es por ello que el “diversionismo” nos hace correr a contramano de nuestra propia plenitud, alejándonos -a cada paso, más rápidamente- de la genuina felicidad. Nos rebaja y disminuye; subordinándonos a la “dictadura” de los apetitos inferiores de nuestra alma y arrojándonos en los vicios más aberrantes. A la larga, el “diversionismo” nos degenera, nos enajena y nos vacía.
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(14) Para profundizar en los referidos aspectos del pensamiento de Viktor
Frankl, recomiendo al amigo lector leer uno de sus libros, titulado “Ante el
Vacío Existencial”. Asimismo, le sugiero consultar el libro del médico y ensayista argentino Mario Caponnetto,  titulado “Viktor Frankl. Una Antropología Medica”, publicado por el Instituto Bibliográfico “Antonio Zinny”, en Buenos Aires, en 1.995.
(15) Conforme: Sáenz, Alfredo, obra citada, páginas 187, 188 y 189.

Por lo pronto, uno de los síntomas más elocuentes del “diversionismo” en nuestra cotidianeidad consiste en la “monopolización” del disfrute que se pretende atribuir a la diversión. Dicho esto mismo en otras palabras: los “diversionistas” creen que sólo la diversión produce algún disfrute; que éste no puede ser obtenido de ninguna otra manera ni encontrado en ningún otro “lugar”.
   Hoy parece haberse extraviado la capacidad para apasionarse intensamente, desde lo más profundo del alma humana, con los grandes temas (Dios, la vida después de la muerte, el Amor, los Valores, la Patria, la Familia, los Amigos, las Tradiciones, la Ciencia, el Arte, etc.). En gran medida, se ha perdido la posibilidad de disfrutar de una enjundiosa charla sobre tales cuestiones, tan importantes desde el punto de vista existencial. Me permito citar, a guisa de ejemplos ilustrativos, dos situaciones de las que me tocó ser testigo...
   No hace mucho tiempo, en una fiesta de casamiento, mientras se esperaba el arribo de la comida, un grupo de invitados se puso a platicar sobre el candente problema de las “tomas” de terrenos que –en aquel momento- se estaban produciendo en la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. De pronto, otro comensal los interrumpió, señalando -con cierta jocosidad y sin maldad- que no tenía sentido dedicarse a dicho problema, toda vez que ninguno de los presentes podía hacer nada para solucionarlo. Acto seguido, una conocida, también presente en la mesa, espetó -menos sutil y más grosera- que estábamos en una fiesta, gesticulando con las manos, con notorio fastidio, como si quisiera aventar el tema tratado... Tal vez, hubiera sido conveniente preguntar a la ocasional “censora” cuáles eran las materias que -a su entender- estaba permitido abordar en una fiesta de casamiento... Y si, necesariamente, la temática “autorizada” debía versar sobre asuntos y cuestiones tan “interesantes” e “importantes” como los detalles del vestido de la novia y/o algún escándalo “mediático”. Pero ninguno de los “censurados” lo hizo, muy probablemente, por caballerosidad y/o para evitar generar una discusión que pudiera arruinar la fiesta, siquiera parcialmente...
   A los pocos días, casualmente, en otra fiesta de casamiento, a pedido de un par de compañeros de mesa, un comensal comenzó a narrar un encuentro que había tenido con el General Juan D. Perón, allá por el año 1.970, en España. Encuentro, aquél, en el cual se había producido un diálogo muy enjundioso, con Perón explayándose sobre diversos aspectos de la vida política argentina, las relaciones políticas de Francia y Alemania, la evolución política y económica de la Comunidad Económica Europea, etc. La cuestión es que no bien el ocasional relator estaba comenzando a compartir su experiencia con el resto de los comensales, fue interrumpido de manera intempestiva por una mujer que le pidió que lo hiciera “rapidito, rapidito”. Haciendo gala de notable aplomo, el interrumpido preguntó cortésmente a su grosera compañera de mesa cuál era la razón de su urgencia... Afortunadamente, la interlocutora comprendió el mensaje y se llamó a respetuoso silencio...
   Más allá de su virtualidad para provocar discusiones y peleas, lo más triste de este tipo de episodios es su repetición cada vez más frecuente. En efecto, desafortunadamente, las dos anécdotas relatadas no constituyen casos aislados. Por el contrario, situaciones así se replican a diario... Ellas constituyen un “síntoma” muy elocuente del lamentable estado cultural de nuestra comunidad nacional en la actualidad.
   En efecto, a la luz de tales episodios, uno se atreve a extraer las siguientes Conclusiones:
- Primero, que cada vez son más los que simplemente quieren “pasarla bien”.
   Más allá de la irresponsabilidad y el egoísmo que esta actitud normalmente entraña, la misma es propia de auténticos “pechos fríos”, porque su “corazón” es incapaz de apasionarse con las grandes cuestiones de la vida. (16)
   El hombre de “corazón ardiente” se interesa, se entusiasma y se compromete con los asuntos esenciales de la existencia, es decir, con aquellos en los que se juega el sentido de la misma. (17) En cambio, los tipos abocados a “pasarla bien” y nada más, viven “a medias”; en la “superficie” de la existencia, como señalara Ortega y Gasset; no exploran ni aprovechan la totalidad de las posibilidades que ofrece la vida; pasan por este mundo casi sin dejar huella alguna; son infecundos e intrascendentes; no se juegan por nada...
   Existe una canción popular, aparecida hace algunos pocos años, que cuenta de un “fulano” que “no estaba muerto”, tal como se presumía, sino que “estaba de parranda”. Pero, lo cierto es que, quien se la pasa de “parranda”, casi es como si estuviera muerto... Porque vive una vida “playita”; porque se queda en la “orilla” de la existencia; porque se pierde la aventura -por momentos, peligrosa, es cierto- de “bucear” en el gigantesco “océano” en el que se “esconden” los secretos y “tesoros” de la vida...



   El que se la pasa de “parranda”, el que sólo quiere divertirse y nada más, es como el andinista que va hasta la montaña sólo para quedarse al pie de la misma, distraído tontamente con “pavadas”, que lo desvían del sendero hacia las maravillosas cumbres...
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(16) De acuerdo con Platón, las “pasiones generosas” (pulsiones superiores a los “deseos inferiores”) conforman el “alma irascible” (que, en rigor, constituye sólo un aspecto del alma indivisible del hombre), la cual se sitúa en su pecho.
   A la luz de ello, resulta completamente pertinente llamarle “pecho frío” a quien carece de las aludidas pasiones nobles (entre las que se cuentan el afán de gloria, el gusto por la aventura, el entusiasmo por los desafíos, etc.).
(17) Sin perjuicio de nada de lo dicho, resulta conveniente aclarar aquí que es la razón la que permite analizar y conocer tales asuntos.
De conformidad con Platón el “alma racional” constituye la instancia superior de la “psique” humana.

- Segundo, que aquellos que solamente quieren “pasarla bien”, están dispuestos a mostrarlo y proclamarlo públicamente, sin sonrojarse.
   Aquí -por lo general- no hay maldad, pero sí hay “insolencia”, parafraseándolo nuevamente al querido Discepolo.
   Hace ya varias décadas que el gran Ortega y Gasset se quejaba del “derecho a la vulgaridad” que los mediocres de nuestra época creen tener y, por lo tanto, suelen invocar o alegar.
   Hoy en día, en nuestro país, esta pobre mentalidad parece haber quedado sólidamente instalada. Con el correr de los últimos años, se ha hecho muy común escuchar -con sentido auto-reivindicativo e, incluso, tono desafiante- aseveraciones del tipo de: “yo soy así”, “hago esto porque se me canta”, etc. En rigor de verdad, las manifestaciones de este tipo ponen en evidencia la erección del propio capricho, de los propios antojos, como principio del comportamiento adoptado.
- Tercero, que aquellos que solamente quieren “pasarla bien”, parecen estar dispuestos a imponer tan banal impronta en su entorno social.
   Ya hemos dicho más arriba que el “diversionismo” constituye una tendencia fuertemente expansiva y, por tanto, invasiva, dentro del campo social y cultural. Para colmo, en las sociedades profundamente masificadas -como la que hoy tenemos nosotros- las tendencias predominantes -vale decir, aquellas que logran ponerse “de moda”- se imponen con fuerza “dictatorial”, sancionando duramente (mediante la burla, la crítica impiadosa, la acusación falsa, la expresión del desprecio, la relegación, el ostracismo, etc.) a quienes se manifiesten en disidencia con ellas.
   A todo lo dicho, debemos añadir que el tipo serio, con su sola presencia, pone en evidencia la desesperante vacuidad de aquellos que han sido afectados por el “diversionismo”. Es por tal razón que no basta -a estos últimos- con hacerlo callar; por el contrario, casi constantemente, experimentan la tentación de reprenderlo, de apartarlo y, eventualmente, de suprimirlo... (18)

   El tipo serio es portador de una mala noticia. Con su sola aparición y aún sin quererlo, le revela al “diversionista” su mediocridad, generando -lamentablemente, en la mayoría de los casos- un profundo resentimiento.
Resulta razonable preguntarse si no existen factores de poder dando impulso y difusión a tan destructiva “moda”, en persecución de inconfesables designios y para satisfacción de oscuros intereses (19) en contra del involuntario mensajero, que –de este modo- “debe pagar los platos rotos” de la bajeza ajena...
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(18) Similar actitud podemos observar en relación a nuestros propios próceres. Desde luego, no me refiero aquí al sano “revisionismo histórico”, que –con sus aciertos y sus errores- busca de buena fe la verdad de nuestro pasado, cuestionando “dogmas” e ideas preestablecidas. Hago alusión a perversas maniobras efectuadas con la deliberada finalidad de desacreditar injustamente a nuestros prohombres de antaño. Se trata de una “moda intelectual” a la que -desafortunadamente- muchos de nuestros compatriotas se han entregado con masoquista placer. La misma entronca con la tradición (o, más bien, contratradicción) de la “autodenigracion” surgida del “binomio” ideológico “civilización o barbarie” sostenido por nuestros acomplejados iluministas criollos, empezando por Domingo Faustino Sarmiento (conforme: Jaureteche, Arturo, “Manual de Zonceras Argentinas”, A. Peña Lillo Editor, Buenos Aires, 1.968, páginas 25 y 26).

   Así se ve claramente que estos tipos tan divertidos, en el fondo, no son muy felices que digamos... Ciertamente, muy lamentable...