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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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jueves, 30 de junio de 2016

HISPANIDAD, UN CONCEPTO DE ORGULLO Y DIGNIDAD

Publicado en El Diario de Hoy el 12 de octubre de 2007

HISPANIDAD, UN CONCEPTO DE ORGULLO Y DIGNIDAD.

Roberto López-Geissmann.



       Se tiende a celebrar cada vez menos el 12 de octubre. A ciencia y paciencia de muchos gobiernos que, en su vacuidad, los puede apantallar cualquier pelafustán que le mueva unas plumas de indio y le pegue a un tepunahuaste. No me meto en este artículo con el nuestro, del que ignoro lo que hace o deja de hacer en este sentido… más bien quiero comentar la importancia que tiene en sí la conmemoración.
       Primero y durante mucho tiempo fue el Día de la Hispanidad. ¿Cuál es en sí su significado? En ningún momento se ha tratado de una glorificación extrema y rastrera de ningún país, lo que no sería saludable hacer, no sólo con nuestra Madre Patria, sino que hasta con la nuestra propia. Por “hispanidad” se entiende la gran familia nacida bajo la influencia de España –duélale a quien le duela, sobre todo en el Imperio en el que no se ponía el sol –que es, como toda Gran Nación, un complejo de historia, sentimientos, idiosincrasia y cultura, que producen y reproducen, bajo una voluntad de destino en lo universal, otras naciones, más o menos similares, en las que generosamente se les insufló una forma de vida y pensamiento, una forma de pensarse y sentir al creador, un talante y un idioma.
       Negar nuestro pasado histórico, nuestra sangre y nuestra misma identidad es, ni más ni menos, lo que hacemos cuando, sorprendidos por la vulgaridad rampante aliada del resentimiento vergonzante, llegamos a decir: “lo nuestro” para señalar una confundida autoctonía que parece salir de un trópico salvaje, de unos antepasados unilateralmente indígenas y de una mentalidad cerrada que niega tozudamente la grandiosa veta que representa el ser hispano, que, como dijo aquel “es una de las pocas cosas de las que podemos estar orgullosos”. Si bien los padres naturales de cualquier persona a veces no dan méritos de los que enorgullecerse y, aún así, lo noble es encontrar sus aciertos y gracias, e inculcarlos a nuestra descendencia, buscando lo mejor de la estirpe… cuanto más es ello cierto cuando se habla de naciones y es todavía más obligado, porque no existe una sola etnia, nación o imperio que no haya tenido errores (tan grandes como sus glorias), por lo que no puede entonces más que ratificarse la propia dignidad, alimentada en lo grande de la herencia, como ejemplo para nuestros hijos. No hacerlo es torpe, inmoral y refleja una profunda decadencia, que sí es motivo de vergüenza.
       Ahora bien, la empresa colonizadora extraordinaria que llevó a cabo España en América es de tal envergadura y calidad que merece de por sí otro artículo, más es oportuno mencionar “a quiénes estorba y por qué”, dado que son los encargados perennes de mantener la leyenda negra antiespañola. 


Son básicamente tres fieras: la Política, la Religiosa y la Ideológica. Aunque se interrelacionan las tres:
1.     Políticamente una de las peores líneas globalizantes tiende a un mundialismo informe, preñado de materialismo utilitarista, que pasa por chupar (cual vampiro histórico) hasta la última gota de amor e identidad nacionales; presenta un multiculturalismo falso y barato, que irrespeta lo real reivindicando fantasías. Si tu, tu país (que no Nación), tu historia, tu religión, tu cultura y tu gente no valen mucho: anúlate y vuélvete –no soldado, sino –comprador o cliente universal. Porque la política de los economicistas es desplazar LO político por el lucro.
2.     Religiosidad es una palabra tan profundamente malversada que poco queda por rescatar cuando las serias Religiones Tradicionales (o los jirones que quedan de ellas) se ponen a la par de concepciones pobrísimas cuyo principal credencial es el mismo poderío del número, la mediocre complacencia en un fácil cumplimiento y un sentimentalismo histérico propio de la escondida desesperación de quienes no se aperciben de lo que en verdad han perdido. Así, el atacado aquí no es la catolicidad en sí solamente, sino que, a través de la degeneración de esta concepción por el imposible ecumenismo en boga… aplastar la esencia misma de lo divino… y la subsecuente facilidad en dominar, movilizar (o inmovilizar) al rebaño para llevarlo hacia…!
3.     Ideológicamente, es fácil entender que la revolución del tercer estado (la francesa) ha pasado la antorcha incendiaria a una de sus hijas (la comunista), que prescribe a través de Marx y sus teorías, una lucha permanente contra las bases, no sólo del sistema, sino de la civilización misma, y en ella se inscriben las gestas heroicas, las grandes ideas, la Tradición sobreviviente, el orgullo y la idea de excelencia, servicio y sacrificio, por encima de las perversiones del concepto igualitario extremo, el ansia hedonista y el egoísmo resentido. Triunfando esto lo hará el dominio de lo nuevo, que es, contrario a lo que se dice, lo más bajo y menos solidario.

Así pues, sirvan estas reflexiones de acicate e investigación para unos y de alegre encuentro con la sensatez y la cordura con los que aún no perdemos el Norte y que tenemos, todavía, esperanza.

YO TENÍA UN CAMARADA

Publicado hace varios años en El Diario de Hoy.

La columna nacional

Yo tenía un camarada


Por Roberto López-Geissmann

En las últimas semanas entraron al Walhalla -mítico paraíso de los guerreros- tres camaradas. ¿Por qué me expreso en esos términos? Porque me niego a claudicar en la batalla del lenguaje, dejándole a la izquierda la exclusividad del bello término "camarada", que significa unidos en lo ideológico, amigos por compartir una visión del mundo, compañeros de lucha, hermanos de combate en la lid política. Es un concepto rico y único que por nada del mundo tiene que ser dejado "al otro bando". Estamos hartos de que esa derecha ramplona e ignorante, con la mirada estrecha y corta del hombre económico, siga determinando nuestro paisaje político con ideas de la Guerra Fría y riéndose con suficiencia de lo que no entiende. Pues no, "camarada" no será un término "de los comunistas", pertenece en general a los hombres que tengan su propia cosmovisión, cualquiera que esta fuere, a los hombres que tomen a la política como algo serio y respetable. Esto hace una diferencia. Asumámosla. ¡Que los nuevos políticos no se avergüencen de serlo!


Los tres eran extranjeros con el corazón salvadoreño, con lazos de sangre en nuestro suelo y un entrañable y probado amor por nuestra patria: El Ing. André Rallión, francés de ideas tradicionales y "pied noir" argelino, con relaciones con los admirados "centuriones y pretorianos", que tan bien ha dado a conocer el escritor Jean Lartéguy, de un pensamiento de la auténtica derecha francesa, un hombre que se adhirió a cuanto grupo nacionalista parecía que podría realmente hacer algo bueno. Pequeño, entusiasta y alegre, lo conocí menos que a los otros, por desgracia. Werner Hoffer, esforzado y gigantesco austríaco, sus acentos pantagruélicos todavía resuenan en el ADEMAR (Asociación de exalumnos Maristas), sirviéndome de inspiración para un personaje de carácter en mi novela "Ángeles con Espadas"; Herr Hoffer quiso tanto a El Salvador que no dudó en involucrarse por entero, su pensamiento nacional revolucionario tampoco será olvidado. Jorge Flores, a quien mejor he conocido y por quien más he de extenderme. Desconozco si entre ellos se conocieron... en todo caso, lo harán ahora que se encuentran en su espacio heroico entre los luceros.
"Yo tenía un camarada... de los buenos, el mejor" -dice la canción-, y ello pocas veces se podrá aplicar mejor que a ese gran hombre -tanto en lo físico como en lo intelectual y espiritual- que fue don Jorge Flores Allende. Oriundo de Argentina, con mucha vida en el Paraguay y buen conocedor de toda Sur América, Flores Allende es un caso excepcional de fidelidad con sus ideas hasta el fin. Católico tradicionalista donde los haya, gran conocedor de la filosofía tomista, la Teología, las Ciencias Políticas y el Periodismo, era además un erudito de fina inteligencia que unía a un extraordinario bagaje de conocimientos intelectuales y doctrinarios una capacidad de acción práctica y de acción política al mayor nivel, y no me refiero a ello como "potencial" ya que nuestro inolvidable Jorge estuvo, conoció y realizó acciones verdaderas de tal importancia y a un nivel internacional tan alto, que se pudieran realizar libros serios y novelas basadas en sus ejecutorias.
Un verdadero talento que nunca fue -en nuestra tierra- reconocido en sus auténticos méritos. Un gigante mental y de acción que pudo (y debió haberlo sido) ser un asesor de los más altos niveles de la política nacional. Cuando se necesitaban guerreros políticos, buscaron asesores financieros y publicistas y no bastó con ello, se le intimidó, se le calumnió, se lo orilló a terminar luchando por su subsistencia... a él, al gigante bueno y sabio, al hombre valiente no lo quebró la izquierda, sino ese grupo de aprovechados que se dice "derecha". Hiciste lo que pudiste, Jorge, y a nadie se le puede exigir más. Estamos en los pesados tiempos básicos del Kali-Yuga. Era en que los héroes no son tales y en que al parecer pesa más que el ser... eso lo explica todo.
¡Pasemos revista! Camaradas Rallión, Hoffer y Flores... -y escucho al unísono aunque muy distintas las tres voces de los nuevos legionarios de ese cielo sin descanso, que a voz en cuello, vibrantes, con alegría y orgullo responden-: ¡Presentes!


TIPO DE HÉROE Y DE LUCHA EN EL APOCALIPSIS

Aparecido en El Diario de hoy del 16 de Dic. De 2013. Ahora que lo subo al blog le he agregado un par de reflexiones, que se pueden ver al final del artículo.

LUCHAR AÚN EN APOCALIPSIS
                                                                                  Roberto López-Geissmann

Muy pronto se verá que los principales problemas del “mundo libre” no son el terrorismo y sus bombas: es la vida regalada, el antinatalismo, el pacifismo dialoguista, el renegar de las virtudes que hicieron a Occidente lo que fue. La lujuria, y no los bárbaros, fue la principal caída del Imperio Romano. Como reza el epígrafe de Apocalypto, “la destrucción —humo de Satanás mediante— viene de adentro”.  Marcelo di Marco.



    El apocalipsis o Libro de las Revelaciones –libro único (o el más) profético de la Biblia, se tiene como el compendio más grande de horrores cósmicos y de malas noticias, entre los libros sagrados. Anuncia nada menos que el fin del mundo. Horrible, catastrófico, tenebroso, superando e inspirando a Hollywood y los relatos de terror más espantosos. Es una cuestión seria, que no podemos abordar acá, de la que sólo consignaré que no se trata de cuentos delirantes de mal gusto, sino de la más clara visión sobre el destino de la humanidad, la cual está cumpliéndose paso a paso. Y aunque la línea fundamental es innegablemente católica, otras visiones religiosas, esotéricas y antropológicas –unas cercanas y otras incluso muy lejanas al cristianismo –comparten con mayor o menor exactitud los elementos escatológicos contenidos en él.
    Desde el concepto Kali Yuga a la Edad de Hierro, todas estas percepciones no hacen sino presentar el movimiento de la humanidad como una marea de ida y vuelta (o bien de ciclos, cada vez más pronunciados) en la que la última “marea” no sería sino un Tsunami de enormes y catastróficas proporciones. Sin embargo no necesitamos estar entre creyentes y místicos para constatar, desde un punto meramente histórico, sociológico y de observación civilizacional que estamos al filo de la navaja de la historia. Desgraciadamente no se trata simplemente de un cambio de era como quisieran los optimistas descifradores de códices mayas, los canalizadores de la new age –nueva era de la confusión -, o los apóstoles del progreso indefinido, todos ellos ciegos y enceguecedores; no matan la esperanza, dan una falsa, escamoteando la verdadera, que es más dura y que tiene que construírsela cada uno con esfuerzo. Valga para ellos el repetido dicho de Wells: La serena confianza en el futuro es la más segura muestra de decadencia.
    Pero el punto a presentar tiene dos aspectos: Uno, el que estamos al borde de una explosión negativa –ninguna iluminación, ningún “abracémonos todos hermanitos” ni ahí vienen los extraterrestres a salvarnos. Dos, sí existe algo que se puede hacer, de hecho lo único que se puede hacer bajo las circunstancias: unos dirán salvar su propia alma inmortal, otros realizar un arca (o varias) para salvar lo posible en medio del caos, o bien robustecerse en pequeños grupos para al final estar de pie entre las ruinas. Que todo ello se puede, pero la prueba más dura es aceptar la imposibilidad de toda restauración –ni política ni religiosa –y asumir la suprema heroicidad, como la del que por estos tiempos vino a morir por muchos.
    Los dejo con una frase de Genta: “Hoy los mandamases no necesitan héroes sino masas. La sola presencia del héroe perturba, es un reproche implícito y contundente a los patanes, a los tibios y a los cobardes. En estos tiempos antiheróicos, el tema del héroe es, pues, un asunto contrarrevolucionario, católico por excelencia: viene a recordarnos que aún quedan muchas cosas por las cuales es necesario jugarse entero, hasta dar incluso la vida misma”.

   A  mi artículo original le agrego ahora un par de reflexiones:
1.     Estando en un “sejour” en China-Taiwán, mi triplemente gran amigo (triple porque el “gallo chileno” es de casi dos metros, es un gigante intelectual y un amigo del alma) de apellido casi de cerveza alemana –Heinecke –me dio una clave de lucha para estos tiempos. Cuando un tanto desesperanzado le hacía ver el tamaño de nuestras fuerzas y lo desmesurado de las contrarias (unión de la derecha más corrupta y estúpida, con la izquierda más fanática y retrógrada, con los hábiles burócratas internacionales y las fuerzas poderosas del Mundialismo, que manipulan a todos) me dijo después de pensarlo un poco y lanzar un suspiro: -Pues hombre, se logra bastante. Los jodemos de lo lindo (casi textual). Esta respuesta, proveniente de un intelectual superior pareciera escasa y/o inadecuada, pero bien visto, está pletórica de sentido. Y es que no debemos ni podemos medir la eficacia de nuestro combate en un sentido de visión nacional o mundial, sino histórico o incluso más exacto “metahistórico”, lo que significa que nuestra acción, más que nunca no puede estar ligada al acceso al poder inmanente o al triunfo concreto. Es de por sí heroica sólo si tenemos la claridad de lo gigantesco del monstruo y de su absoluta insuperabilidad. Pero aun así los porrazos, la divergencia, el develarles la farsa (así pocos sean los que se den cuenta), el que vayan quedando constancias de la no unanimidad del conjunto, la constancia histórica de la disidencia, el “joderlos”, el aguarles la conferencia y a veces… hasta a ganarles. Todo eso es consustancial a las reglas apocalípticas y no verlo así es como creer que estando una enorme ola sobre nosotros la podremos detener a fuerza ¡jamás!, o la pasamos por abajo, con fuerza, suerte y experiencia… o la remontamos como el “silver surfer”. Sobre la naturaleza nueva de esta suerte de lucha y de heroísmo trata lo que sigue.






2.     Hace 40 años, en París, se me vino una visión-intuición en forma de relato poético sobre la lucha de un puñado de hombres superiores luchando contra una canalla gigantesca, lo intitulé Finalis y el lema o frase principal era “Con Dios aunque pierda”, lo que se antoja blasfemo aunque el sentido quería indicar que no se estaba con el Creador porque se creyera que fuera el más poderoso, que al final vendría con el séptimo de Caballería a rescatarnos del “Príncipe de este mundo”, sino porque sus principios nos eran queridos, no es el “cargo” es la convicción profunda, que se enraíza con el Ser mismo de nosotros con la esencia de lo que eres y que si lo dejas, también dejarás de ser, perdiendo por la falta de acto toda tu potencia (potencialidades propias) terminando tu existencia y siendo así, tu auténtico final. En ese Dios aunque pierda y las últimas palabras el diablo ganó se confirma la más grande de las afirmaciones y el heroísmo más trascendente: fiel a ti, Dios en tu interior, no lucho porque gane o pierda mi causa, sino porque debo hacerlo así para cumplir mi naturaleza. En estos tiempos pre apocalípticos la principal lucha es la espiritual e interna, aunque como parte de ser integral de las cosas debemos corresponder en lo exterior.

SETOS, FILAS y TRÁNSITO

Especial para ARCISTERIO, de Roberto López-Geissmann. Escrito en junio de 2016 – Con tres ejemplos totalmente distintos intentaremos señalar un punto.

SETOS, FILAS y TRÁNSITO








   En la desmesurada ola de convicciones salidas “del aire”, que “se saben” con la seguridad de cosa cierta, que nadie discute y todos estamos de acuerdo, está, a saber: el que los irrespetos personales, faltas de urbanidad y cortesía, mentiras graves y menos graves, anhelos y fantasías de aparentar, llegando al abuso del derecho propio y el desconocimiento del ajeno, aprovecharse del débil y tráfico de influencias; todo ello antesala de una sociedad injusta, integralmente insalubre y vitalmente peligrosa... puede ser mejorada a través de imposiciones exteriores, vale decir, la creación de leyes más duras, fiscalización generalizada y represión a los incumplimientos; estamos hablando del clima previo a la fuerte criminalidad, del caldo de cultivo de la misma. Definitivamente es una forma de combatir ese “clima” pero, aceptando que ese caldo de cultivo es dañino, iremos a ver lo que a su vez origina ese ambiente mismo –el verdadero causante esencial del mal, su fuente.
   Reside el asunto en un cambio de idiosincrasia integral, entendiendo esto como una inversión de valores, una audacia digna de mejores derroteros, obsesionada únicamente en traspasar fronteras y derechos; en  impactar a las personas, en impresionar y fingir lo que no se es; en aprovecharse de la buena fe y la confianza; en ser el más “vivo” –con la viveza de ratón que no reditúa nada -y todo mayormente realizado sin mucho pensar, siguiendo la corriente, haciendo a un lado las trabas morales. Viva la libertad.










EL SETO
   Un seto es una cerca, hecha con arbustos o arbolillos recortados. Se utiliza para dividir propiedades, o partes de la misma; es esencialmente decorativa, colabora al orden y la estética y hace algunas décadas –y esto es lo que queremos subrayar –la gente respetaba una pequeña cerca de un metro, mejor que si fuera un muro de tres metros de concreto.
    En la foto inmediata se observa una casita clase media sin mayor protección que un seto de cierta altura. De hecho las casas de nuestra capital (y buena parte del mundo) han sacrificado la estética por la seguridad. Me acuerdo que en mi hogar solariego de la colonia Flor Blanca mi abuela se sentía absolutamente cómoda y segura con una barda y un seto pequeño y una puertecilla de hierro sin candado; si quería que no entrara nadie sólo se ponía un pasador sin seguro alguno y nadie entraba. Pero más allá de una rememoración sensiblera el punto está en que la gente respetaba de a de veras, pero íntimamente, no porque había un policía o guardaespaldas cerca; nada impedía un robo de sillas ligeras macetas pequeñas y otros objetos que se dejaban allí por un tiempo, o un asalto a una anciana con una sirvienta y unos niños… nada excepto una convicción moral, que era universalmente aceptada por toda la sociedad. Todavía no dominaba la burla permanente, la indiferencia y el desprecio, la feroz envidia y el sentimiento de dignidad confundido con la “reivindicación” de no servir a nadie, el non serviam luciferino, con su contraparte de poder entrar y hacer lo que se quiera...


LA FILA Ó COLA
   Hace varios años, en el Astroworld de Houston –cerrado hace “ratos” –se inauguraba una nueva diversión, era una especie de montaña rusa, en la que precisamente pasaban por un tramo que salpicaba mucho de agua (variante de las otras) por la que la gente hacía una enorme fila para probar la última “fábrica de gritos”. Ahí estaba este servidor junto a tres mexicanos jóvenes, residentes de la zona. Al ver el largo tiempo que nos tomaría poder pasar, dijeron de pronto: -no te preocupes que ya pasaremos y se salieron, halándome y haciéndome dejar la cola.
   ¿Cuál será el truco? –me preguntaba -¿será que conocen alguien que nos dejará pasar? La cosa era más simple, los chicanos (y un salvadoreño) planeaban hacer lo que siempre les había resultado: meterse a la fuerza en la fila. Pero hay que decir que estos jóvenes eran expertos, no agredían ni hacían escándalo, procuraban ser simpáticos, veloces y sonrientes, dispuestos a alejarse si alguien se les plantaba en serio, aunque no así, si únicamente protestaban en murmullos o gestos suaves. Lo que hice, no sin el dolor de perderme la diversión, fue alejarme y decirles que los esperaría por ahí. Ellos entraron, disfrutaron, salieron y me recriminaron. Asunto pasado sin más, pero me quedó la impresión, la tristeza y la vergüenza ante los gringos.
   Este “detalle” es clásico en la definición de un pueblo educado y respetuoso. El engaño amañado, el avasallar, el abuso… sólo indican toda una actitud asocial, solapadamente caótica, que promueve el traspasar la fina línea hacia la delincuencia. A esto no sólo se combate con educación básica, sino con protesta ciudadana activa.



TRÁNSITO SALVAJE
  Un amigo muy acucioso me dijo que ni la mejor computadora podría hacer que funcionara el tránsito vehicular fluidamente. Algo se logra con los semáforos y en algunos entornos, pero los redondeles, en caso de accidentes y la mayoría de lugares sólo la superior, casi mágica, aptitud del humano para calcular cuando pasar y cuando no hacerlo, la visión y análisis de los autos vecinos –y estratégicamente de los más lejanos –esa especial percepción de experiencia, sentidos e inteligencia logran lo que una máquina jamás podrá. ¡Bien por nosotros! Notemos ahora esto…
   Ese cálculo tan increíble no puede ser posible jamás si la gente desconociera por completo las reglas del tránsito –no digo “reglamento” porque esta información jurídica, si bien de apoyo, tiene la base en lo que el ciudadano conoce y acostumbra –es decir, si se maneja a la izquierda o a la derecha, las calles con derecho sobre otras (con sus señalizaciones), la velocidad de avance, formas de estacionar y otras. Por ello es que un buen conductor, siempre maneja con prudencia el vehículo cuando se encuentra en otro país, entre más lejano culturalmente mayor es el cuidado, y vemos que no es sino un resultado lógico el que de no hacerlo pueda ser accidentado.

   De esta manera queda establecido que afluencia ordenada –en el tránsito, en la sociedad y en la vida –no puede realizarse sino tomando en cuenta tres principios: 1. La conciencia de vivir en sociedad (el hombre sólo se realiza en sociedad), 2. Que por lo tanto tiene que seguir las reglas de la comunidad en la que vive, 3. Que el seguir esas reglas es indispensable para el desarrollo y la buena vida de todos. El tráfico es sólo un ejemplo, e igualmente que los otros ítems no se aplican sólo por la coerción y la multa, sino fundamentalmente por la aceptación práctica. Esto constituye la cultura. Debemos combatir sin tregua el sano y positivo accionar social.