ADMINISTRA EL BLOG ARCISTERIO

Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

Entrada destacada

¿DE QUÉ ESTAMOS HECHOS?

    Contrariamente a la moda en boga de los medios, los presentadores y buena parte de la red, que se pretenden mesurados, línea media, ...

jueves, 30 de junio de 2016

SETOS, FILAS y TRÁNSITO

Especial para ARCISTERIO, de Roberto López-Geissmann. Escrito en junio de 2016 – Con tres ejemplos totalmente distintos intentaremos señalar un punto.

SETOS, FILAS y TRÁNSITO








   En la desmesurada ola de convicciones salidas “del aire”, que “se saben” con la seguridad de cosa cierta, que nadie discute y todos estamos de acuerdo, está, a saber: el que los irrespetos personales, faltas de urbanidad y cortesía, mentiras graves y menos graves, anhelos y fantasías de aparentar, llegando al abuso del derecho propio y el desconocimiento del ajeno, aprovecharse del débil y tráfico de influencias; todo ello antesala de una sociedad injusta, integralmente insalubre y vitalmente peligrosa... puede ser mejorada a través de imposiciones exteriores, vale decir, la creación de leyes más duras, fiscalización generalizada y represión a los incumplimientos; estamos hablando del clima previo a la fuerte criminalidad, del caldo de cultivo de la misma. Definitivamente es una forma de combatir ese “clima” pero, aceptando que ese caldo de cultivo es dañino, iremos a ver lo que a su vez origina ese ambiente mismo –el verdadero causante esencial del mal, su fuente.
   Reside el asunto en un cambio de idiosincrasia integral, entendiendo esto como una inversión de valores, una audacia digna de mejores derroteros, obsesionada únicamente en traspasar fronteras y derechos; en  impactar a las personas, en impresionar y fingir lo que no se es; en aprovecharse de la buena fe y la confianza; en ser el más “vivo” –con la viveza de ratón que no reditúa nada -y todo mayormente realizado sin mucho pensar, siguiendo la corriente, haciendo a un lado las trabas morales. Viva la libertad.










EL SETO
   Un seto es una cerca, hecha con arbustos o arbolillos recortados. Se utiliza para dividir propiedades, o partes de la misma; es esencialmente decorativa, colabora al orden y la estética y hace algunas décadas –y esto es lo que queremos subrayar –la gente respetaba una pequeña cerca de un metro, mejor que si fuera un muro de tres metros de concreto.
    En la foto inmediata se observa una casita clase media sin mayor protección que un seto de cierta altura. De hecho las casas de nuestra capital (y buena parte del mundo) han sacrificado la estética por la seguridad. Me acuerdo que en mi hogar solariego de la colonia Flor Blanca mi abuela se sentía absolutamente cómoda y segura con una barda y un seto pequeño y una puertecilla de hierro sin candado; si quería que no entrara nadie sólo se ponía un pasador sin seguro alguno y nadie entraba. Pero más allá de una rememoración sensiblera el punto está en que la gente respetaba de a de veras, pero íntimamente, no porque había un policía o guardaespaldas cerca; nada impedía un robo de sillas ligeras macetas pequeñas y otros objetos que se dejaban allí por un tiempo, o un asalto a una anciana con una sirvienta y unos niños… nada excepto una convicción moral, que era universalmente aceptada por toda la sociedad. Todavía no dominaba la burla permanente, la indiferencia y el desprecio, la feroz envidia y el sentimiento de dignidad confundido con la “reivindicación” de no servir a nadie, el non serviam luciferino, con su contraparte de poder entrar y hacer lo que se quiera...


LA FILA Ó COLA
   Hace varios años, en el Astroworld de Houston –cerrado hace “ratos” –se inauguraba una nueva diversión, era una especie de montaña rusa, en la que precisamente pasaban por un tramo que salpicaba mucho de agua (variante de las otras) por la que la gente hacía una enorme fila para probar la última “fábrica de gritos”. Ahí estaba este servidor junto a tres mexicanos jóvenes, residentes de la zona. Al ver el largo tiempo que nos tomaría poder pasar, dijeron de pronto: -no te preocupes que ya pasaremos y se salieron, halándome y haciéndome dejar la cola.
   ¿Cuál será el truco? –me preguntaba -¿será que conocen alguien que nos dejará pasar? La cosa era más simple, los chicanos (y un salvadoreño) planeaban hacer lo que siempre les había resultado: meterse a la fuerza en la fila. Pero hay que decir que estos jóvenes eran expertos, no agredían ni hacían escándalo, procuraban ser simpáticos, veloces y sonrientes, dispuestos a alejarse si alguien se les plantaba en serio, aunque no así, si únicamente protestaban en murmullos o gestos suaves. Lo que hice, no sin el dolor de perderme la diversión, fue alejarme y decirles que los esperaría por ahí. Ellos entraron, disfrutaron, salieron y me recriminaron. Asunto pasado sin más, pero me quedó la impresión, la tristeza y la vergüenza ante los gringos.
   Este “detalle” es clásico en la definición de un pueblo educado y respetuoso. El engaño amañado, el avasallar, el abuso… sólo indican toda una actitud asocial, solapadamente caótica, que promueve el traspasar la fina línea hacia la delincuencia. A esto no sólo se combate con educación básica, sino con protesta ciudadana activa.



TRÁNSITO SALVAJE
  Un amigo muy acucioso me dijo que ni la mejor computadora podría hacer que funcionara el tránsito vehicular fluidamente. Algo se logra con los semáforos y en algunos entornos, pero los redondeles, en caso de accidentes y la mayoría de lugares sólo la superior, casi mágica, aptitud del humano para calcular cuando pasar y cuando no hacerlo, la visión y análisis de los autos vecinos –y estratégicamente de los más lejanos –esa especial percepción de experiencia, sentidos e inteligencia logran lo que una máquina jamás podrá. ¡Bien por nosotros! Notemos ahora esto…
   Ese cálculo tan increíble no puede ser posible jamás si la gente desconociera por completo las reglas del tránsito –no digo “reglamento” porque esta información jurídica, si bien de apoyo, tiene la base en lo que el ciudadano conoce y acostumbra –es decir, si se maneja a la izquierda o a la derecha, las calles con derecho sobre otras (con sus señalizaciones), la velocidad de avance, formas de estacionar y otras. Por ello es que un buen conductor, siempre maneja con prudencia el vehículo cuando se encuentra en otro país, entre más lejano culturalmente mayor es el cuidado, y vemos que no es sino un resultado lógico el que de no hacerlo pueda ser accidentado.

   De esta manera queda establecido que afluencia ordenada –en el tránsito, en la sociedad y en la vida –no puede realizarse sino tomando en cuenta tres principios: 1. La conciencia de vivir en sociedad (el hombre sólo se realiza en sociedad), 2. Que por lo tanto tiene que seguir las reglas de la comunidad en la que vive, 3. Que el seguir esas reglas es indispensable para el desarrollo y la buena vida de todos. El tráfico es sólo un ejemplo, e igualmente que los otros ítems no se aplican sólo por la coerción y la multa, sino fundamentalmente por la aceptación práctica. Esto constituye la cultura. Debemos combatir sin tregua el sano y positivo accionar social.

No hay comentarios:

Publicar un comentario