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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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jueves, 30 de junio de 2016

YO TENÍA UN CAMARADA

Publicado hace varios años en El Diario de Hoy.

La columna nacional

Yo tenía un camarada


Por Roberto López-Geissmann

En las últimas semanas entraron al Walhalla -mítico paraíso de los guerreros- tres camaradas. ¿Por qué me expreso en esos términos? Porque me niego a claudicar en la batalla del lenguaje, dejándole a la izquierda la exclusividad del bello término "camarada", que significa unidos en lo ideológico, amigos por compartir una visión del mundo, compañeros de lucha, hermanos de combate en la lid política. Es un concepto rico y único que por nada del mundo tiene que ser dejado "al otro bando". Estamos hartos de que esa derecha ramplona e ignorante, con la mirada estrecha y corta del hombre económico, siga determinando nuestro paisaje político con ideas de la Guerra Fría y riéndose con suficiencia de lo que no entiende. Pues no, "camarada" no será un término "de los comunistas", pertenece en general a los hombres que tengan su propia cosmovisión, cualquiera que esta fuere, a los hombres que tomen a la política como algo serio y respetable. Esto hace una diferencia. Asumámosla. ¡Que los nuevos políticos no se avergüencen de serlo!


Los tres eran extranjeros con el corazón salvadoreño, con lazos de sangre en nuestro suelo y un entrañable y probado amor por nuestra patria: El Ing. André Rallión, francés de ideas tradicionales y "pied noir" argelino, con relaciones con los admirados "centuriones y pretorianos", que tan bien ha dado a conocer el escritor Jean Lartéguy, de un pensamiento de la auténtica derecha francesa, un hombre que se adhirió a cuanto grupo nacionalista parecía que podría realmente hacer algo bueno. Pequeño, entusiasta y alegre, lo conocí menos que a los otros, por desgracia. Werner Hoffer, esforzado y gigantesco austríaco, sus acentos pantagruélicos todavía resuenan en el ADEMAR (Asociación de exalumnos Maristas), sirviéndome de inspiración para un personaje de carácter en mi novela "Ángeles con Espadas"; Herr Hoffer quiso tanto a El Salvador que no dudó en involucrarse por entero, su pensamiento nacional revolucionario tampoco será olvidado. Jorge Flores, a quien mejor he conocido y por quien más he de extenderme. Desconozco si entre ellos se conocieron... en todo caso, lo harán ahora que se encuentran en su espacio heroico entre los luceros.
"Yo tenía un camarada... de los buenos, el mejor" -dice la canción-, y ello pocas veces se podrá aplicar mejor que a ese gran hombre -tanto en lo físico como en lo intelectual y espiritual- que fue don Jorge Flores Allende. Oriundo de Argentina, con mucha vida en el Paraguay y buen conocedor de toda Sur América, Flores Allende es un caso excepcional de fidelidad con sus ideas hasta el fin. Católico tradicionalista donde los haya, gran conocedor de la filosofía tomista, la Teología, las Ciencias Políticas y el Periodismo, era además un erudito de fina inteligencia que unía a un extraordinario bagaje de conocimientos intelectuales y doctrinarios una capacidad de acción práctica y de acción política al mayor nivel, y no me refiero a ello como "potencial" ya que nuestro inolvidable Jorge estuvo, conoció y realizó acciones verdaderas de tal importancia y a un nivel internacional tan alto, que se pudieran realizar libros serios y novelas basadas en sus ejecutorias.
Un verdadero talento que nunca fue -en nuestra tierra- reconocido en sus auténticos méritos. Un gigante mental y de acción que pudo (y debió haberlo sido) ser un asesor de los más altos niveles de la política nacional. Cuando se necesitaban guerreros políticos, buscaron asesores financieros y publicistas y no bastó con ello, se le intimidó, se le calumnió, se lo orilló a terminar luchando por su subsistencia... a él, al gigante bueno y sabio, al hombre valiente no lo quebró la izquierda, sino ese grupo de aprovechados que se dice "derecha". Hiciste lo que pudiste, Jorge, y a nadie se le puede exigir más. Estamos en los pesados tiempos básicos del Kali-Yuga. Era en que los héroes no son tales y en que al parecer pesa más que el ser... eso lo explica todo.
¡Pasemos revista! Camaradas Rallión, Hoffer y Flores... -y escucho al unísono aunque muy distintas las tres voces de los nuevos legionarios de ese cielo sin descanso, que a voz en cuello, vibrantes, con alegría y orgullo responden-: ¡Presentes!


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