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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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jueves, 29 de septiembre de 2016

EL MAGO DE OZ - LA MAGIA ESTÁ EN LA GRACIA

LA MAGIA ESTÁ EN LA GRACIA


   Les presento ahora mi comentario de la clásica obra El Mago de Oz, de la MGM de 1939, dirigida por cinco grandes directores, con su inolvidable música y la actuación de Judy Garland (madre de Liza Minelli), basado en el libro de Frank Baum. Considerado uno de los más grandes films familiares y película de culto. Se publicó en El Diario de Hoy el 4 de febrero de 2007.

   Con su extraordinario mensaje en que la fantasía y la magia no son más reales que el amor del hogar, pero que en el mismo se encuentra la base para trascender del prójimo hasta el creador, ya que su magia –o fuerza real sobrenatural –es la Gracia, a través de la cual todo podemos y es también el camino de dorados ladrillos hasta nuestra verdadera felicidad.

 

Democracia ni en los cuentos

EL MAGO DE OZ
                                   Por Roberto López-Geissmann.


       Recién he visto la clásica película El Mago de Oz, después de varias décadas, y mis ojos, sin la ingenuidad infantil y con la carga de ciertos conocimientos que me alertan a saber que, tras los mejores cuentos de hadas se esconden profundas esencias de sabiduría, enterrada bajo una lectura de apariencia frívola y a veces hasta ñoña –lo que constituye precisamente una forma esotérica –me arrojaron pues a una lectura más interesante que la entretenida y querida pieza. Veamos:
1.     Encuentro con Carlyle. Cuando Dorothy encuentra al espantapájaros, al hombre de hojalata y al león cobarde y los incorpora en su jornada a Oz para ver al Mago, estos tres personajes buscan, respectivamente: un cerebro, un corazón y valor. El hombre completo, del que Carlyle escribió su obra El genio, el santo, el héroe. Pero la búsqueda es llevada por una NIÑA –aquello de que el que sea como niño accederá al reino de los cielos –y al final cada uno de los tristes caminantes descubren que de hecho ya tenían lo que buscaban. El Mago no es tal, sino un hombrecillo (bueno y bien intencionado) que manejaba con puras ILUSIONES, o sea con propaganda e imagen, a un conglomerado que vivía en la mera ciudad de la esperanza (Emerald City o Ciudad Esmeralda) lo que es un Macondo... Pero no se vea aquí esto desde un ángulo negativo, manipulador, sino desde el punto básico en que la ilusión de la esperanza puede ser un acicate, una fuerza real para construir lo verdadero, ya que no fue sino muy reales resultados los que lograron nuestros personajes.


2.     ¡No hay sitio mejor que el hogar! Es la conclusión a que arriba al final de su extraordinaria lectura la pequeña Dorita, quien salió a buscar mundo y aventuras, como una inolvidable historia del Libro de Oro de los Niños que concluye en este riquísimo aserto. Se puede identificar a la bruja mala como la parte sombría que interactúa con su ejército de seres horribles, monos voladores (imaginación truculenta) y flores hermosas de perfume peligrosamente adormecedor (placeres, hedonismo debilitante); siendo el hada buena como la superconciencia (externa al hombre) y sus auxilios espirituales. Pero en todo el camino no faltan los cuidados de unos por otros, la ternura del perrito Toto y en general el hilo conductor que los redime, fortalece y devuelve a la valiente niña (con nuevas luces) a su centro original, y este no es otro que el Amor. El dirige, él cambia, él fortalece y él nos lleva a lo mejor que se pueda encontrar, humanamente, en este mundo, que es el amor del hogar. Sólo superado por el de Dios, a quien es más fácil encontrarlo a partir de aquel.
3.     Democracia ni en cuentos. Después que el ilusionista honesto ha ordenado a su país... no lo somete a la acción destructiva, disolvente y degenerante de una mega asamblea que sólo por la machacona insistencia de intereses oscuros puede verse como positiva para el género humano... lo deja ante la responsable, ilustrada y devota actuación de unos pocos, el triunvirato ya mencionado, que pueden con mejores posibilidades manejar el mundo de Oz. Porque la lucha posible es la de ablandar corazones, superar ignorancias, multiplicar inteligencias, elevar solidaridades, fortalecer voluntades, potenciar éticas y exigir justicias, mas nunca será sino una utopía de nefastas consecuencias el propugnar por una organización inorgánica, estructurada fuera de la naturaleza, irreal e irritantemente simple como es la supuesta democracia (objeto de todos nuestros sacrificios y nuestras desgracias). Ninguna historia profunda, heroica o esotérica se ha basado jamás en los “valores inmortales y sagrados” de la madre de todas las revoluciones, que sólo puede producir tristes cuentos para tristes niños, contados por más tristes aduladores en trabalenguas que jamás podrá compararse a los alegres, preciosos, profundos, heroicos y sabios cuentos tradicionales.




       Que la Filosofía perennis se acoja a la poesía para inspirar buenas ilusiones a nuestros gobernantes, de las que crean realidades, recordando lo que dijo el mártir español, que había que levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete.

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