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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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jueves, 9 de marzo de 2017

EL CHISME, MALIGNO Y COBARDE

EL ART. FUE PUBLICADO EN El diario de Hoy A SIETE DE NOV/2011
Hecho reciente que me movió a ponerlo de nuevo en el tintero
   Hablando recientemente (2017) con un buen amigo –particularmente culto –me sorprendió la virulencia con que se refería a los supuestos manejos de corrupción de un alto dirigente (también amigo, del que sin poner las manos al fuego, pido al menos que me documenten las acusaciones tan escandalosas y contundentes que se le imputan).
   Pues bien, a pesar de no documentarme nada, siguió por el mismo estilo en contra de otro conocido –del que sí pongo mis manos al fuego – y luego de un verdadero prócer intelectual, con cargos supremos y más bueno que el pan. Esto fue demasiado. Y dado que el culto pero virulento acusador amenazaba llevarse a “todo el mundo”, esa misma reflexión calmó mis ánimos. Es el clima de distribución de “porquería por ventilador” que está a la usanza de los tiempos y que salpica a todos –incluso a los que alegremente se dedican a esta pútrida labor, creyéndola muy inteligente.
   Es indudable que todas nuestras sociedades padecen de una gran carencia de ética, de gusto por el escándalo, de triste afición por la feminoide (que no femenina) expresión de pensar mal y hablar peor de todos, lo que no ocurriera si no estuviésemos en un ambiente real en la que la corrupción, como parte de la decadencia general, no campeara ni progresara tanto.
   Lo aceptamos sin tapujos. Lo inaceptablemente pernicioso es que aceptemos sin mayores pruebas lo que sea que cualquiera diga, publique o escriba, con nombres propios, seudónimos, en los periódicos, en la televisión o donde sea. No puede ser que alguien pulcro, íntegro, que a lo mejor le ha costado serlo en términos incluso económicos, por mantener el buen nombre de su apellido por la honra familiar y el honor de sus hijos –siendo que a veces sólo eso puede legarles –sea vencido por un chisme desgraciado, a causa de la envidia o el imbécil sentimiento de igualitarismo por la pretendida “gran verdad” de que todos somos corruptos o podremos serlo.
   Seamos serios, maduros, caritativos y simplemente inteligentes, juzguemos mejor y guardemos unos juicios delicados en espera de pruebas claras… o investiguemos.




Otra arma de los titiriteros…
EL CHISME, MALIGNO Y COBARDE
                                                                               Roberto López-Geissmann

       La información, en lugar de transformar la masa en energía produce aún más masaBaudrillard.


   Después de haberme referido en artículos anteriores al peligro que nos está lloviendo (a la humanidad en general y a nuestro país en particular) –la disolución en variadas formas –quiero alertar como acostumbro, manteniendo nuestra mente e imaginación ágiles y dispuestas, para no caer en una de las trampas favoritas de los manipuladores, esos titiriteros que siempre están lanzando lazos para manejarnos a su antojo, y en este caso buscan que les hagamos la tarea mediante el cobarde expediente de difundir chismes.
   De boca en boca, en Internet, en reuniones de todo tipo… está cundiendo la triste y nefasta costumbre de “estarse comiendo” a todos, principalmente a los personajes políticos, de sociedad o cualquier tipo de ubicación que “sean conocidos” a manera de no dejar títere sin cabeza. Desde la venerable matrona y la cipota alegre, pasando por el trabajador cansado, el profesional desgastado y los especialistas de la comunicación, todos, con aire de “saber algo más, privilegiado y de buena fuente” se acercan, sonríen torvamente y con voz baja en ademán de complicidad te sueltan el rollo de: -¿ya sabés que el licenciado tal está a punto de ser demandado por…? … Dicen que el Ministro X es narco; no, de verás, está probado… ¿Sabés del contubernio entre los partidos tal y cual? Todo lo está preparando fulano con el apoyo de X medio de comunicación, que es su aliado… Y así ad náuseam. Parece mentira cómo se difunden toda clase de historias, nunca buenas y que contribuyen precisamente al ambiente de pantano que cada vez nos hace sentir el agua hasta el cuello y nos marea de asco, en detrimento de nuestra sociedad, de la mínima capacidad de análisis y prudencia que debiéramos tener y ni qué decir del sentido de caridad, civismo y caballerosidad que es el adecuado Norte de una correcta actuación. Esto nos disuelve como sociedad, como personas y como comunidad política, todo en un solo movimiento maligno.
   Ni nos chupamos el dedo ingenuamente ni desconocemos el certero y repugnante oficio de las usinas de rumores como se denominan los “think tanks” de la publicidad nefanda, que siguen la definición del diccionario ruso sobre la Desinformatzia: “la utilización de la libertad de prensa para manipular a las masas” –aunque a veces no tengan nada de rusos ni de “suizos”.
   Debiera resultar obvio que un artículo como esté no pretende defender a nadie y que sí busca el Bien Común mediante la puesta en picota de tan deleznable como peligrosa usanza. Si seguimos atacándonos estúpidamente vamos hacia un embrutecimiento individual que tendrá repercusiones colectivas; curiosamente y aunque parezca esto ser acción no lo es, por el contrario estaríamos siendo hipnotizados por la pasividad de seguir un lineamiento: el que nos conduce a la total desconfianza, a la total desesperación y a la total decepción de todos y de todo… de lo que surgirá como resultado una explosión de la que no tendremos en absoluto el dominio.



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