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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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martes, 28 de febrero de 2017

PATENTE DE CORSO - PÉREZ-REVERTE

Comparto con ustedes un artículo publicado en El Diario de hoy en marzo de hace pocos años. Pretendía dar al lector la noticia –sobre todo a los no españoles –que Don Arturo, a fuer de novelista de primera es un ágil e interesantísimo periodista que tiene además, “patente de corso” para escribir. 


Reseñas de escritores: Pérez Reverte.
PATENTE DE CORSO
                                                                            Roberto López-Geissmann


   -Es curioso lo sola que está la gente y el frío que tiene y cómo se agarran a cosas como un libro o una firma de alguien que escribe cada semana… -dice Martín Nogales, prologando el libro Patente de Corso, del escritor español Arturo Pérez-Reverte. Autor este tan prolífico como de calidad, acaso el más grande bestseller actual de la novelística española, con un chorro de películas ya, basadas en sus obras de ficción. Algunas de las principales son La Tabla de Flandes, El Maestro de Esgrima, El Club Dumas, La Reina del Sur, La Piel del Tambor y la saga del Capitán Alatriste, entre muchísimas más. Aún cuando es de mis escritores favoritos, mi admiración no llegó al pináculo sino cuando leí el libro del mismo título que este artículo, que no es obra de fantasía sino obra periodística, que también lo es Reverte.
   Mi intención era irme haciendo de la saga de Alatriste, pero por crónica falta de fondos tuve que comprar un trío de libros empaquetados, en el que venían dos de Alatriste (en desorden, por lo que hasta la fecha no he podido leer ni uno de la saga) y el mencionado, que jamás hubiera comprado si no viniese con las dos novelas. Son artículos publicados en El Semanal, revista de fin de semana distribuida en un par de docenas de periódicos regionales, durante seis años; apenas los hojeo y me doy cuenta que estoy ante algo absolutamente fuera de lo común: un articulista de una sinceridad e integridad tal que él mismo dice: escribo con tanta libertad que me sorprende que me dejen, absolutamente delicioso en su prosa, que logra el dificilísimo arte de escribir con sencillez y a veces hasta con palabras fuertes, lo que son elaboraciones muy de fondo de un pensamiento singular y de gran personalidad, que se pasea por toda suerte de situaciones y asuntos.
   Dado que Perez-Reverte no es sólo novelista, sino articulista y además periodista de garra, como que ha cubierto guerras y sucesos con valor de comando, su visión de las cosas –sin perder un humanismo a menudo regado de humorismo sarcástico –posee una visión crítica, y en ella lo deliciosamente “incorrecto”, con cuya mentalidad me he sentido identificado, como nunca en mi vida.
   Pongamos un ejemplo de incorrección, que demuestra lo absolutamente real e histórico del tema, pero también el valor de mencionarlo, tomar partido y escribir ácidamente del particular. Refiriéndose a los horteras –definidos como las personas o cosas de mal gusto, pero aún: vulgares y también a los que quieren aparentar lo que no son y al rato “se les ve el plumero” –comenta, sin desperdicio alguno, lo siguiente: “…culto a determinados símbolos externos…como si una bandera inglesa te convirtiera en inglés, un libro en intelectual o un traje de Armani en triunfador dinámico, como parecen creer esos ministros y subsecretarios mireusté a los que aún les canta, después de doce años largos, el complejo de maestro de escuela o de fontanero con carnet –profesiones, por cierto mucho más dignas que la de mangante uniformado por Armani.” No sólo del mundo periodístico se disfrutará al leer este librazo.

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