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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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viernes, 5 de febrero de 2016

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GUERREROS OLVIDADOS
-Honrando se honra y nobleza obliga-
                                                                                       Aparecido a finales de 2008 en EDH.
    Es penoso tener que presionar para recibir lo que se merece. Un grupo político jamás debiera recordar a su dirigencia que es una obligación de honor el recordar, honrar, agradecer y apoyar a los luchadores de la primera hora, vivos o muertos. Es pecado de lesa honradez y agrio desagradecimiento la torpeza política de olvidar a nuestros héroes, a los que se fajaron, sacaron pecho y a los que en buena medida debemos lo que se ha logrado de bueno y  -de hecho –que son inimputables del todo de las falencias del sistema porque nunca han estado con poder, o muy marginalmente en el mismo.

    Estas reflexiones me las trae a cuento el leer una oportuna publicación de un grupo de ex militares al recordar el oprobioso secuestro y posterior asesinato del embajador de Sudáfrica. Pienso que es del caso recordar los desmanes inhumanos de los grupos de malhechores fuera de la ley natural que operaron otrora, victimizando en buena medida a gente inocente, terrorismo puro. De ahí pasé a rememorar a tanta persona y grupo valiente, tesonera, audaz, que dio la cara cuando tantos se escondían, salían fuera del país o se zafaban con argumentos de pacifismo (que mal escondían la “churria” –diarrea -crónica en la que vivían). Siento que esta no debe ser esta una crónica personal, dispersa, efímera, crepuscular, de recuerdo que se hace viejo y muere. Su contenido tiene la fuerza vital del joven león, del ejemplo viril, del heroísmo de madres y esposas, de abnegados militares, de profesionales y empresarios que no tenían por qué arriesgarse y no lo hicieron por dinero sino por principios, por Dios, por Amor, por una idea de Nación y Patria. Por ellos no podemos permitir que se extingan en el olvido sus ejecutorias ejemplares. Recordemos a...
  • Precursores como el padre Fuentes Castellanos, con sus brillantes escritos y el discipulado que formó, del cual ni idea tienen muchos. Claro que hay más nombres tras este.
  • Las organizaciones de valientes mujeres (aparte de las areneras orgánicas) como el Frente Femenino y la hipervaliente Cruzada Pro Paz y Trabajo, con un ramillete de señoras que le daban clases a mucho “machito” empistolado. Recordemos la marcha a Casa Presidencial.
  • Periodistas, tanto empresarios como individuales, que con serios costos materiales y síquicos afrontaron la ola roja, siendo más de uno de ellos atacado en sus bienes y vidas.
  • Grupos Culturales y de Divulgación Metapolítica, que en un número mayor de lo que la generalidad sabe, se “fajaron” duramente, a menudo sin apoyo. Recordemos a Edgar Chacón y Gabriel Payés, entre otros, pues no sólo se les mató, se los hirió físicamente y se los sacó del país.
  • A pensadores, escritores y asesores o funcionarios allegados al gobierno o a la derecha. Inspiración de miles, gasolina espiritual e intelectual para el combate. Destaco entre ellos al querido León Dorado –Dr. José Antonio Rodríguez Porth –como el más sindicado quizá.
  • Los aguerridos oficiales y soldados de la Fuerza Armada que de verdad fueron guerreros.
  • Los fundadores, firmantes et alia, del partido, con tantísima gente de todos los sectores.
  • Olvidados, sin ceremonia ni mística, ni medallas o actos que los recuerden, los que sobreviven en su mayoría marginados. ¿Qué lección histórica se está dando?




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