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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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viernes, 30 de abril de 2021

 

PENSADORES Y ESCRITORES

ORIGINALES, NO CONFORMISTAS

Antimarxistas y Antisistema

 

HOY Nicolás Gómez Dávila

Especial para Arcisterio de

Roberto López-Geissmann


INTRODUCCIÓN a la presentación periódica de estos personajes:

  En esta sección periódica considero aprovechable ir conociendo a varios pensadores de lo más interesante, aunque no pertenezcan a una misma corriente; después de presentar algunos, acaso veamos puntos en común. He tomado de la “red”, y algún lugar más, una breve reseña de quién era nuestro personaje -colombiano -de este día, al cual revelo considerar del mayor aprecio dada la extraordinaria adhesión a su pensamiento, que comparto y sugiero.

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  Extraordinariamente erudito, profundo conocedor de las lenguas clásicas, defendió una antropología escéptica fundada en el estudio profundo de Tucídides y de Jacob Burckhardt. Consideraba que las estructuras jerárquicas debían ordenar la sociedad, la Iglesia y el Estado. Criticó el concepto de soberanía popular y también algunos cambios que introdujo la Iglesia católica a raíz del Concilio Vaticano II. Conocedor a fondo de la tradición filosófica antigua y moderna, desde Platón a Heidegger, que estudió en sus lenguas originales, de los grandes debates de la teología occidental, admirador de la literatura francesa clásica y lector de numerosas obras críticas sobre la historia moderna que se encuentran en su biblioteca personal, la obra de Gómez Dávila abarca prácticamente todos los temas relevantes de la filosofía, destacándose sus preocupaciones estéticas y su filosofía de los valores, esenciales en su crítica antropológica a las ideas metafísicas y teológicas de la modernidad.

  Difícilmente clasificable en categorías que su misma filosofía ponía en cuestión, Gómez Dávila se declaró a sí mismo un "reaccionario auténtico", (Savater lo llama “reaccionario inconformista”) categoría que él mismo distingue de las posturas meramente "conservadoras", "integristas" o "nostálgicas". De esto sus frases: Los individuos civilizados no son producto de una civilización, sino su causa… Los reaccionarios les procuran a los bobos el placer de sentirse atrevidos pensadores de vanguardia. No son pensadores excéntricos, sino pensadores insobornablesEl reaccionario no es el soñador nostálgico de pasados abolidos, sino el cazador de sombras sagradas sobre colinas eternas. La vida es taller de jerarquías, sólo la muerte es demócrata.



   El filósofo y ensayista Fernando Savater dice que “Quizá el aspecto más interesante del pensamiento de Gómez Dávila consista en que no puede ser sencillamente clasificado como un pesimista a lo Cioran o como un nostálgico de los felices tiempos pasados, como tantos aristocratizantes que no echan de menos la ilusoria armonía perdida de la sociedad antigua sino sólo sus desaparecidos privilegios…

  Por el contrario, revela frecuentemente una sensibilidad desprejuiciada -por crítica que sea- ante los ritos y mitos de la modernidad… No es el pesimismo, sino la lucidez la que le lleva a afirmar "madurar no consiste en renunciar a nuestros anhelos, sino en admitir que el mundo no está obligado a colmarlos". Ningún verdadero pesimista admite nunca del todo que la auténtica cordura implica frustración pero no se reduce a ella.

  Citamos a NGD: Ser civilizado es poder criticar aquello en que creemos sin dejar de creer en ello… quien no vuelve la espalda al mundo actual se deshonra" o también "aun la derecha de cualquier derecha me parece siempre demasiado a la izquierda.

  Bogdan Piotriowski, Miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y Magíster en Literatura Hispanoamericana por el Instituto Caro y cuervo dice: La obra de Nicolás Gómez Dávila se fundamenta en unos claros criterios personales y, al mismo tiempo, proyecta un pensamiento crítico individual, independiente, sólido, coherente y admirablemente abierto. Cosa rara en nuestra época, cuando las modas parecen avasallar y los medios de comunicación pretenden manipular de manera sutil el subconsciente de los ciudadanos…

  La actitud de plena libertad intelectual de Nicolás Gómez Dávila; su afán de lectura, sostenido por medio del diálogo en las tertulias; su amor por la sabiduría y su intelecto... su erudición (autodidacta) y su pensamiento docto y profundamente humanista evocan el título o, si se prefiere, el calificativo de “hombre de letras”, que desde hace siglos se otorga a las mentes claras y fructíferas.

  Cito a NGD: No hay cosa más deprimente que pertenecer a una multitud en el espacio. No hay cosa más exaltante que pertenecer a una multitud en el tiempo… Los reformadores de la sociedad actual se empeñan en decorar los camarotes de un barco que naufraga



  Algunas frases de Nicolás Gómez Dávila, sacados de su monumental obra de aforismos llamados por él Escolios –los de negrita los distinguí yo:

El pueblo no elige a quien lo cura, sino a quien lo droga.

Cualquiera tiene derecho a ser estúpido, pero no a exigir que veneremos sus estupideces.

 El primer paso de la sabiduría está en admitir, con buen humor, que nuestras ideas no tienen por qué interesar a nadie.

Ser civilizado es poder criticar aquello en que creemos sin dejar de creer en ello.

El único que agradece a la vida lo que la vida le da, es el que no espera todo de la vida.

Aun cuando la humildad no nos salvara del infierno en todo caso nos salva del ridículo.

La vida es un combate cotidiano contra la estupidez propia.

 El mito es el único modo de expresar verdades simples.

 

 Negarse a admirar es la marca de la bestia.

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