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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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jueves, 30 de abril de 2020

JUSTICIA LABORAL, UN PROBLEMA DE FALTA DE MORAL MÁS QUE DE SISTEMA

El 17 de abril de 2013 apareció este mi artículo en El Diario de hoy. Es de triste evidencia que las condiciones que allí se retratan subsisten. Sin embargo no es en sí una denuncia lo que se persigue como motivación principal, sino el que se ponga atención que las pésimas prácticas sociales, reñidas del todo con una sana moral social, no son consecuencia de un sistema económico en sí, que si bien defectuoso es superior a la opción socialista, sino que estos males son ocasionadas por erradicar de los planteamientos económicos –bajo pretexto de un cientificismo falso –los aspectos de moral natural que son inseparables del ser humano.

Una cuestión espinosa
JUSTICIA LABORAL
                                                           Roberto López-Geissmann
Nuestro sistema, llámese americanismo, capitalismo o como sea nos da una gran oportunidad si sólo la tomamos con ambas manos y le sacamos el máximo provecho.  Al Capone.

   Es lo más triste el que cada vez existan más empresarios que tengan por slogan el anterior, entendido con los alcances ya conocidos del notorio Al Capone, “el rey de los gángsters”. Falta de condiciones mínimas de seguridad, contratos trucados, exigencias de trabajo que rebasan el tiempo legal (sin pago extra), tratos indignos, embarazadas rechazadas, despidos sin pago de indemnización, trabajo en domingos y días de asueto sin compensación… todo aderezado con la pérfida frase de: -¡y si no te gusta hay miles esperando!
   Pero antes que calenturientas mentes, en su ignorancia, me acusen de chaquetear haciendo guiños izquierdistas he de decir que esos deformados empresarios, no importa si desgraciadamente son muchos, no representan, y por el contrario execran, el ideario de fair play –trato o jugada justa, correcta –de una casta tan variada como cualquier otra y en la que pese a toneladas de propaganda marxista, no se le pueden imputar mayores fallas que a otros estamentos sociales. No todo empresario es un capitán de industria.
   Pareciera a veces justificada la frase del universo “marxiano” que dice que el capitalista le venderá la soga al mismo que ha de ahorcarlo, significando por esto que su afán de lucro, su desmedida ambición es tan ilimitada que ciega su inteligencia y sería capaz de venderle las armas a la banda que ataca su propia casa… más aún cuando de hecho lo hace, no a veces, sino cada vez más seguido. Así vemos festivales de teatro o concursos literarios completamente impregnados de signos de izquierda, auspiciados por grandes empresas cuyos dirigentes a menudo se dan golpes de pecho “derechistas”… a morirse de risa si no fuera trágico, y más aún el que les hayan vendido la idea que es “lo único y mejor”. Pero note el lector que esta deficiencia no les viene de la “propiedad privada” sino de la ignorancia, igual que la injusticia laboral no reside en la “esencia de la estructura capitalista” sino en la ausencia de una ética que se ha fugado al mismo tiempo que la vergüenza y el sentido espiritual del mundo; no lo haría mejor otro materialista ambicioso, egoísta y loco por los placeres mundanos, lo estamos viendo. La imputación no es al modo de producción sino a la moral.
   Cuando en la Universidad nos hablaban de los abusos contra los trabajadores, sabíamos que se trataba de generalizaciones monstruosas, casi risibles… varias décadas después, con suspiros de dolor tenemos que admitir que la mentira se está acercando a la verdad. Sea esta un llamado a la atención a los de buena voluntad que no pertenecen a esa recua de explotadores; que despierten los politicastros que no corrigen a esos abusadores que llevan agua al molino de la revolución, convirtiéndose con su comportamiento inhumano en los mejores propagandistas del odio, que es la ideología con la que nunca estaremos.
   El trato justo, el cumplimiento a la ley –sabemos que muchos lo hacen superando aún lo exigido –el no perder la visión humana de la cadena productiva, que eso somos, con solidaridad y sin perder la claridad de tratar con hermanos con alma, no con “elementos cosificados e intercambiables”… eso necesitamos.

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