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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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sábado, 16 de febrero de 2019

REALIDAD DE LAS CRUZADAS

  Aclarando situaciones históricas que desde hace mucho están ya aceptadas –que estaban erradas –aunque las aclaraciones, además que para los buenos académicos, no han trascendido más que a una parte muy minoritaria de la población, dados los intereses políticos y desintegradores que siguen actuando, colando y subrayando (tergiversando) la realidad histórica.


Las Cruzadas – Una Defensa
Por Don Closson, The Crusades

  Si hay un mito que genera un cargo de conciencia en los cristianos y en la civilización occidental, es la idea de que las cruzadas emprendidas por el catolicismo fueron un vergonzoso episodio en la historia del cristianismo. Los apologistas del islam no pierden ocasión de traerlo a la memoria para justificar el odio y resentimiento de los predicadores en las mezquitas, y de las hordas musulmanas en las calles quemando banderas y pregonando muerte a EEUU, Israel y/o al occidente en general. Bin Laden y sus secuaces no se cansan de arengar al mundo musulmán contra las “cruzadas” modernas por parte de Inglaterra y los EEUU. El humanismo de occidente bate el mismo tambor como parte de su agenda anticristiana en procura de la total secularización de nuestra civilización. La continua vilificación de las cruzadas en los círculos intelectuales y los medios de comunicación es crucial para poder culpar a la civilización occidental en general, y al cristianismo en particular, del avance del terrorismo en el mundo.
  La indoctrinación ha sido tan exitosa que el ciudadano común y corriente, al escuchar de las cruzadas, las concibe como algo negativo en forma automática. Por muchos años los libros de texto, los planteles docentes de las universidades, la prensa liberal, las documentales de televisión y las películas de Hollywood, han pintado las cruzadas como el producto de las mentes diabólicas del papado, de señores feudales sedientos de poder y riquezas, y los instintos criminales de hordas de hombres miserables en busca de un botín. Por supuesto, la idea es que los musulmanes fueron las víctimas inocentes de estas turbas sedientas de sangre que quisieron imponer el cristianismo a la fuerza sobre los tolerantes y progresistas pueblos del Islam.

  El panorama no es más alentador en círculos cristianos. Con mucho pesar, debemos decir que la gran mayoría de los cristianos modernos conocen poco o nada de historia. Sus principales fuentes de información sobre el pasado son, también, las películas de Hollywood, los programas de televisión, y la ignorancia típica del hombre de la calle.
  Proponemos en este breve bosquejo, una guía práctica para conocer la verdad acerca de las cruzadas. Es nuestra esperanza que el lector sea motivado a profundizar en la historia y conocer la verdad acerca de ellas, al mismo tiempo que toma en consideración que la historia es más complicada de lo que los apologistas de diferentes causas aducen a menudo. Factores como la pecaminosidad del hombre, la corrupción de los sistemas políticos y religiosos, las rivalidades ancestrales, los intereses feudales y la providencia divina ejerciendo su soberanía al dirigir la historia hacia su escena final, son cruciales para entender el “cuadro grande” del choque de civilizaciones. El bosquejo a continuación es una base para que el alumno o el lector realicen su propia investigación en búsqueda de los documentos y los datos históricos relacionados con el tema.
EL ASEDIO DE SAN JUAN DE ACRE, EN JERUSALEM

Mito: Las Cruzadas fueron una agresión del mundo occidental contra la cultura musulmana. Realidad: Las Cruzadas fueron guerras defensivas, una respuesta a la agresión musulmana.
Mito: Las Cruzadas fueron una invasión de territorios musulmanes. Realidad: Durante los 400 años anteriores a la primer Cruzada, los musulmanes atacaron y sometieron Palestina, Siria, Egipto, todo el norte de África y España (áreas cristianas por excelencia). Dos tercios del mundo cristiano estaban bajo la espada musulmana.
Mito: El motivo de las Cruzadas fue la ambición de la Iglesia Católica por expandir su poder. Realidad: Durante el siglo 11, los musulmanes conquistaron prácticamente toda Asia Menor (Turquía moderna). El emperador de Constantinopla, último bastión cristiano en la zona, pidió ayuda a los cristianos del oeste europeo para defender su territorio. Ese fue el origen de la primera Cruzada.
Mito: El objetivo de las Cruzadas fue conquistar territorios. Realidad: El papa Urbano II propuso dos objetivos específicos a los cruzados: 1) Rescatar a los cristianos del este, y 2) Liberar Jerusalén y otros lugares santificados por la vida de Cristo.
Mito: Los cruzados eran individuos sin tierra ni recursos que aprovecharon la oportunidad para saquear otros pueblos y hacerse ricos. Realidad: Este mito ha sido ya pulverizado por la erudición. Los expertos ya están de acuerdo en que los caballeros cristianos fueron en buena medida, hombres ricos dueños de suficiente tierra en Europa. Estos hombres renunciaron a todo esto para cumplir lo que ellos llamaron una “santa misión”. Muchos de ellos lo perdieron todo.
Mito: La piedad y el cristianismo de los cruzados fue sólo una cortina de humo para esconder sus intenciones de dominación y acumulación de riquezas. Realidad: Existen miles de documentos que establecen que muchos cruzados estaban en conocimiento de su condición pecaminosa y emprendieron su misión como un acto de penitencia, caridad y amor por Dios (su teología fue errónea, cortesía de la iglesia de Roma). Por supuesto, no estaban en contra de obtener botín cuando era posible. Unos pocos se enriquecieron. La mayoría retornó sin nada.
Mito: El objetivo central de las Cruzadas fue la conversión del mundo islámico a la religión cristiana. Realidad: A los musulmanes que vivieron en los territorios conquistados por las Cruzadas se les permitió conservar sus propiedades, su sustento de vida y su religión. La conversión forzada fue una práctica exclusiva de los poderes islámicos, no de los cristianos.
Mito: La violencia manifestada por los cruzados fue brutal. Varias masacres se llevaron a cabo. Realidad: La verdad es que los derramamientos de sangre brutales sucedieron de ambos lados. Los musulmanes fueron, en general, barbáricos en su tratamiento de los cristianos y judíos. Los prisioneros que tomaron los musulmanes en la primera Cruzada fueron ejecutados, con excepción de los que se “convirtieron” al Islam. El mismo Saladino, tan ponderado por los libros de historia como un ejemplo de tolerancia, fue un gran carnicero.
Mito: Las Cruzadas fueron un fracaso total. Realidad: Si bien en las Cruzadas no faltaron fracasos y derrotas, en el panorama más amplio establecieron el tono para tratar con el imperio islámico y evitar su expansión. Fueron en ellas mismas un acto de autopreservación cultural. Sin ellas, la civilización occidental hubiera sucumbido y la religión cristiana hubiera desaparecido por mano de los musulmanes, de la misma forma que extinguieron el Zoroastrismo en Persia.
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COROLARIOS: 
Un dato muy importante para conservar las cosas en su perspectiva correcta: Las Cruzadas comenzaron en 1096, el Jihad comenzó en el 624, 472 años antes. A pesar de las Cruzadas, hacia los siglos 14, 15 y 16, los gobiernos musulmanes continuaban creciendo en poderío. Los turcos otomanos continuaron avanzando hacia el oeste llegando hasta las puertas de Viena.
  La Reforma Protestante, que acertadamente rechazó el papado corrupto y la doctrina de las indulgencias, e inauguró una nueva era para la difusión de la Palabra de Dios y la salvación de millones, trajo a colación su lado negativo. Si bien presentó los defectos existentes y provocó la Contrarreforma, que puso en buen camino la decadencia que había comenzado en la Iglesia, restó mucho poder para enfrentar a la amenaza musulmana. Para muchos protestantes, la idea de persistir en el espíritu de las cruzadas se transformó en algo impensable y antibíblico. Esto dejó la responsabilidad de la lucha contra los voraces musulmanes en los hombros de la Iglesia Católica.
  En 1571, la llamada Santa Liga derrotó a la flota otomana en Lepanto, marcando el comienzo de la neutralización del peligro del islam. Lamentablemente, el monstruo vuelve a alzar su cabeza hoy, más amenazante que nunca.

   

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