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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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domingo, 23 de septiembre de 2018

CAMBIANDO EL PASADO


 

Desde hace tiempo surgió el “revisionismo histórico”, buscando datos e interpretaciones diferentes a la historia oficial; y aunque pronto fue aprovechado por historiadores que corrigieron la plana a los izquierdismos (en el más amplio sentido) luego fue retomado –como era de esperarse –por el enorme poder de la izquierda cultural, que han devuelto el golpe con creces. Reflexiona sin pasión.


  Aparecido en El diario de hoy el 26 de noviembre de 2006; comentarios adicionales al final, en color azul.
 

Reflexiones sobre Metapolítica

REVOLUCIÓN, OLVIDO Y CAMBIO.
                                                              Por Roberto López-Geissmann.




Falsificar el pasado es el método utilizado por la izquierda para producir el futuro.
Nicolás Gómez Dávila.

       Se ha acostumbrado a la gente a que piense que cuando se dice la revolución, así en artículo singular y determinado (en función de que hubiera UNA, o que al menos fuera LA principal) se piense en que se trata de la Marxista, la que tuvo lugar en Rusia el primer cuarto del siglo pasado y por extensión al pensamiento político o intelectual que antes o después se ha derivado de ella.
       Ello obedece a la intoxicación ideológica profunda de LA REVOLUCIÓN, pero la original, la mera-mera, la madre de todas y la más importante. Si hace pensar que la marxista es la primera y no un derivado sustanciado en ella misma, habrá ganado ya bastante al sedimentar en el humus histórico su espacio como normalidad, permanencia conservadora y hasta se permitirá una vaga idea de oponerse a la otra en pretensión de detener las ideas que en última instancia la “nueva” (marxiana) no ha hecho más que hacer rodar y que fueron producidas por “su mamá”. Claro, nos estamos refiriendo a la poderosa y mortalmente subversiva Revolución Francesa.


       Escandalícense, ríanse, rechácenlo si quieren... pero no lo olviden ¡analicen e investiguen! Pasó el tiempo en que en una columna como esta podía presentarse un razonamiento sustanciado sobre la anterior afirmación (asunto largo y denso), como lo hacía nuestro recordado mentor el padre Fuentes Castellanos. Baste dejar el banderillazo de que el desmontaje auténtico de la revolución no se puede hacer si no se desciende hasta la francesa. Trabajo que dejará un “plus” al intelectual que acometa el acucioso esfuerzo de hacerlo, pues lo proveerá de los instrumentos de desmontaje y la posesión invaluable de las ideas que aquella revolución (y todos los ismos generados por ella, incluyendo el marxismo, positivismo, liberalismo y otros) ha atacado y por lo tanto los elementos fuertes, sanos, poderosos y restauradores del Bien Común.
       El Olvido, buscado, sistematizado, machaconamente auxiliado con falsedades... lleva a sustentar un pasado distinto al real, con motivaciones, hechos e ideas diferentes, desapareciendo incluso muchas de ellas.... y dejando al ojo superficial una construcción basada en otras causas. Ejemplos tenemos abundantes, desde la visión de la edad media y la antigua Roma, hasta las Guerras Mundiales, Civil Española, de los Cristeros y las del siglo recién pasado, pasando por incidentes puntuales, todo ello interpretado en ausencia de elementos escogidos para que desaparezcan de la historia, dejando un panorama claro, simplista, maniqueo y... muy falseado.
La renuncia a construir nuestra historia y el olvidar a nuestros héroes es una defección.
       Desde otro ángulo el Olvido promueve cambios cuando elimina de la conciencia social una parte de la memoria histórica, aunque precisamente existan grupos que reclamen este trabajo, estos guardarán lo que quieran guardar. OJO, que no quiero significar que subrayen lo que quieren –esa es otra historia, real por demás –sino que dejen fuera de la relación de hechos a las gestas y personas que quisieran que no hubieran existido. Esto es fielmente realizado hasta por líneas llamadas derechistas, cuya formación escasa y desconocimiento directo de los hechos los hace menos cómplices que culpables de la falta de acuciosidad que todo verdadero nacionalista necesita.
       No es difícil determinar cuando el revisionismo, cambio de la historia, tiene un sesgo izquierdista. Si los acontecimientos heroicos (o los mismos héroes o próceres) son sistemáticamente minimizados, criticados y vulnerados en su moral o bien las gestas, fechas y acontecimientos más gloriosos… todo a su provecho y con insidia ideológica. Ahora borran todo lo que vaya contra sus intereses. Hay que admitir que buena culpa tienen los no marxistas por su obstinado silencio.
     Defeccionar es separarse de una causa. La causa es la salvación, desarrollo y potenciación de nuestra nación y todos somos soldados en ese ejército. El que defecciona deserta. Hay docenas de guerreros, de alcaldes, de humildes y valientes ciudadanos que hicieron historia; como además hay influencias de movimientos que se desconocen por completo y son acallados por todos. ¿Quiénes han oído del semillero de grupos originados en la heroica Santa Ana? ¿Quién sabe de los alcances estratégicos que tenían las mal llamadas “defensas patrióticas” y de cómo se impidió que continuaran? ¿Quién sabe de la red que se había formado con los paracaidistas franceses? ¿Creen ustedes que en la Universidad Nacional existían grupos organizados fuertes de pensamiento no conformista que se enfrentaron a las izquierdas extremas? ¿Y de la Operación Parusía? ¿Y del plan –malogrado –de realizar una mutación impresionante en el antiguo ORDEN? ¡Y hay mucho más! ¡Dios nunca muere!
       Los varios ejemplos de franca resistencia, organización y gestión nacional en defensa de la agresión integral del marxismo cultural y los poderes facticos del comunismo internacional indudablemente darán impulso, a través del orgullo y la esperanza, a una ciudadanía mal informada que cree que únicamente las izquierdas han tenido protagonismo en nuestra historia y que todas las derechas son “bueyes cebados” que sólo utilizaron su dinero y corrompieron a ciertos militares para, igual que el otro extremo, halar agua para su molino. Digamos que es cierto que algunas derechas son así… pero no todas; y sí hubo valentía e independencia de estos malos nacionalistas para dar buenas batallas. Eso fue así.


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