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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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sábado, 23 de julio de 2016

MATÍAS ROMERO ESCRIBE SOBRE FRANCISCO GAVIDIA

LA IDEA DE EL SALVADOR
EN EL PENSAMIENTO DE
FRANCISCO GAVIDIA


FRANCISCO GAVIDIA (1863.1955)


  Este es el título del último libro (98 págs.) escrito por nuestro Valor Nacional, Licenciado Matías Romero y publicado en noviembre de 2015 por la Universidad José MATÍAS DELGADO.
   Consta de tres partes: La Primera es un Prolegómeno de Filosofía de la Historia en que el autor, didácticamente da cátedra al respecto, extendiéndose casi la mitad del libro. La Segunda es una Introducción al Pensamiento de Francisco Gavidia, sobre esta obra en particular sobre todo; cada quien debe leer y hacerse su propia opinión al respecto. La Tercera es El Poema Sóter, de Gavidia, que para M. Romero es lo esencial para su análisis, en el que además se elucubra sobre el mestizaje. Dice en su última pag. "No hagamos del mestizaje un revoltijo ni una indigestión, o sea, ni un desorden ni un enfrentamiento. Lo peor es el enfrentamiento, la discordia interna y étnica, el indigenismo trasnochado contra el extranjerismo embelesado. Pongámonos en paz con nosotros mismos y usemos los dos pies para caminar".

   Como en la contraportada se expresa, hablando de la ignorancia de la cultura heredada: “Por esa ignorancia culpable de causar solución de continuidad lógica a la cultura nacional, convirtiéndola en una serie de intentos dislocados, como disparos al aire de francotiradores desorientados, nos exponemos a seguir cometiendo los viejos errores”.

   A continuación presento lo que sobre este autor publiqué el ocho de diciembre de 2009 en El Diario de Hoy. Después del artículo cierro esta crónica con un párrafo del sabio Romero, justo al final de este libro.


Patrimonios Nacionales Vivientes
MATÍAS ROMERO, EL GRANDE
                                                                                        Roberto López-Geissmann

    Nacido de cuna campesina humilde, en el norteño departamento de Chalatenango, el Grande Hombre al que dedico este comentario, es uno de los más grandes valores intelectuales del siglo pasado e indudablemente se cuenta entre la primerísima línea de intelectuales en vida con que cuenta El Salvador.
    Su educación y tendencias originales lo condujeron primeramente al sacerdocio, el que desempeñó durante varios años, comenzando allí una serie de estudios –con preponderancia del enfoque filosófico -que pasaron del Seminario Mayor a las Universidades, tanto nacionales como extranjeras en ambos casos, dominando muchísimas materias humanísticas, sin olvidar jamás el enfoque espiritual con fuerte componente católico. En determinado momento de su desarrollo integral, Dios le indicó que podía servirle mejor como padre de familia, formando un ejemplar hogar, procreando y educándolos a todos como unos profesionales de provecho.
    Pero este artículo no quiere reseñar un currículo, por demás imposible de sintetizar, admirable en sus logros concretos y en la cantidad de libros de diversas materias y estilos (como un auténtico polígrafo) que el estudioso y sabio académico ha escrito. No mencionaremos las conferencias, honores y puestos de alto nivel intelectual y político que ha obtenido. Los mencionamos alusivamente como dato obligado.
    Si la cultura es un hacer del hombre, una reseña de lo efectuado, un reconocimiento de sus mejores logros y la construcción de una memoria orgullosa y agradecida para los mejores, entonces no puede haber mejor lugar, que un espacio cultural para subrayar y recordar a los próceres –que no son muchos –que nuestro país tiene entre las letras y las altas elucubraciones filosóficas. No importa que el Alto Gobierno, las Academias y Universidades lo hubieren galardonado a su mayor nivel –como ha sido. Lo particular en esta ocasión es el subrayar dos atributos específicos de su grandeza de alma.
Amistad y Humildad
    La amistad, como un desprendimiento del Amor con mayúscula –que sabemos que equivale a Dios –es una cualidad que se suele tener como común pero que, igual que el buen sentido es diferente al sentido común, no se da con tanta calidad como quisiésemos; pues bien, don Matías, el Licenciado Romero, el filósofo académico, el brillante educador, el político honesto, el emérito hombre de letras tiene esa cualidad a grado tal que también imparte cátedra en ella: es generosa, persistente y sincera.
    Tal vez no habría que hablar de “humildad” si no fuera que precisamente no se da cuenta uno de que habla con un auténtico personaje, es un señor agradable, educado y culto; tan gente y amable que todavía se permite decir inmerecidas alabanzas a quienes no tenemos más méritos que seguir sus pasos. Esa es la auténtica cualidad humilde, ser parejo con todos, no tener una pizca de ensoberbecimiento (tan difícil que ha sido la tentación superior para los santos), sin una gota de aquel odioso magíster dixit –dicho por un maestro –en la conversación que tendría sobrada razón de esgrimir y que no lo hace, lo que creo que además de por su inteligencia lo hace por su instinto cristiano y su cariño hacia los interlocutores. Personalmente, aparte de todos los títulos, me enorgullezco de calificarlo como mi amigo.

MATÍAS ROMERO


Matías Romero cierra el libro sobre Gavidia diciendo:

   La situación actual de El Salvador es de un viraje de derecha hacia la izquierda, siendo lo peor del caso que no se atina ni qué es izquierda ni qué es derecha. A veces parece que los dos no son sino personajes concretos de ocasión con su nombre, su apellido, su fotografía mediática y sus intereses. Lo cómico es que las figuras de un lado se parecen a la del otro o intercambian sus máscaras. Hay derechos que se pasan a izquierdos o los financian y los izquierdos, cuando triunfan, se portan como derechos. Todavía no hemos salido del personalismo, del culto o del miedo a las personalidades, aunque a la vez se padece a fondo de carencia de líderes.

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