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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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martes, 19 de julio de 2016

EL HOMBRE LIGHT

EL HOMBRE LIGHT

   El hombre light –ligero, superficial, sin peso, veleta, intrascendente –es un producto de gran profusión en la post-modernidad. Se produce “en masa y por empresa” y los que en esto se convierten no lo advierten, siendo tan grande su número que tiende a pensarse que es el “hombre normal y natural”, cuando realmente es su decadencia.
   Abajo presento tres artículos aparecidos el 12, 20 y 26 de octubre de 2009 en El Diario de Hoy. Posteriormente les dejo un “resumen del resumen” que Andrés Kleinman realiza sobre el interesantísimo libro del mismo nombre, del escritor Enrique Rojas.



EL HOMBRE LIGHT
                                         Roberto López-Geissmann

    Mi nietecito de dos años emite exactamente el mismo sonido de ¡yuu-juu! que una atractiva muchacha de casi treinta años. Los padres de un chico de veinte años, acomodados sin ser millonarios, que se encuentran molestos porque su conducta y estudios dejan mucho que desear, deciden darle el no merecido premio de un automóvil (usado reciente según el imaginario del buen padre) pero el jovencito se niega a recibir menos que un Ferrari o un Masseratti. Abundan los católicos que creen que es prácticamente lo mismo asistir a un culto evangélico que a una misa –de hecho no saben bien qué es esta. Un conocido empresario afirma que “la posición económica determina la toma de decisiones políticas”, y cuando se le dice que ese pensamiento es doctrina marxista tose y lo niega (de hecho desconoce prácticamente todo de ella y cree que es cosa de “intelectuales” y él está sobre ellos). Yo escuché a un estudiante –sin bromas, de veras – que, cuando un compañero le recomendaba que leyera “La Divina Comedia”, le respondió que mejor esperaba a que la pasarán en algún programa de televisión, que tal vez interpretaría Derbez. Dos amigos míos discuten un intrincado problema sobre la humanidad que implica desde lo teológico hasta lo político pasando por análisis filosóficos y culturales muy delicados; uno es un múltiple graduado y lector ávido, el otro –a veces –lee este periódico y jamás toca ni siquiera una revista, pese a ser inteligente; una pequeña concurrencia les da la nota igual a ambos –el conocedor lo hizo como un experimento para mostrarme cómo están los tiempos. ¿Qué es todo esto?
    Estas y cientos de escenas más son parte de nuestro mundo actual, no son sino productos auténticos de la Sociedad Moderna (¿el mejor de los mundos?) en los que no sólo viven, sino se reproducen cada vez más, y más fortalecidos y exagerados, este tipo de situaciones. Pasemos de la observación sociológica, a un análisis más antropológico que culmine en alguna reflexión filosófica, viendo al final que todo ello redundará en comprender un poco más lo que ocurre, que se nos escapa en el conjunto.
    Invito al lector a encontrar hilos conductores entre la casuística citada: la mujer con grititos de niña; el chico que exige en extremo sin derecho; los que no saben ni la “r” de religión –pero dicen actuar en ese sentido; el empresario ignorante que no sabe que no sabe; el estudiante que cree que Dante puede ser material de un programa de comedia mexicana y los que no distinguen en el valor que pueda tener un catedrático de verdad frente a un “maitro” que es un analfabeto virtual. Se ve claramente ignorancia, pero en quiénes no debería ser tanta; se ve irresponsabilidad e infantilismo, un deseo de permanecer en una eterna adolescencia y no asumir obligaciones; se nota confusión en discernir las notas reales para distinguir las cosas, con la consiguiente pérdida del sentido de autoridad o de reconocer capacidades… todo ello son las notas de un concierto que toca LIGHT.
    Sin que sea este el distintivo único, sino sólo uno de los distintivos superiores de la postmodernidad, ahondaremos sobre el significado de la Cultura Light y su encarnación social: los hombres y mujeres que son ávidos de apariencias, superficiales, livianos e intrascendentes, lo que no los exonera de ser pagados de sí mismos en su ciega estulticia (tonta necedad) y de las repercusiones políticas de esto.

       Parte dos

    Mencionábamos que, entre los rasgos distintivos de la Postmodernidad –o si prefieren, de la Modernidad misma –se encuentra la existencia del Ser Humano Light; decíamos que este espécimen, no sólo común sino robusto, reproductivamente abundante y creciente en número es una de las piezas más regadas, queridas y cosechadas por el ambiente. Consiste en el logro de que las personas sean livianas, ligeras, insustanciales, en sus pensamientos y vivencias, sin sedimento (es decir, sin peso específico), triviales, banales, intrascendentes… lo que quiere decir que no sólo se conforman, sino que apetecen, quieren, buscan, lo que es superficial y por encima –esto en el arte, en la cocina, en la lectura y todo lo que se considera hacer del hombre… cultura pues -, pero además también lo son en sus ideas, buscando lo más fácil, por encima y sencillo, vanagloriándose precisamente de ello.
    Ejemplo: personalmente yo tengo –entre mil otras -la carencia de apreciar la música clásica y detestar la opera… pero no me enorgullezco de ello, sé que es por mi falta de conocimientos musicales y podría eventualmente ser educado para “entrar” a ese mundo; jamás voy a denostar (atacar con desprecio) a los amantes de tales expresiones artísticas y callo mi falencia, como cualquiera otra, puede que no me avergüence, pero no la voy a esgrimir o enrostrar a otros sintiéndome superior por ser ignorante de eso… PERO  el LIGHT sí lo hace. Cataloga un libro serio, sea de temas sociales, morales o narrativa, como “babosadas” (por no decir otra cosa); él es fundamentalmente superior, aunque no lo diga con esas palabras, lo da a entender por los juicios que emite, derrumbando aquí y allá cualquier número de personajes, instituciones o ideas con una frase, una risotada o un gesto… y es aceptado y hasta seguido.
    ¿Cuándo y cómo se produjo esto? El cuándo se remonta a muchas décadas, pero se agudiza en los años sesenta, con altibajos que cada vez apuntan más alto. El cómo es múltiple: al cundir el pensamiento relativista (que induce a la falta de certeza en todos los órdenes); al irse desmoronando el principio de autoridad (desde los padres y maestros hasta los auténticos líderes morales e intelectuales de la sociedad); al tomar su puesto una serie de personajes absolutamente por debajo de la capacidad para reemplazar a los anteriores, como son artistas (incluso de bajo nivel), instructores, locutores, y de hecho cualquiera que tiene boca opina y –peor –pontifica sobre cualquier materia como un conocedor de primera, así sea de vinos, deportes, cuadros, política o religión. Claro que para ello han tenido que darse hechos históricos con repercusión hondísima de carácter político, cultural y espiritual; aunque en diferentes momentos todos han venido desarrollándose hasta un encuentro –nada fortuito ni casual, sino causal y lógico –en el carnaval de la modernidad. Veamos de dónde provienen, ya a nivel histórico.
    Son fruto de las distintas revoluciones acaecidas desde hace pocos cientos de años: la cristiana (en otras latitudes también otras religiones fueron golpeadas en su sentido profundo), la francesa, la industrial, la rusa (y su hermanita menor la mexicana),  la vaticana, la informativa o comunicacional  y las directamente obedientes a la globalización, en las que destacan la Nueva Era y el Gramscismo.

        Parte Tres

    ¡Qué lindo es poderse sintonizar con cientos de miles (masificación) sin exigencias mayores, ni en calidad, ni en intelecto, sin recriminaciones ni exigencias, sin atender ninguna moral más que el disfrute! Este es el plato servido para el hombre actual, el que se desplaza de la antinatural normalidad de una modernidad degenerante, a una cómoda cohabitación con la ignorancia disfrazada de progreso, que se regodea en el lodazal del hedonismo descontrolado, convirtiéndose así, de moderno en hombre light.
    Dijimos ya que las revoluciones de los últimos siglos han llevado a esta degeneración de lo que pudo haber sido un correcto desarrollo social. La única realidad para este mundo es compleja y su visualización general nos hace ver una multiplicidad de contenidos y seres, pero para todos ellos hay leyes que rigen su vida y sus actuaciones –sin que signifique que son especiales para cada uno. Lo mejor y puntero de nuestra ciencia no es revolucionario, no surge de las ideas presentadas por las mencionadas olas destructoras, sino posteriormente y a pesar (o en oposición) de ellas; así Planck, Bohrs, Heisenberg y otros, que han dado un horizonte nuevo a la física, señalando, todos ellos, la unidad fundamental del conocimiento, subrayando que la explicación del mundo pasa por relacionar materia y espíritu (dándole un afirmativo absoluto a la existencia de este). Cómo incitar, invitar y excitar al hombre Light hacia la consideración de realidades más lejanas de su ombligo, su coca o su… ¡difícil!
     Ser Light tiene implicaciones conductuales importantes y masivas, una ingeniería social que lleva a...
·        Desestimar la necesidad de buscar el conocimiento, porque es arduo y complejo… por lo que se cree que adscribiéndose a una o dos teorías de gran simpleza, si no reduccionistas, se sabe todo.
·        Se le da un poder desmesurado a la Ciencia (cuando el verdadero científico se cuestiona más) y, por comodidad, se considera que la “comunidad científica” (entelequia inexistente) es un baluarte organizado de moral, confiando serenamente en lo que nos diga a través de los medios.
·        Si no leemos, porque para empezar no nos gusta, no sentimos que haya que hacerlo más que en los diarios y “exagerando” alguna revista a los meses; si nuestro tiempo es más valioso y lo “cuidamos” para no asistir a conferencias culturales, espirituales o académicas, no tenemos más que: 1. Defender que eso es buena y suficiente cultura. 2. Sincerarnos y decir: que me importa.
·        Sin una conducta clara qué seguir (puesto que se supone todo es relativo –subjetivo), sin más convicción que el eventual castigo de la policía y la ley (a las que se aplaude por burlar); sin liderazgos institucionales, sociales y políticos prestigiosos que nos den una autoridad espiritual clara… se evidencia que se forma una sociedad sin solidaridad ni sentido, que va hacia el caos.

Conclusión: El Hombre Light –superficial, masificado y egoísta –tiende a crear una sociedad a semejanza. Es manipulado por toda suerte de intereses y cuánto más se cree, realmente menos es. Su tendencia política, siendo variada, tiene con todo un punto común, no importando si es neoconservador o se cree ser revolucionario: es definitivamente materialista. Y este es su pecado mayor y fundamental.

Algunos términos de apoyo al lector:
Nihilista: doctrina que mantiene que nada existe, es conocido o tiene valor.
Hedonismo: doctrina que propone el placer como único fin de la vida.
Permisividad: ser tolerante
Materialismo: doctrina filosófica que admite como única realidad la materia y niega la espiritualidad
Pragmatismo: corriente filosófica que mantiene como criterio de verdad las teorías científicas y el valor práctico de las mismas.

LOS DEJO CON EL RESUMEN CONDENSADO DE KLEINMAN SOBRE EL LIBRO DE ROJAS





Enrique Rojas es catedrático de psiquiatría en Madrid y director del Instituto Español de investigaciones Psiquiátricas; es autor de varios libros.

   Enrique Rojas en este libro expone una problemática que se da en el tipo de ser humano que habita en nuestra sociedad y las características de este ser. A la vez, intenta dar una serie de soluciones a este ser para que analice su situación, e intente cambiar para llegar a un mayor desarrollo de sí mismo, cambiando todo aquello que le está empobreciendo como ser humano.
   El hombre Light surge en la sociedad occidental y tiene una tetralogía nihilista basada en el hedonismo, consumismo, permisividad y relatividad. A ello opone la trilogía de amor, trabajo y cultura. Este ser es como su nombre indica un ser bajo en esencia, como las comidas propias del momento, aquellas bajas en calorías, en nicotina, sin azúcar, sin glucosa,..., es decir bajas en todo. No tiene valores, ni verdades, ni idealismo, solo se motiva por el éxito, el dinero, el consumo, el poder, pero todo ello sin demasiado entusiasmo ya que en el fondo no es feliz, porque le falta lo esencial de la vida , el amor, la cultura, la felicidad verdadera y no la momentánea.
   A pesar de que en el tiempo en que vivimos la información es masiva, podemos acceder a ella sin complicación, y podemos encontrar todo aquello que nos propongamos, podríamos decir, que esto aturde tanto al hombre light que le provoca un desinterés por todo, solo le interesa aquello que realmente le ocupa, su vida profesional, sin tener una visión más abierta e intentar una formación más amplia. Todo le da igual, se conforma con todo, lo importante es lo que opine la mayoría.

Las causales del triste hombre light son:

PERMISIVIDAD: Que es la tolerancia excesiva, exagerada, pasiva que admite todo. Base de trastocar todo por comodidad, como en el pacifismo
CONSUMISMO: Actitud de consumo repetido e indiscriminado de bienes materiales, no siempre necesarios. Sobre todo esto se da por el hecho de que cuanto más se tenga más importante se siente este hombre, y con mayor poder. Esto le da una sensación de liberación, de libertad.
RELATIVISMO: La realidad carece de sustrato permanente. Como bien dice el autor es el “todo da igual”, no es un esfuerzo por su parte de cambiar las cosas, es la sensación de vacío, de falta de ideales por los que luchar.
HEDONISMO: Es pasarlo bien a costa de lo que sea, mueren los ideales, hay un vacío en la búsqueda de sentido, y de una serie de sensaciones cada vez más nuevas y excitantes. Esto lleva como lo anterior al consumismo buscando algo que le llene como persona, pierde el norte e intenta encontrarlo de alguna manera, pero se deja llevar por el camino fácil.

   La narrativa se maneja como un texto sicológico de contenido sociológico, con aportes de filosofía con una forma de fácil lectura y citas interesantes.

 En síntesis Rojas opina:
Al hombre light le interesa lo material e inmediato aunque no le propina felicidad, no le interesa la felicidad completa solo el culto al momento (Carpe Diem), lo inmediato rechaza el conocimiento inútil que no tenga que ver con su profesión o su vida personal. Rechaza las humanidades, lo que no lleva a un fin material.
Todo ello crea un vacío moral no existen facultades espirituales, ni bien ni mal, elige un comportamiento automático dado por la masa, la masa que es una sociedad empobrecida espiritual y culturalmente ; el hombre posee un libre albedrío pero está condicionado por la sociedad y los poderes fácticos. Aquí influyen los MASS MEDIA, que son utilizados como manejadores de la sociedad, como medio de influirla, pero no de una forma positiva formándola sino como un elemento desinformador.
Todo es negociable en esta sociedad, todo se puede comprar para obtener la inmediatez que se requiere, pero lo verdaderamente esencial del hombre no se puede comprar, y esto es de lo que carece el hombre ligth, es decir de amor, felicidad, libertad, alegría, cultura.
Esto se observa diariamente se compran vidas, genes, políticos,... esto daña la dignidad de la persona, sus derechos y deberes humanos, pero para el hombre light vale la pena ya que consigue poder, fama, un buen nivel de vida y como la sociedad le apoya pues todo es justificable, cambia la justicia.
Todo es debido a que no hay modelos, no hay guías, solo lagunas; el hombre se entrega al placer rápido y momentáneo, nada es duradero, el compromiso es momentáneo. Los conceptos generales pierden su sentido, se cambian por otros más materiales, menos espirituales; Al sexo le llama amor, confunde liberalismo con libertad, bienestar por alegría,... Es un hombre individualista, con pérdida de moral de relaciones humanas afectivas.
Lo importante es el triunfo y para ello cualquier cosa vale (el fin justifica los medios). La libertad se vuelve menos metafísico, más sociopolítico, hoy día la libertad se relaciona con la variedad; para probar todo, para ver todo, pero sin fines espirituales. La libertad es la tolerancia consecuente y respetuosa, pero no hay que confundirla con la relatividad.
Lo importante es el triunfo y para ello cualquier cosa vale (el fin justifica los medios). La libertad se vuelve menos metafísico, más sociopolítico, hoy día la libertad se relaciona con la variedad; para probar todo, para ver todo, pero sin fines espirituales. La libertad es la tolerancia consecuente y respetuosa, pero no hay que confundirla con la relatividad.




Presento la cita de Rosa Montero: “Tengo la sospecha de que hoy vivimos mucho más aturulladamente que antes. Me refiero sobre todo a la falta de perspectiva sobre nuestra existencia. Me parece que galopamos por el mundo persiguiendo recompensas inmediatas: dinero, éxito, placer, y que, en mitad de tanta búsqueda agitada, no disponemos de una visión global de lo que somos.
Antes, en cambio, se diría que la gente aspiraba a cierto concepto final del honor; al diseño de una vida digna; a la construcción de la propia existencia como un todo. Siempre hubo personas totalmente empeñadas en enriquecerse y ascender; pero me parece que antes la mayoría tan sólo (¿tan sólo?) ambicionaba vivir una existencia entera. Esto es, una vida emocionalmente rica y sin traiciones de las que sus nietos pudieran enorgullecerse. Pero de todos es sabido que hoy los nietos no existen, o tal vez lo que ya no exista sea la continuidad de la memoria; esa memoria básica de sentirse heredero del pasado y precursor del porvenir; la certidumbre de pertenecer, pieza diminuta pero necesaria, a la cadena del tiempo. Ahora en las postrimerías del segundo milenio, vivimos instalados en la fragmentación y el caos (...)”


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