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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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sábado, 29 de agosto de 2020

Neutralización de las FFAA -Parte 1ª -9F e Inerpelación


FUNDAMENTOS DOCTRINARIOS PARA
LA NEUTRALIZACIÓN DE LA FUERZA ARMADA

Especial para Arcisterio y Visión 2020, de Roberto López-Geissmann

AVANT-PROPOS. Presento a la consideración de todos los compatriotas este trabajo. Lo haré a través de dos entregas seguidas, como base “neutralizar” a las FFAA.
1)    El reciente escándalo jurídico-político derivado del abuso grande, evidente y confeso de parte del Poder Ejecutivo hacia el Poder Legislativo, con utilización de las FFAA. Esto se engarza con la tesis general de la neutralización posterior.
2)    Doctrina histórica, internacional –y básicamente comunista –del proceso de neutralización de los Ejércitos, citando fuentes y procesos con validez actual.



INTRODUCCIÓN  
   Ante una situación de gran peligrosidad para la sana institucionalidad de las Fuerzas Armadas, no me cabe sino aportar en aras a la aclaración conceptual ya que, los peligros no vienen de un solo lado, sino que parten de interpretaciones –o la falta de ellas por seguir una conceptualización tradicional equívoca a las que ciertos sectores no le dan más que una lectura textual sin querer, o poder, reflexionar al respecto. El tema involucra tres aspectos del mayor nivel filosófico, totalmente mezclados en su problemática: POLÍTICO, JURÍDICO Y MILITAR.
  
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PARTE PRIMERA
El detonante circunstancial, no por ello carente de importancia histórico-jurídica, ha sido la irrupción del Presidente de la República, rodeado de un fuerte dispositivo de Seguridad, compuesto por elementos de diferentes y variadas agrupaciones militares, al recinto legislativo… que luego fue seguido de una serie de “ex abruptos” políticos que van desde lo inapropiado hasta posibles delitos, poblando el camino de faltas al Derecho. En función de limitar estas reflexiones al aspecto jurídico-militar dejaré de lado las implicaciones puramente políticas, no sin indicar que el contenido integral de esto es sin lugar a dudas político, como dije, es un entramado naturalmente ligado y conexo.

Buscando Responsables
   Es imposible aislar el hecho detonante con los correlativos sucesos de parte de muchos actores del hacer nacional (e internacional), lo que trae a cuento las interpelaciones que se han destinado para sus responsables destacados: el Ministro de la Defensa y el Director de la Policía nacional Civil, según el sencillo imaginario de mucha gente. El Presidente está íntimamente ligado a ambas instituciones, ya que es su atribución organizar, mantener y conducir –a través del Ministro de la primera y del Director de la segunda a los dos grupos legalmente armados del Estado. Esto se desprende del art. 168 Cp. en sus numerales 11º y 17º respectivamente. De esto se han deducido las interpelaciones referidas.
   La interpelación es el acto de interrogar a un miembro del Consejo de Ministros o Gabinete por parte de los miembros del Poder Legislativo (Asamblea) acerca de un tema específico con el fin de -eventualmente- hacer valer su responsabilidad política en un tema determinado. Es fácil pensar, en primera instancia, en llamar al Ministro y al Jefe máximo policial, según el art. 131nº34 Cp. y luego, de allí podrían resultar recomendables de destitución de acuerdo al mismo art, en su nº37. Parece elemental, pero hay que hilar más fino.
   Realizar lo anterior es únicamente un reflejo, que es lo menos que puede realizar un organismo vivo. Pero sólo levantar la mano no es una estrategia para determinar adónde se va a ir en la necesaria estrategia con que se debiera tratar este acto de la mayor relevancia en la política nacional. Como por desgracia es común, las reacciones suelen ser un vendaval de acusaciones, denuestos, intentos fallidos de puesta en acuerdo, a la que se suman opiniones, que generalmente van siguiendo los pasos que efectivamente va dando la oposición, claro que con honrosas excepciones.

   El punto es ir desmadejando el suceso para que vaya quedando claro la intencionalidad y los hechos reales que se dieron esa histórica tarde. Si bien las intenciones no pueden pasar de una reflexión analítica, por certera que sean no se pueden probar aún; afortunadamente el Derecho no juzga la intencionalidad sino los hechos. De ello hablaremos ahora mismo.

El nueve de febrero ¿qué fue?
1.     ¿Será la ocurrencia excéntrica de un jefe de Estado de ir a perorar frente al edificio símbolo del Primer Poder, precisamente para denostar y exigir a los diputados que aprobarán determinada cantidad de millones para uno de sus proyectos? Aunque se ha esgrimido medio en broma, es realmente insostenible, se menciona como posible.
·        Luego, el susodicho, no se sabe si por: a) el calor enardecido de su propia perorata, 2) programado previamente, lo que es de suponerse dado el despliegue militar que lo acompañaba y del que hablaremos luego… se introduce al recinto legislativo.
·        Llevándose tras de sí a una ingente cantidad de militares, oficiales y hasta jefes, los que no tendrían razón de acompañarlo por razones de seguridad. Sin probar su total necesidad, semejante agrupación es del todo imposible que sea admitida.
·        Pero además los guerreros que lo acompañaban iban apertrechados más allá de lo requerido en circunstancias normales, dejando como única respuesta racional posible el que efectivamente esperaran una peligrosa reacción. Pero esta no podría provenir de un grupo de ciudadanos, sino de una agrupación terrorista muy armada.
·        Para los pocos diputados, periodistas y la claque de seguidores de él mismo no parece cuerdo utilizar tales elementos disuasivos, a menos que se cayera en la hipótesis delirante de que algunos de estos elementos fueran a atacarlo. Pero no, en ningún momento pongo en entredicho la cordura del dirigente, al menos en este punto. Más sentido tiene que se tratare de dar un mensaje fuerte para la oposición.
2.     Lo aceptado explícitamente por el mandatario –más tarde, públicamente –es que lo realizado eran medidas de presionar a los diputados. Lo que deja boquiabierto a cualquiera puesto que, de ser cierto que decidió aplicar semejante tipo de convicción para los miembros de la Asamblea Legislativa, deja en entredicho semejante forma de “hacer política”; ahora bien para este personaje esta teoría resulta no muy increíble del todo, dado lo visto hasta el momento, Ha de adjuntarse acá el haber retirado escoltas e irrumpir en altas horas de la noche en casas de algunos diputados.
3.     La tercera gran teoría se vincula a las apreciaciones políticas de fondo que pudiesen provenir de los hechos en comento. Son todavía más graves que todo lo anterior. Van desde imputarle un Autogolpe fallido –no habiendo acuerdo en qué fase del delito podría ubicarse. Pero en todo caso no puede desligarse de la imputación de varias figuras delincuenciales en distintos grados del proceso delictivo penal. Siendo el Gran Responsable Indiscutido por la más elemental lógica, concurriendo los hechos políticos y jurídicos arriba tratados, lo que ha sido sin embargo, pasado por alto
   Ahondemos ahora sobre la parte militar de los hechos, que eleva a la enésima potencia toda la potencialidad de las perversiones que la dirigencia máxima del Estado observó esa fatal tarde. Aunque se haya empezado completamente al revés, sin concierto, sin estrategia conocida, sin planes específicos y con abundancia de señalamientos discordantes, a menudo plagados de feroces defensas de troles que rizan lo ridículo, defendiendo lo indefendible.

ASPECTO MEDULAR DE ESTA PARTE

 Responsables militares de los hechos
   En forma bastante festinada para la ocasión se han dedicado a interpelar al Ministro de Defensa y –próximamente –al Director de la Policía Nacional Civil, dado que suponen que bien, o estos obraron por su cuenta acompañando al Presidente sin consultarlo, o bien este les solicitó este operativo. En este caso la cuestión es qué vía utilizó. Vamos paso a paso.
·        Es forzoso apreciar que ni el Señor Presidente, ni el Señor Ministro de Defensa u otro alto oficial de las FFAA o de la PNC andaban o pasaban casualmente por allí. Estaban cada uno de ellos por la voluntad de hacerlo, creyendo tal vez alguno que no hacía nada fuera del orden jurídico, pero los que así pensaran realmente estarían labrando su inhabilitación por la sencilla razón de mostrar flagrante ignorancia.
·        Es penoso aclararlo pero nadie que no pueda ser el Presidente de la República puede haber ordenado semejante accionar, político sin la menor duda –objetivos aparte. Es decir, no existe funcionario militar ni policial que pudiese motu proprio haber realizado el tinglado que vimos: el operativo multi-sectorial que realizó el ex abrupto, es decir brusca, inesperada y violentamente. Pero tampoco es un ex abrupto, puesto que no fue motivado por una pasión o decisión del momento.
·        No puede ser otra razón que la ignorancia la que busque preguntar “quién dio la orden”. Los procedimientos militares son de lo más serios que existen y a su real cumplimiento se debe toda la institución. Son eminentemente prácticos y la supresión de los mismos llevaría al caos a todo ejército. No voy a detenerme a comentar el triste papel que se hizo pasar al Ministerio de la Defensa. Pido caridad.
·        Para ordenarse tal concurrencia de Medios (armas, implementos, vehículos terrestres y aéreos) y de Personal –debe insistirse que de varios sectores de las FFAA –cuya determinación es importante, pero irrelevante para lo que aquí explicamos no puede sino haberse procedido con la acuciosidad de un Estado Mayor. Veamos a quiénes pudieron dársele las órdenes y la cadena de mandos.
·        El Presidente de la República es el Comandante General de la Fuerza Armada, según lo establecido en el art.157 Cp. El máximo representante político de la misma (después del Presidente) es el Ministro de Defensa y en este sentido únicamente cabe deducir responsabilidades de la enormidad de introducirse tal como lo hicieron las unidades en el recinto del Primer Órgano del Estado. Claro que el negarse a obedecer estas le hubiese eximido de toda autoría, pero no fue así. Estas responsabilidades podrán deducirse luego, por ahora veremos solamente lo militar.
·        Empecemos por desvincular personajes o funcionarios que de hecho no tienen ninguna vela en el baile organizado por entes distintos y superiores. Ni el Viceministro –como administrativo sin mando de tropa –puede ordenar nada en el campo de operaciones, como igualmente el Jefe del Estado Mayor Presidencial, al que se pretendió implicar desacertadamente cuando este no tiene la capacidad formal y legal (no hablamos de personas) de pedir la colaboración de tantas y variadas fuerzas como las que participaron. Si este lo hubiera hecho (locura de hipótesis) no hubiese contado con semejante apoyo, y si se lo dieran sería ya navegar en el carnaval total de la locura, pues los señores oficiales sabían que no estaba en ellos otorgarles lo que les hubiera pedido. Habrá que descartar pues, estas teorías por descabelladas. ¿Cuáles pudieron entonces ser las rutas que se llevaron?
·        Sólo dos. Pues si bien existe otra tercera, que el Presidente directamente se comunicara con varios señores Generales y/o Coroneles ordenando el operativo… es todavía más loco que todo lo anterior. Por eso no quedan más que dos respuestas: 1) El Presidente ordenó al Ministro de Defensa, para que él comunicara directamente al Jefe del Estado Mayo Conjunto de la Fuerza Armada para que este preparase el operativo. 2) El Presidente se lo ordenó directamente al anterior, dejando lógicamente que este dispusiese según su criterio y objetivos lo que considerare para el logro efectivo de los mismos, escogiendo las fuerzas del caso.
Es imposible realizar el operativo de la envergadura que se dio, sin un Estado Mayor
   Incluso al carente de todo conocimiento de lo militar le parecerán correctas las siguientes líneas pues obedecen a la razón, la lógica y además la experiencia de nuestras FFAA. Antes de dar el último vistazo quiero dejar por fuera –en aras no complicar ni alargar más el esquema –a la Dirección de la PNC,          que sin embargo sigue bastante paralelismo con el del Señor Ministro, con la salvedad que a este debió haberle ordenado directamente el Presidente, ya que de acuerdo al art. 168 Cp. Nº 17 tiene este la atribución de conducción, lo que en el Ejército se realiza por interpósita persona. Pero sigamos adelante. Así pues:
·        El Jefe del Estado Mayor debió ser informado –ya fuere por el Ministro de Defensa o por el Presidente mismo –que se requería de su persona que pusiera a trabajar la mejor maquinaria organizativa de todos los tiempos “el Estado Mayor”. Obviemos si lo hizo bien o mal, es harina de otro costal que no debemos ahora cargar nosotros. Sí está claro que obedecía órdenes directas y de quiénes. Cae en discusión qué grado de responsabilidad propiamente política pudo tener y, como dijimos lo militar será salteado en este momento, ¿Qué es lo que se demandaba de este Señor?
·        El trabajo específico comprende poner en acción todos los elementos del        EM, desde la logística hasta las coordinaciones y cadenas de mandos (complejas dados los variados cuerpos, pero también no difíciles de establecer), inteligencia, que debió hacer sus apreciaciones de situación para establecer luego los peligros, planes de contingencia, penetraciones, equipos, transporte, reconocimiento de alrededores, misiones de las distintas unidades, tiempo estimado del operativo y aún otros más.
·        Agreguemos a ello que la llave de arranque de tal maquinaria debe provenir por escrito, mucho más siendo de tal importancia y aun haciendo a un lado algunas de las acusaciones que sobre los propósitos de la misma se han o pudieran hacerse, es claro que una operación, operativo, misión, actividad (como se quiera para no discutir) es de primera importancia, pudiendo afectar la seguridad interna misma del Estado. El concepto de Operación conlleva definición de la Misión u Objetivo que persigue, sin la cual no puede articularse ni comenzarse preparación alguna.
   

Conclusiones:
1)    Repasamos lo sucedido el aciago día en que la dirigencia máxima del Ejecutivo penetró, fuera de lugar, acompañado de un contingente fuertemente armado al local del Primer Órgano del Estado, rodeando además con unidades variadas sus edificios y llevamos una reflexión lógica de lo que pudieron o no ser los motivos de la Toma.
2)    Enfocamos los posibles y probables responsables del suceso, derivando distintos tipos de responsabilidades, mismas que no pueden establecerse con precisión por ahora. Establecimos la complejidad del Operativo, propio sólo de un Estado Mayor.
3)    Como quiera que se enfoque queda claro que el responsable final fue el Presidente. ¿Tanto discurrir para una verdad tan grande como una catedral? Lo cierto es que ya se ha evadido demasiado y urge ser serios en las apreciaciones que se realicen YA.-

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