ADMINISTRA EL BLOG ARCISTERIO

Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

Entrada destacada

¿DE QUÉ ESTAMOS HECHOS?

    Contrariamente a la moda en boga de los medios, los presentadores y buena parte de la red, que se pretenden mesurados, línea media, ...

jueves, 28 de marzo de 2019

ASESINATO DEL DR. PECCORINI


In Memoriam de Francisco Peccorini

   Los grandes héroes, intelectuales, guerreros y santos, vivirán mientras estén vivos en nuestros recuerdos. Pongo aquí mi cuota para que la memoria histórica –esa que insiste el marxismo cultural, ahora con el apoyo del liberalismo cobarde –sea correcta en posicionar a este Prócer Nacional, a quien tuve la suerte de llamar mi amigo.
   He tomado notas de un artículo que firma Luis Canizalez, aparecido en Diario 1 (digital) el 15 de marzo del pasado año, fecha del brutal asesinato del maestro Peccorini en 1989; aparecerán en negro normal y las partes de comentario y narración mías, en azul.

   El filósofo más profundo y más completo que ha producido El Salvador, al decir de otro gran amigo, el erudito Matías Romero.
   Francisco Peccorini Letona nació en la ciudad de San Miguel el 27 de noviembre de 1915. Ingresó a la Compañía de Jesús y su agudeza intelectual le hizo destacar entre sus demás compañeros y lo posicionó como un vigoroso hombre de letras. Le apasionaba la filosofía y leía con penetración todo lo que llegaba a sus manos. Estudió a los clásicos griegos, sobre todo a Platón y Aristóteles. Políglota de siete idiomas, autor de varios libros, notoriamente estudió a Sciacca, a Gabriel Marcel y lector además del Tomismo, Heidegger y muchos otros. Fue profesor emérito de la Universidad Estatal de California, en Long Beach. Desde los años sesenta abandonó los hábitos, se casó y residió en los Estados Unidos hasta su regresó a nuestra patria.
   Mi primera relación con el Doctor fue cuando, reportando a El diario de hoy fui a entrevistarlo, en una visita previa a su regreso a nuestro país. Hablamos mucho más allá de la mera entrevista y quedamos en relacionarnos cuando hubiese ya venido del todo.
   Desde hace varios años, en torno al Reverendo Ricardo Fuentes Castellanos nos congregábamos un pequeño grupo de estudiosos de la Filosofía y la Metapolítica –en cuenta mi gran amigo, compadre y camarada Carlos Mendoza, estupendo pensador y valiente luchador nacionalista. Definitivamente no seguíamos los planteamientos tradicionalistas del buen Padre (quien quiso fundar la Asociación Felipe II), pero si intercambiábamos ideas, libros y las sabias, aunque furibundas muy seguido, recomendaciones del Reverendo. En Diciembre todos nos reuníamos, invitándolo, a un buen restorán de carnes y, en torno a su persona, departíamos.
   Cuando el Maestro Peccorini se afincó nuevamente en su tierra, habiendo preferido venir al peligro y a la lucha en vez de disfrutar de un merecido retiro en EU., de inmediato lo contactamos para que se nos uniera –antes ya había hablado varias veces con él, haciendo amistad y proponiéndonos montar un think tank de derechas. Así pues en la siguiente comida tradicional de los diciembres no reunimos, por única vez, el grupo de jóvenes con los dos ex sacerdotes, ambos políglotas y brillantes. Acuerdo no escrito era que Peccorini tomaría el lugar de Fuentes Castellanos porque este se encontraba ya más delicado de salud. Pasamos muy bien.
   Canizales dice: ...Descifró, con una lucidez única, las trampas y los mensajes ocultos de la guerrilla. Y quizá lo más importante que logró evidenciar en sus análisis políticos fue la psicología guerrillera: consideraba a los comandantes unos demagogos que prometían una sociedad igualitaria con valores que ni siquiera implementaban en sus propios campamentos guerrilleros donde reinaba el peor de los autoritarismos. Peccorini manejaba con un dominio extraordinario los temas políticos. Sus estudios históricos le daban una visión más profunda de los escenarios coyunturales. Pero, además, en sus artículos políticos, la mayoría publicados en El Diario de Hoy, se evidencia a un hombre informado.
   No estoy de acuerdo, sin embargo, cuando Canizalez opina que “Tuvo desaciertos. Algunos de sus análisis fueron errados y rozaron la radicalidad de la extrema derecha. Muchas de sus posturas se alejaron del equilibrado juicio crítico que siempre lo caracterizó”. Entendiendo que esos “errores y desaciertos” lo eran por acercarse a una radicalidad de extrema derecha. Ahora bien, un filósofo tan profundo como bien enterado de los acontecimientos que lo rodeaban no opinaría con “radicalidad” si no fuese que la misma no era sino un buen acercamiento a una realidad política distinta, más respetable y querida de lo que la mayoría conocía y conoce. Por desgracia se nos ha bombardeado con la simplista y falsa tesis que no hay más derecha que la liberal, cuando esta afirmación es falsa de toda falsedad, y fuera risible si no afectara tanto al pueblo. Notemos como la izquierda vernácula acepta de igual manera ese falso aserto con el objetivo de seguir manejando, junto con la falsa derecha, al país.
Sus intervenciones en programas televisivos fueron muchas. Participó en foros y debates. Ahí también defendió sus ideas y desenmascaró muchas de las argucias del FMLN. Tuvo dos polémicas con el jesuita Ignacio Ellacuría, uno de los más importantes ideólogos de la Teología de la Liberación. Peccorini era la antítesis de Ellacuría. En los dos programas televisivos que se enfrentaron, Ellacuría se puso iracundo. En el segundo debate, el entrevistador le preguntó a Peccorini si estaba dispuesto a dar la vida; este le contestó que sí, que si era necesario estaba dispuesto a morir por liberar a El Salvador de ideologías extranjeras que perjudicaban el orden social.
   Acoto que, con toda su potencia intelectual, nuestro amigo filósofo NO era un polemista. La gente cree que cualquiera que sabe mucho y es inteligente DEBE necesariamente ser un buen polemista. Errado, lo que por lo general sí es un buen expositor, en la medida que es un maestro, pero la polémica es cuento aparte; es un arte que se aprende, normalmente no viene ya como un chip del hombre ilustrado. Así le paso a nuestro buen Francisco en su primer encontronazo con Ellacuría, pues si bien se defendió, su adversario mostró tener, si no más razón, más “cancha”. Pero nuestro amigo aprendió pronto y, ya para el segundo debate, “arrastró” a Ellacuría –lo que, con la soberbia jesuítica que lo caracterizaba, lo molestó muchísimo.
   Quiero puntualizar lo dicho por mi maestro y amigo en cuanto al Diálogo. Indudablemente una mente racional, cristiana, inteligente y empapada de la realidad nacional no podía sino preferir un diálogo ante la alternativa de una guerra prolongada como la que tenían planteada ambos bandos. Pero UN diálogo, justo (aunque caritativo, también práctico y realista) no quiere decir cualquier diálogo y menos EL  diálogo (pateado, pésimo, sinuoso sino traidor) que se llegó a plantear; Peccorini nunca acepto este en concreto. Ni la mayoría de las derechas, e incluso de ARENA. Ahora se ve como hubo un subterráneo entendimiento a “jugar” entre las dos fuerzas.
*******
Peccorini fue asesinado por un comando guerrillero el 15 de marzo de 1989, mientras se conducía en su automóvil en la Avenida Olímpica en San Salvador. Tenía 74 años de edad. Dos vehículos interceptaron el carro en el que se conducía y tres hombres que usaban lentes oscuros se bajaron y le dispararon. Tres balas calibre 45 atravesaron el cuerpo de Peccorini: dos en el tórax y otra en el codo izquierdo. Fue llevado al Hospital Militar, pero ya había fallecido… el crimen de Peccorini, a pesar de estar documentado en la Comisión de la Verdad, ha estado envuelto en un silencio profundo. Lo que es normal (cada vez con más descaro) en el juego de la balanza con dos pesas y dos medidas con las que se trata con deferencia y “santa cólera” para los muertos de la izquierda y con minimización, olvido y manipulación para los de la derecha.
   Minutos después de que Francisco Peccorini fuera asesinado, Carlos Ernesto Mendoza llegó a un hospital capitalino y observó el cadáver por varios minutos. Lo hizo en silencio. Se acercó, le tomó una mano y le agradeció por su ejemplo de vida, por su obra, por sus enseñanzas. Le dio un beso en la frente y lloró. Lloró por su amigo, por su hermano, por su maestro. Yo no acudí a su entierro por encontrarme en el lejano oriente. Lo que ni Carlos ni yo sabíamos es que sólo 20 días después se perpetraría otro horrible atentado.
   En la casa de mi amigo Mendoza, por entonces Director de la revista Análisis, los asesinos guerrilleros le colocaron una bomba en su cochera. Carlos envió a su familia al extremo de la casa y trató de lanzar el artefacto hacia la calle, pero le explotó, destrozándole la mano derecha, inutilizándole el brazo izquierdo (que luego recuperó en parte) y dejándole otras heridas y problemas.
   Lo que Carlos hizo con Peccorini lo realice yo mismo, a poco más de dos semanas de la muerte del maestro. Me avisaron al gimnasio, corrí, sudado y todo, llegando al Hospital Militar (a la par del Rosales) y fui el primero en estar a la par de la camilla en que descansaba el poderoso corpachón de mi compadre –claro que estaba sin sentido y bañado en sangre. Lágrimas de dolor y de cólera se agolparon creyéndolo del todo perdido, gracias a Dios que nos lo trajo de vuelta.
   A propósito he unido al asesinato del gran Francisco Peccorini, otras situaciones, notoriamente la del filósofo y diplomático Carlos Mendoza, para incorporar como un escuadrón intelectual de héroes a los que se enfrentaron contra los enemigos de la Nación. En próxima oportunidad entregaremos una profundización sobre este tema y las causas de nuestra lucha, válidas hoy como nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario