No hay nada más estremecedor que la crudeza
de la realidad, cuando en ella se viven las escenas que en la narrativa
dramática o trágica apenas parecen restringirse al campo de la imaginación
literaria o a hipérboles oscuras y pesimistas de la posibilidad de
futuros cercanos con presagio de caos.
No es mi propósito aquí comentar el libro,
sino dejarlo como referencia que vale la pena revisar. Desde una fuente
literaria, que no obstante, aborda temáticas que son más actuales en nuestros
días que en los de su publicación.
La migración ha sido un fenómeno constante en
la historia de la humanidad. Ha hecho posible el nacimiento y desarrollo de
civilizaciones, pero también, su caída. Y existen diversos factores que la
causan, así como tipo de migrantes y distintas formas de relación y reacción
entre los pueblos en donde hay movimiento masivo poblacional. Se generan
relaciones de dominación, subordinación, intercambio, asimilación, integración,
exclusión, conflicto, entre otras, dependiendo de los valores, necesidades,
cosmovisión e intereses de los grupos humanos interrelacionados.
-¿Están los gobiernos de los países
occidentales, en especial, en Europa, preparados para salir avante ante el
impacto político-social de la magnitud de inmigración que se está dando en sus
territorios?
-¿Existen vías razonables y humanitarias que
sirvan de orientación de políticas de estado, que no se inscriban ni en el
extremo de una violencia estructural refractaria a priori a todo tipo de
inmigración (¡y de inmigrantes!, que no es lo mismo personas educadas y
trabajadoras que emigran para aportar a la sociedad donde vivirán, que sujetos
desarraigados, con visión parasitaria y con conciencia de hostilidad a los
valores y manera de ser de la gente en donde piensan habitar), pero tampoco, en
un humanitarismo ciego desconectado de los problemas reales que puede causar
una inmigración masiva mal planificada o incluso, sin ser pensada con seriedad
por los gobiernos y estados?
-¿Será posible, en la actualidad, evitar un
choque cultural y social entre inmigrantes y nativos, solamente con
discursos políticamente correctos, sociedad civil y pacifismo
filosófico-religioso, cuando hay numerosos individuos en cada grupo que otorgan
verdadera importancia a los principios, valores y formas de vivir suyos y que
sienten (o comprueban, según sea el caso) que los "otros" les están
amenazando?
Francia, el país natal de Jean Raspail,
Italia, España y Alemania, son ya testigos, obviamente, a una escala menor, mas
no sin importancia, de lo que se describe en "El Campamento de los
Santos". A menos de 50 años de haber visto la luz, la visión de nuestro
autor va cobrando mayor realidad que nunca en nuestra historia contemporánea. Y
por eso, no es descabellado pensar que de no tomar la responsabilidad debida
aquellas personas de poder (político, intelectual, mediático) a quienes compete
estudiar, abordar y poner alternativas serias a esta situación, el desenlace
histórico de nuestra realidad no diferirá mucho del literario en esta obra.
Roberto
López-Geissmann h.
Frente a esta decadencia, ¿qué hacer? Me sumo a
quienes insisten que dado el estado de la situación, la fuerza e influencia de
los enemigos, y la precariedad de los que estamos en capacidad de comprender en
buena medida lo que está pasando, estamos en tiempos de RESISTENCIA, de
TRINCHERA. Estudiemos, conozcamos, sepamos defender nuestros principios y
valores inalienables. Tengamos a la vez, valor y prudencia para saber cómo y
cuándo ser activos en nuestras afirmaciones, y cuando conviene un silencio, no
traidor ni cómplice, sino temporal, reflexivo y maduro. Pidamos a Dios luz,
gracia, misericordia, perseverancia y poseer espíritu de katejon, de obstáculo
para los planes de los enemigos de Dios, del orden natural, de nuestra
civilización y de la eterna salvación de los hombres. Fomentemos el trato en
camaradería con los semejantes en nuestras ideas, de fraternidad con los
hermanos en la fe y con ellos edifiquemos TRINCHERAS en las que mutuamente nos
resguardemos del mal espíritu del siglo, pero a la vez, sirvan como CIMIENTO
DEL CASTILLO DE LA CIUDAD DE DIOS, AUN Y A PESAR DE LA BREVE VICTORIA DE LA
CIUDAD DEL HOMBRE SIN DIOS. Hagamos con nuestras familias, con nuestros amigos,
hermanos en la fe y contactos, principalmente, con nuestra propia voluntad e
inteligencia, pequeños núcleos de civilización y transmitamos con nuestras
palabras y obras, lo que hemos recibido, constituyéndonos humildes pero celosos
custodios de aquello que merece sobrevivir y de lo que debe permanecer siempre,
para que otras generaciones pueden recibirlo y entrar con nosotros en la
comunión de fe y civilización, con nuestros ancestros y sobre todo, en comunión
con la Fuente misma y razón de nuestra lucha. RLG h.
El castillo es en sí una trinchera. Pero, siendo una
representación guerrera –estar armado y dispuestos al enfrentamiento, por
nuestra familia y valores –es también nuestro hogar, el espacio de recogimiento
para el estudio y la espiritualidad, pero igualmente para la distracción, el
desarrollo de la amistad y lo que los franceses llaman joie de vivre (alegría de vivir); no es sombrío sino luminoso,
amistoso, simpático y generoso este ámbito esencial, reducto de esperanza en
todo lo bueno. Finalmente, Castillos,
Trincheras, Arca y Monasterio son una bandera y un símbolo resistente. RLG.
No hay comentarios:
Publicar un comentario