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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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miércoles, 31 de mayo de 2017

¿MONARQUÍA EN EL SIGLO XXI?


¿ES VIABLE ACTUALMENTE UNA MONARQUÍA?



MONARQUÍA, ¿UNA CARTA A JUGAR AÚN?
 
   En más de treinta años colaborando como articulista con el periódico conservador El Diario de Hoy no tuve ninguna censura para mis escritos, excepto en tres ocasiones; una de las cuales es el art. que aparece más abajo, presentado en 2003 (y que nunca fue publicado) en el que no pretendía una apología específica a esa forma de organización estatal y menos una sugerencia concreta, únicamente una reflexión politológica sobre una forma de gobierno que, al decir de Aristóteles, es de las más viables.

   Contrario a la opinión generalizada del lector falto de conocimiento y que no se atreve ni siquiera a realizar un análisis somero, me atrevo a afirmar que tal opción no es una locura o algo perimido –pasado del todo de su oportunidad –sino más bien una construcción interesante aunque compleja, pero no por ello más factible de realizar, al menos de mayor valor y menos complicada en su correcta aplicación que el sistema que la mayoría de países tiene en desastroso funcionamiento hoy por hoy; los esfuerzos para arreglar un vehículo tan averiado fueran acaso más dignos de dispensar esa energía buscando otras formas de organización política; la República misma, por ejemplo, es valiosa, pero asimismo una Monarquía puesta al día podría ser digna de tomarse en cuenta seriamente.

 

La Columna Nacional


NECESITAMOS A UN REY PARA
QUE NOS GOBIERNE A TODOS.

                                                         Por Roberto López-Geissmann.

 

       Aunque el tema bien pudiera tratarse con toda la seriedad que merece –y adelanto que la teorización de la monarquía es mucho más viable y defendible que otras doctrinitas de mucho arraigo populachero y que no tienen defensa posible –en este caso ruego al lector la indulgencia de que repasemos un poco por encima esta institución, siendo que persigo por ahora que aprehendamos la médula que implican las situaciones internas.

¿Por qué un Rey, qué significa políticamente?

Ø Significa que manda, que dirige con supremo señorío y no obedece sino a la ley. No debe identificarse con tiranías o dictaduras. Como no es de la esencia de las democracias la imbecilidad, buenos y malos, altos y bajos, los hay en todos lados.

Ø Por tanto puede hacer (de poder, claro) con mayor facilidad y menos oposición. Lo que no necesariamente es una ventaja, sino sólo cuando el eficaz busque también el Bien Común. Pero es bastante más difícil el que se armen “argollas”.

Ø Brinda mucha más estabilidad, que es de por sí un capital. Y, ya que el respeto al Estado de Derecho no significa inmovilidad y falta de cambio, sino sólo cuidar que los derechos ciudadanos no se avasallen, ese orden realizará esos cambios.

Ø Promueve la nobleza, la aristocracia del mérito como una forma de vida con implicación en la vida pública, o sea que opera políticamente uniendo las virtudes del espíritu como forja y ejemplo, por sobre los bienes materiales y su mero goce.

¿No es acaso demasiado idealista esta idea?

       No más que el suponer que el medio millón de votantes salvadoreños están bien informados, nada confundidos, obran en cada momento pensando en los intereses de los más necesitados, son pacientes, inteligentes, solidarios y van a votar muy reflexivamente. Ni más ni menos.

       ¿Qué es más fácil que algunos pocos logren las luces, se sobrepongan a los odios, adquieran experiencia, conozcan de buen gobierno y sean capaces de dirigir para todos... o que grandes masas lleguen a esos difíciles estados de madurez, ética y capacidad? Nos dan atol con el dedo desde hace cientos de años vendiéndonos un sistema que se presenta como aquel en el que las mayorías más grandes de la historia tienen el poder y resulta ser que es el de las desigualdades e injusticias más grandes concebidas en la historia.

       Y por favor no me insulte con la mentecata argumentación de que le estoy haciendo el juego a los marxistas. Lo que estoy diciendo es simplemente una verdad tan clara como la del cuento del emperador que se paseaba desnudo porque nadie se atrevía a decírselo en la cara. Digo que toda política de algarada, de alharaca y de charanga es una máscara, un engaño y una farsa que escamotea la voluntad popular y se burla de las esperanzas. No veo por qué tengan que picarse las derechas si los de la izquierda son superiores en esto. Debieran picarse si yo afirmara que son ellos sus maestros. Pero no lo digo...

Estrategias que podrían plantearse en un Estado con Rey.

Ø Que la Asamblea no fuera un mercado de intereses, ni siquiera una oficina de burócratas hace-leyes, sino una reunión de pro-hombres, provenientes de diferentes estratos de la sociedad, que discutieran, estudiaran y propusieran todo tipo de nobles políticas para el desarrollo integral y justo de nuestra sociedad.

Ø Los Partidos Políticos podrían convertirse en verdaderas instituciones de pensamiento filosófico, de acción política y de cultura viva, que influyeran en la sociedad, propusieran, denunciaran y prestaran hombres. Diferente a los actuales.

Ø Si una persona, jurídica o natural, una institución o un Partido proponen una buena idea podría llevarla a cabo (junto con su equipo si lo tuviera) para el bien de la ciudadanía. Así por ejemplo no importa que venga del partido tal o cuál una nueva ley sobre la renta, una idea para administrar el zoológico, una reforma para el estamento militar, un cambio constitucional o un nuevo himno. Así todos se podrían sentir parte de lo que en realidad son y no enemigos excluidos y vejados.

Ø Al existir la nobleza como institución que premia lo relevante obligaría a que las fidelidades estén con la nación y la institucionalidad monárquica, dejando los grupos como secundarios, ya que por importantes y respetables, siempre el Rey está sobre todos. Sin competir en su sencillez, en su abnegación y en su entrega.

Ahora que el mejor Rey de todos, es el que está en nuestro corazón y que murió por nosotros hace 2003 años. Y puede reinar, si le damos lo que ahora tiene el César.-

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