Poco conocida tesis sobre los verdaderos
propósitos de algunos de los próceres de la Independencia, para nada los
popularmente supuestos; igualmente la voluntad popular es presentada en una
especie de revisionismo por demás interesante. Es de subrayar que el libro ha
sido reconocido internacionalmente. Profesor emérito de Filosofía por la
Universidad del Sur de California, políglota, investigador y autor de varios
libros; regresa a su Patria para brindar luces en el seno de una agresión
bárbara que no soportará ninguna oposición intelectual, asesinándole en su
vehículo cuando viajaba en compañía de su pequeña mascota. Como tantos otros,
casi olvidado por una derecha cada vez más obsesionada con el voto, avergonzada
de sus principios y de sus héroes.
INDEPENDENCIA Y MONARQUÍA
Roberto
López-Geissmann*
Domingo, 23 de septiembre de 2007
Pese a mi admiración al maestro Francisco
Peccorini Letona (a quien conocí entrevistándolo para este periódico y luego
caminamos en una amistad que he de mencionar en otra ocasión) no conocía su
libro La voluntad del pueblo en la emancipación de El Salvador, un
estudio sobre las relaciones del pueblo con los próceres de la Independencia y
en la anexión a México; una publicación de 1972 de la Dirección del Mrio. de
Educación. Casualmente, estando como gerente de talleres del Hogar del Niño
(hace más de 20 años atrás), en la biblioteca del mismo me encontré con esta obra,
laureada internacionalmente por prestigiosas instituciones históricas de
España.
El doctor Peccorini, en el preámbulo afirma
que: "Nuestros próceres no hicieron nuestra Independencia, sino que se
limitaron a observar los movimientos voluntarios de nuestro pueblo y dirigirlos
hacia sus fines independentistas y republicanos, con prudencia y reticencias en
1811 y con dolo y violencia en 1821". A continuación expondré algunas de
las ideas más importantes que se encuentran en este serio estudio de obligado conocimiento.
No existió real unidad en el pensamiento y
voluntades de los próceres y de la mayoría de la población. Esta fue manipulada
(y a veces castigada) con las ideas de aquellos.
"En 1811 ni el pueblo de la Intendencia
de San Salvador tuvo el menor asomo de voluntad independentista y
antimonárquica, ni los organizadores de la insurrección le hablaron de esos
tópicos". Aunque "los próceres sí pretendieron desde entonces obtener
la emancipación completa". Para unos esto será más loable para los próceres,
para otros lo contrario.
El pueblo y la mayoría de notables estaban
ciertamente descontentos con la situación política y buscaban un cambio en el
poder; principalmente se buscaba que los criollos (hijos de españoles nacidos
acá) fueran rectores y actores, desplazando el excesivo dominio de la
Península. Al igual que en casi toda insurrección había un fuerte descontento,
a todo nivel, por los impuestos.
El concepto de monarquía era querido y
respetado por la mayoría. Si bien habían quienes se rebelaban por lo que
consideraban usurpación, los había que eran fieles a Fernando VII y todavía más
que se acogían a la monarquía derivada del Plan de Iguala del mexicano
Iturbide.
El padre Delgado a la cabeza, los próceres,
después de una serie de movimientos y trapacerías que se les frustraron,
hicieron uso de la fuerza bruta para imponer unas ideas que no eran para nada
las de la generalidad. Confirmando la realidad actuante de las élites en la
historia.
En el juramento posterior al Acta de
Independencia, se jura "Por Dios Nuestro Señor, la Santa Cruz y los Santos
Evangelios, de guardar y hacer guardar la Independencia; ser fiel a la
MONARQUÍA AMERICANA, y observar el Gobierno que se establezca y las leyes que
se sancionen". Lo que nunca se juró, de parte de los conjurados, con la
intención de cumplir, acelerando el profundo cambio --con todas las ideas de la
revolución francesa--, que fue desde el comienzo su verdadera intención.
*Lic. en Ciencias Políticas.
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