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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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sábado, 13 de mayo de 2017

INDEPENDENCIA Y MONARQUÍA -sobre un art. de F. Peccorini


Poco conocida tesis sobre los verdaderos propósitos de algunos de los próceres de la Independencia, para nada los popularmente supuestos; igualmente la voluntad popular es presentada en una especie de revisionismo por demás interesante. Es de subrayar que el libro ha sido reconocido internacionalmente. Profesor emérito de Filosofía por la Universidad del Sur de California, políglota, investigador y autor de varios libros; regresa a su Patria para brindar luces en el seno de una agresión bárbara que no soportará ninguna oposición intelectual, asesinándole en su vehículo cuando viajaba en compañía de su pequeña mascota. Como tantos otros, casi olvidado por una derecha cada vez más obsesionada con el voto, avergonzada de sus principios y de sus héroes.

 

INDEPENDENCIA Y MONARQUÍA

 
   Roberto López-Geissmann*

Domingo, 23 de septiembre de 2007

Pese a mi admiración al maestro Francisco Peccorini Letona (a quien conocí entrevistándolo para este periódico y luego caminamos en una amistad que he de mencionar en otra ocasión) no conocía su libro La voluntad del pueblo en la emancipación de El Salvador, un estudio sobre las relaciones del pueblo con los próceres de la Independencia y en la anexión a México; una publicación de 1972 de la Dirección del Mrio. de Educación. Casualmente, estando como gerente de talleres del Hogar del Niño (hace más de 20 años atrás), en la biblioteca del mismo me encontré con esta obra, laureada internacionalmente por prestigiosas instituciones históricas de España.


El doctor Peccorini, en el preámbulo afirma que: "Nuestros próceres no hicieron nuestra Independencia, sino que se limitaron a observar los movimientos voluntarios de nuestro pueblo y dirigirlos hacia sus fines independentistas y republicanos, con prudencia y reticencias en 1811 y con dolo y violencia en 1821". A continuación expondré algunas de las ideas más importantes que se encuentran en este serio estudio de obligado conocimiento.

No existió real unidad en el pensamiento y voluntades de los próceres y de la mayoría de la población. Esta fue manipulada (y a veces castigada) con las ideas de aquellos.

"En 1811 ni el pueblo de la Intendencia de San Salvador tuvo el menor asomo de voluntad independentista y antimonárquica, ni los organizadores de la insurrección le hablaron de esos tópicos". Aunque "los próceres sí pretendieron desde entonces obtener la emancipación completa". Para unos esto será más loable para los próceres, para otros lo contrario.

El pueblo y la mayoría de notables estaban ciertamente descontentos con la situación política y buscaban un cambio en el poder; principalmente se buscaba que los criollos (hijos de españoles nacidos acá) fueran rectores y actores, desplazando el excesivo dominio de la Península. Al igual que en casi toda insurrección había un fuerte descontento, a todo nivel, por los impuestos.

El concepto de monarquía era querido y respetado por la mayoría. Si bien habían quienes se rebelaban por lo que consideraban usurpación, los había que eran fieles a Fernando VII y todavía más que se acogían a la monarquía derivada del Plan de Iguala del mexicano Iturbide.

El padre Delgado a la cabeza, los próceres, después de una serie de movimientos y trapacerías que se les frustraron, hicieron uso de la fuerza bruta para imponer unas ideas que no eran para nada las de la generalidad. Confirmando la realidad actuante de las élites en la historia.

En el juramento posterior al Acta de Independencia, se jura "Por Dios Nuestro Señor, la Santa Cruz y los Santos Evangelios, de guardar y hacer guardar la Independencia; ser fiel a la MONARQUÍA AMERICANA, y observar el Gobierno que se establezca y las leyes que se sancionen". Lo que nunca se juró, de parte de los conjurados, con la intención de cumplir, acelerando el profundo cambio --con todas las ideas de la revolución francesa--, que fue desde el comienzo su verdadera intención.

*Lic. en Ciencias Políticas.

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