EL ART.
FUE PUBLICADO EN El diario de Hoy A SIETE
DE NOV/2011
Hecho reciente que me movió a ponerlo de
nuevo en el tintero
Hablando recientemente (2017) con un buen
amigo –particularmente culto –me sorprendió la virulencia con que se refería a
los supuestos manejos de corrupción de un alto dirigente (también amigo, del
que sin poner las manos al fuego, pido al menos que me documenten las
acusaciones tan escandalosas y contundentes que se le imputan).
Pues bien, a pesar de no documentarme nada,
siguió por el mismo estilo en contra de otro conocido –del que sí pongo mis
manos al fuego – y luego de un verdadero prócer intelectual, con cargos
supremos y más bueno que el pan. Esto fue demasiado. Y dado que el culto pero
virulento acusador amenazaba llevarse a “todo el mundo”, esa misma reflexión
calmó mis ánimos. Es el clima de distribución de “porquería por ventilador” que
está a la usanza de los tiempos y que salpica a todos –incluso a los que
alegremente se dedican a esta pútrida labor, creyéndola muy inteligente.
Es indudable que todas nuestras sociedades
padecen de una gran carencia de ética, de gusto por el escándalo, de triste
afición por la feminoide (que no femenina) expresión de pensar mal y hablar
peor de todos, lo que no ocurriera si no estuviésemos en un ambiente real en la
que la corrupción, como parte de la decadencia general, no campeara ni
progresara tanto.
Lo aceptamos sin tapujos. Lo
inaceptablemente pernicioso es que aceptemos sin mayores pruebas lo que sea que
cualquiera diga, publique o escriba, con nombres propios, seudónimos, en los
periódicos, en la televisión o donde sea. No puede ser que alguien pulcro,
íntegro, que a lo mejor le ha costado serlo en términos incluso económicos, por
mantener el buen nombre de su apellido por la honra familiar y el honor de sus
hijos –siendo que a veces sólo eso puede legarles –sea vencido por un chisme
desgraciado, a causa de la envidia o el imbécil sentimiento de igualitarismo
por la pretendida “gran verdad” de que todos
somos corruptos o podremos serlo.
Seamos serios, maduros, caritativos y
simplemente inteligentes, juzguemos mejor y guardemos unos juicios delicados en
espera de pruebas claras… o investiguemos.
Otra arma de los
titiriteros…
EL CHISME, MALIGNO Y
COBARDE
Roberto López-Geissmann
La información, en lugar de transformar la
masa en energía produce aún más masa.
Baudrillard.
Después de
haberme referido en artículos anteriores al peligro que nos está lloviendo (a
la humanidad en general y a nuestro país en particular) –la disolución en
variadas formas –quiero alertar como acostumbro, manteniendo nuestra mente e imaginación
ágiles y dispuestas, para no caer en una de las trampas favoritas de los
manipuladores, esos titiriteros que siempre están lanzando lazos para
manejarnos a su antojo, y en este caso buscan que les hagamos la tarea mediante
el cobarde expediente de difundir chismes.
De boca en
boca, en Internet, en reuniones de todo tipo… está cundiendo la triste y
nefasta costumbre de “estarse comiendo” a todos, principalmente a los
personajes políticos, de sociedad o cualquier tipo de ubicación que “sean conocidos”
a manera de no dejar títere sin cabeza. Desde la venerable matrona y la cipota
alegre, pasando por el trabajador cansado, el profesional desgastado y los
especialistas de la comunicación, todos, con aire de “saber algo más,
privilegiado y de buena fuente” se acercan, sonríen torvamente y con voz baja
en ademán de complicidad te sueltan el rollo de: -¿ya sabés que el licenciado
tal está a punto de ser demandado por…? … Dicen que el Ministro X es narco; no, de verás, está probado…
¿Sabés del contubernio entre los partidos tal y cual? Todo lo está preparando
fulano con el apoyo de X medio de
comunicación, que es su aliado… Y así ad
náuseam. Parece mentira cómo se difunden toda clase de historias, nunca
buenas y que contribuyen precisamente al ambiente de pantano que cada vez nos
hace sentir el agua hasta el cuello y nos marea de asco, en detrimento de
nuestra sociedad, de la mínima capacidad de análisis y prudencia que debiéramos
tener y ni qué decir del sentido de caridad, civismo y caballerosidad que es el
adecuado Norte de una correcta actuación. Esto nos disuelve como sociedad, como
personas y como comunidad política, todo en un solo movimiento maligno.
Ni nos
chupamos el dedo ingenuamente ni desconocemos el certero y repugnante oficio de
las usinas de rumores como se
denominan los “think tanks” de la publicidad nefanda, que siguen la definición
del diccionario ruso sobre la Desinformatzia: “la utilización de la libertad de
prensa para manipular a las masas” –aunque a veces no tengan nada de rusos ni de
“suizos”.
Debiera
resultar obvio que un artículo como esté no pretende defender a nadie y que sí
busca el Bien Común mediante la puesta en picota de tan deleznable como
peligrosa usanza. Si seguimos atacándonos estúpidamente vamos hacia un
embrutecimiento individual que tendrá repercusiones colectivas; curiosamente y
aunque parezca esto ser acción no lo es, por el contrario estaríamos siendo
hipnotizados por la pasividad de seguir un lineamiento: el que nos conduce a la
total desconfianza, a la total desesperación y a la total decepción de todos y
de todo… de lo que surgirá como resultado una explosión de la que no tendremos
en absoluto el dominio.
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