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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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miércoles, 3 de agosto de 2016

LA ODIOSA PARTIDOCRACIA

PARTIDOCRACIA, EL ENGAÑO DEL SIGLO



Es triste que los pueblos se ponen de acuerdo con más facilidad en lo que los agobia, en lo que les duele y repugna, que en las formas de lograr el desarrollo y la felicidad de los mismos. Sin embargo es comprensible que así sea. En todo el mundo el modelo “democrático” que han dado por llamar el lado político del Sistema, está haciendo aguas desde hace mucho, ante la desesperanza y el dolor de los que vamos en ese barco tan pésimamente manejado.
   Ahora, han aparecido en nuestra sociedad algunas organizaciones, que se dicen de la sociedad civil, que incluso se han reunido y que esgrimen como los puntos principales luchar contra la corrupción y en aras de lograr mejores representantes, desenmascarando las pésimas actuaciones de los partidos políticos, especialmente los dos más grandes, que se han dado en “jugar” a la partidocracia, secuestrando toda posibilidad de una evolución democrática positiva. Se nutren de obediencia ciega, crecen con la polarización y van al caos.
   Hay que decir que esta es una trampa en la que sistémicamente caen las cúpulas y los partidarios, sin que esto signifique la perversión intrínseca de los mismos. En otra ocasión abundaremos sobre esto y acaso consejos a los grupos bienintencionados que quieren –como la gran mayoría ciudadana –resolver la nefasta ecuación partidocrática, para quitarnos las crueles garrapatas del lomo.

   El siguiente art. apareció en su fecha en El Diario de Hoy, bajo el nombre de…



LA ODIOSA PARTIDOCRACIA
ROBERTO LÓPEZ-GEISSMANN*
Martes, 27 de enero de 2009

Se ha llegado a confundir como una sola cosa la democracia y la partidocracia. De hecho no vivimos bajo un régimen, sino en una mezcla de tendencias ideológicas, iniciativas políticas y… confusión de todas ellas.
En concreto, la partidocracia es una de las formas corruptas de la democracia que convive con ella, como lo hace una planta parásita, trepadora, que ahoga y se nutre de la principal hasta llegar a suplantarla y la especie propia (la democracia en el símil), que ya de por sí es difícil de que arraigue, fácil de corromper y bonita sólo en teoría, es maltratada por esta excrecencia, mucho peor aún y contraria del todo a la cacareada voluntad popular que se supone cumplimentar. Veamos…
Para Gonzalo Fernández de la Mora "Partidocracia es aquella forma de oligarquía arbitrada en que los partidos políticos monopolizan la representación". Lo odioso de la partidocracia es el totalitarismo con que el régimen de partidos políticos mangonea a la ciudadanía. Ojo, que no estoy contra la existencia y actuación de aquellos, sino de la forma en que se utilizan para manipular a la población.
Esto es más visible en cómo se engarzan en el "primer poder del Estado", cito al analista Alberto Buela: "El Estado --en que se ha enquistado la partidocracia-- es regido no por sí mismo sino por los partidos políticos. El Parlamento es un Congreso de partidos en donde el diputado o senador ha de votar, no según sus principios y convicciones personales, sino por lo que ordena el partido en que milita. Las bancas son del partido… Los representantes electos, no lo son más del pueblo que los votó, sino de los partidos que los incluyó en una lista hermética".
No a otra cosa que a mantener este estado de cosas obedece la terca sordera de todos los partidos en no querer reformar la ley, permitiendo la existencia de diputados que se puedan elegir como independientes (que de hecho por ley ya lo son) y haciendo una práctica usual el que la foto y la persona prevalezcan sobre el partido o agrupación que los promueve.
Por eso el Parlamento tiene tantos problemas para entenderse entre sus miembros, que no tienen en el fondo otro elector (aunque formalmente así sea) que las mismas cúpulas partidarias, como dice José Marranini: "La representación de los intereses de los electores fue sustituida por la llamada representación política".
Como ya he escrito antes, para "esas gracias" más barato le saldría al Estado que se eligiera a un solo diputado por partido, y que cada uno tuviera una representación de tantos votos, pero eso es un mal menor; la idea es llevar gente idónea en honestidad, valor y capacidad, que no respondan ciegamente a directrices populares, pues para ello, repetimos, es más congruente pedir el voto por el partido, sin que importe a quiénes mandará y siendo estos, incluso intercambiables.
Acá, la población sólo debiera estar atenta a quiénes están en la cúpula… si fuera cierto que incluso la tal cúpula es la que manda y no otros, pero eso ya es otro problema. Pobre democracia y pobre pueblo.
*Lic. en Ciencias Políticas.


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