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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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viernes, 19 de agosto de 2016

MEDIOCRIDAD-OSADÍA-AUTOESTIMA

MEDIOCRIDAD – OSADÍA – AUTOESTIMA

   Si bien el término “mediocridad” se cree perfectamente conocido, de hecho se concibe su esencia en buena medida, pero luego suele confundirse. Trataremos de aclarar en breve algunos aspectos incorrectamente entendidos. Precisaremos su relación con la osadía. Vamos a presentar un corto artículo que alguien me envió hace un tiempo. Y finalmente –ojo con esto –acotaré una importante alerta que debemos tener todos, relacionada con nuestra autoestima y la de todos.



   Caigamos en cuenta que mediocre es lo que no pasa de regular, es algo que está “al medio, a la mitad”, “que no destaca”, sin embargo no es lo peor que se puede ser; si vemos el vaso medio lleno y no medio vacío, si entendemos que hay un chorro de individuos abajo del mediocre, quizá se pueda aproximar una mirada no tan dura sobre esta tipología. ¿Estoy diciendo que es un ser positivo y que ha sido injustamente ubicado? ¿NO!
   Sencillamente no podemos identificar a alguien de resultados regulares, medianos, mejores que malos pero tampoco brillantes, con ser un tipo mediocre ¿y entonces? La respuesta es que el concepto no se centra en una adscripción cuantitativa de resultados, no es la ubicación en un término medio de determinadas personas. No es eso. Es la actitud que adoptan algunas de las personas con tales resultados y ubicaciones las que las hace (más bien ellas mismas se ubican) merecedoras de llamarse mediocres. La diferencia específica en el mediocre es la pérdida de su auténtica personalidad, ahogada en la masa, parejamente han huido de él la sana ambición y los valores morales, se ahoga en olor de multitudes, masificándose y vulgarizándose; rebaja y desconoce al genio y aún al mejor que él (aunque pudiese a veces alcanzarlo y superarlo); la ley del mínimo esfuerzo es su brújula y crean un clima, como pútrido pantano, de mediocracia que cuida a su decadente especie y procura acabar al superior. Cito un párrafo de El Hombre Mediocre del genial José Ingenieros:
 “Políticos sin vergüenza hubo en todos los tiempos y bajo todos los regímenes; pero encuentran mejor clima en las burguesías sin ideales. Donde todos pueden hablar, callan los ilustrados; los enriquecidos prefieren escuchar a los más viles embaucadores. Cuando el ignorante se cree igualado al estudioso, el bribón al apóstol, el boquirroto al elocuente y el burdégano al digno, la escala del mérito desaparece en una oprobiosa nivelación de villanía. Eso es la mediocracia: los que nada saben creen decir lo que piensan, aunque cada uno sólo acierta a repetir dogmas o auspiciar voracidades. Esa chatura moral es más grave que la aclimatación de la tiranía; nadie puede volar donde todos se arrastran. Conviénese en llamar urbanidad a la hipocresía, distinción al amaneramiento, cultura a la timidez, tolerancia a la complicidad; la mentira proporciona estas denominaciones equívocas.
   “Me atrevo” –J´ose –es la divisa de un banderín de la legión extranjera. Es, también, uno de los principales remedios para cortar la mediocridad negativa: atreverse, osar, dar el paso, ponerse de pie, insistir, buscarle el lado al problema… El que lo haga, no importa lo que logre, sí triunfará en desprenderse de la triste etiqueta. Recordemos que estar no es ser.




Al siguiente artículo anónimo le agregué los comentarios en dorado y los subrayados en amarillo.


EL TRIUNFO DE LOS MEDIOCRES
Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo. Debemos admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre.

Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente.

Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan. Porque son de los nuestros. Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas.

- Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura –yo diría que bastante pero no todo.

- Mediocre es un país que durante más de 25 años de democracia ha tenido varios presidentes que ni siquiera hablan inglés Cristiani y Flores lo hablaban perfecto -ni tienen los más mínimos conocimientos sobre política internacional.

- Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir incluso a las asociaciones de víctimas del terrorismo. Pero claro que no somos los únicos.

- Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado, quedando cada vez más atrás en las pruebas internacionales. Tampoco es esto cierto, hay sectores en que andamos bien y hasta punteros

- Mediocre es un país que no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.

- Mediocre es un país con una cuarta parte de su población viviendo de subsidios –exagerado al extremo, falso -, sin trabajar,  pero que sin embargo, encuentra más motivos para movilizarse y celebrar cuando equipos que no son de nuestro país (Barcelona y Real Madrid) ganan algún partido de fútbol.

- Mediocre es un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada –cuando no robada impunemente-, la honorabilidad pisoteada, ser honesto es ser pendejo y la independencia sancionada.

Un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en concursos de TV, o aparecer en la misma TV haciendo lo que sea, con tal de aparecer; por políticos que abuchean e insultan sin aportar una idea, ni dar muestras de poder actuar según sus principios, no según lo que le indique el partido o el gobierno; por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.

Mediocre, al fin, es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.



Interesante artículo, que es válido pese a las inexactitudes o exageraciones. Si no creyera que es bueno no lo distribuyera, si le hago acotaciones no es por un prurito extremado de corrección, sería impropio, sino fuera porque…



1.     Existe toda una estrategia para inocular, insuflar o insistir hasta la convicción cerrada en que todos somos una desgracia de la naturaleza, somos malos, mediocres, vivianes, aprovechados y una serie de epítetos que denostan, denigran, rebajan al pueblo o nación al que pertenecemos, para que el gran resultado no sea orgullo sino vergüenza. PERO esto lo provocan en todos lados, es decir que un mexicano, salvadoreño o colombiano se sentirán el peor pueblo de la tierra. A esto obedece el machacar que “en todo somos los últimos”. Provocando sentimientos de frustración.
2.     En primer lugar debemos reconocer la triste realidad que agobia, más o menos, a múltiples países en el mundo; no podemos tapar al sol con un dedo, amor no quita conocimiento y puedo ser amigo de Sócrates pero más amigo de la verdad. PERO así como de los padres –hijos o amigos queridos -reconoces defectos, y aún grandes, pero no te lanzas a acabártelos haciéndolos picadillo, leña; igualmente no es sano esa falsa autocrítica, maligna e interesada en que pierdas tu autoestima, por la que finalmente llegarás al sentimiento de ser una porquería, de no creer en nada, a envilecerte.
3.     El trasfondo, el origen de esta particular ingeniería social-universal se inscribe en una “batería” de distintos (hasta lo casi imposible de relacionar a veces) intentos de debilitar la soberanía e incluso va más allá, buscando la minimización del Estado –no para lo que fuera una salutífera transferencia hacia los cuerpos intermedios –sino en aras al Mundialismo intervencionista. Por esto se busca llegar no sólo al desamor, sino al irrespeto y al odio, ya no del Estado sino de la misma Nación y a los pueblos dentro de ella, aunque no lo digan expresamente. ¡Cuidado con esto!


No contribuyamos a destruir nuestra autoestima personal ni nacional – Creernos lo peor hace el juego del mal – Siempre podremos superarnos, siempre tengamos esperanza ¡luchar siempre!

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