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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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miércoles, 19 de diciembre de 2018

EL MONSTRUO DE LA INMIGRACIÓN MASIVA -Sobre un art. de Juan Manuel de Prada

Juan Manuel de Prada nos ofrece otro de sus brillantes artículos. Un efecto palpable y evidente de llevar al extremo el pacifismo, la solidaridad y un cristianismo desaforado y fuera de contexto.
¿Por qué insistir en esta temática? Porque, en mi opinión es lo más peligroso que está afrontando ahora la civilización –sin exageración alguna. El Mundialismo (cara política) y la Globalización (cara económica) son dos caras de la moneda perversa en la que, más que nunca revela su doble rostro el dios Janos; visibilizando el objetivo común de los dos aparentes grandes enemigos, siendo claro en esta etapa que la izquierda no es sino el lacayo agresivo y estúpido de una conspiración que sobrepasa definiciones ideológicas.
   Los grandes poderes se han cansado de esperar que la revolución neomarxista les construya su monstruoso tinglado y, presionados para lograrlo en una sola generación, han puesto en marcha al monstruo de la… … …

INMIGRACIÓN MASIVA
Un arma para destruir las identidades nacionales y construir, sobre sus ruinas un ORDEN MUNDIAL TOTALITARIO.
No es caridad. Es un suicidio impuesto a las naciones por la agenda mundialista.
MIGRANTES LIBIOS RUMBO A EUROPA

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   A confesión de parte, relevo de pruebas. Pero a nosotros no nos interesa señalar aquí la relación entre las actividades del abuelito Soros y su «identidad judía», sino su condición de adalid –citamos el New York Times– de la «libertad individual, la sociedad abierta y el libre pensamiento», como «devoto discípulo de Karl Popper». El artículo citado menciona en nueve ocasiones, siempre con respeto reverencial, al maestro del abuelito Soros, cuyo concepto de «sociedad abierta» inspira su activismo; y repite hasta dieciséis veces que la causa de Soros no es otra sino el «liberalismo» y los «valores liberales». Y aquí es donde queríamos llegar. Pues no faltan tontos útiles (e infiltrados que los apacientan) que se obstinan en presentar al abuelito Soros como un promotor del llamado «marxismo cultural», una entelequia conspiranoica que lanzó con gran éxito la derecha yanqui, para que el catolicismo pompier y el cretinismo evangélico picasen el anzuelo y abrazasen bobaliconamente las tesis liberales.
   Pero lo cierto es que el abuelito Soros es un liberal coherente y fetén, partidario acérrimo del mercado libre y de un mundo sin fronteras. Y para alcanzar esta utopía globalista, el abuelito Soros necesita destruir las naciones entendidas al modo clásico, como comunidades políticas fundadas en fuertes vínculos familiares, sostenidas en tradiciones comunes, fortalecidas en una fe compartida. La «sociedad abierta» que preconiza el abuelito Soros es la sociedad de hormiguero liberal, desarraigada y multicultural, en la que todo lazo social y toda aspiración de bien común son reducidos a fosfatina, mediante la promoción de ideologías que dinamitan la institución familiar (de ahí que patrocine el feminismo y los derechos de bragueta) y el estímulo de los flujos migratorios que dinamitan las tradiciones comunes (de ahí que financie las organizaciones dedicadas al acarreo, que no rescate, de inmigrantes). El abuelito Soros, en fin, anhela una «disociedad» en la que el ser humano deja de ser el «animal político» aristotélico, para convertirse en un insecto social, desarraigado e infecundo, al servicio del mercado. Por supuesto, en este anhelo (como en toda cuestión política) hay un fondo teológico; pero sobre esto no diremos nada, acogiéndonos a la disciplina del arcano.
   Basta ya de paparruchas conspiranoicas. Si la izquierda secunda al abuelito Soros es porque, como profetizó Pasolini, se ha convertido en una fuerza mercenaria y traidora de la causa obrera, un perro caniche al que Soros y otros como él han concedido una prórroga de talonario. Pero el enemigo de las naciones entendidas al modo clásico no es otro que el liberalismo, que es la doctrina promovida por el abuelito Soros.
Juan Manuel de Prada 

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