DESPUÉS DE DÉCADAS DE COLABORAR CON EL DIARIO DE HOY, DE IMPROVISO ME INFORMAN QUE YA NO HABRÁ MAS ESPACIO Y EL ULTIMO ARTÍCULO QUE PASÉ ES EL QUE ACÁ PRESENTO.
NO SEAS RANA HERVIDA
Roberto López-Geissmann
Ver mucho al abismo hace caer en él. Frederic
Nietzsche.
Empecemos por la
fábula de la rana hervida: si una
rana se coloca en una olla grande llena de agua al tiempo, nadará feliz a sus
anchas; si de repente se le aplica fuego lento a la olla, la ranita hasta pueda
sentir agradable ese calorcito al principio; si se sigue calentando el agua
llegará un momento en que será ya incómodo para el animalejo, pero pudiera
pensar que puede estarse todavía un rato más así; al llegar la temperatura del
agua cerca de punto de hervir, no digamos más allá, el animal sufrirá, muriendo
entre horribles dolores; lo que empezó como un agradable baño ha terminado en
un espantoso sufrimiento y la muerte.
Es bastante
claro que la rana victimizada no se hubiera quedado nadando tranquilamente en
caso de que la temperatura de la olla fuese molesta o peligrosamente caliente.
El “chiste” o la trampa que mantuvo al batracio nadando hasta que fue demasiado
tarde ha sido precisamente el proceso de irle elevando la temperatura del
líquido en que se encontraba de poco a poco, para no asustarla, para que se
fuera acostumbrando lentamente hasta que sus músculos estuvieran incapacitados
para pegar el brinco salvador.
De aquí surge el
síndrome de la rana hervida: diciéndose que “si ocurre un deterioro lento,
este pasa inadvertido, siendo que en la mayoría de las veces no suscita ni
reacción, ni oposición, ni rebeldía”. Le agregaría el que “hasta que es
demasiado tarde”. Si la clave es lo suave, lo no violento, para producir un
acostumbramiento o indiferencia, creo que a nadie se le escapa la clara
analogía de la fábula con situaciones de la vida real, como un trabajo en
particular, una situación hogareña, el puesto de una institución o la vida
misma de la sociedad y el Estado. Reflexiónese sobre qué tanto nos está pasando
esto y si no estaremos siendo cocinados a fuego lento en una olla de ranas de
las que nadie pegará un brinco.
Sin desperdicio
es la frase de San Agustín. Cito:
A fuerza de verlo todo, se termina por soportarlo todo
A fuerza de soportarlo todo, se termina por tolerarlo
todo
A fuerza de tolerarlo todo, se termina por aceptarlo todo
A fuerza de aceptarlo todo, se termina por aprobarlo
todo.
A la insidia, a
la oculta maldad, de la trampa sólo se puede responder con conciencia y coraje.
Estar atentos y dispuestos; revisar el calor y tener la musculatura dispuesta
al salto, al grito, a la protesta y a la defensa. Alertar a los demás. Pero si
quieren seguir hirviéndose en su sopa… sigan nadando, o mejor, sigan votando…
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