LO
RESPETABLE Y LO EXECRABLE
Dos
dimensiones del Ser y el Estar siendo
Roberto
López-Geissmann
especial
para Arcisterio
Problema que vi venir desde hace mucho
Documento este aserto indicando más de un
artículo escrito desde hace años en los que he insistido en diferentes enfoques
sobre el mismo punto (es posible que alguno no se apercibiera del lugar común
que representaron). Pero ¿de qué estoy hablando? Del respeto a la institucionalidad. Tema que otros han tratado
directamente y yo lo haré hasta ahora, porque preferí referirme directamente a
los ejemplos afectados. Ahora es vital develar esto.
Es duro tocar un punto que en primera
apariencia es chocante y que además –visto por encima, va contra mis
convicciones personales en cuanto no me es especialmente agradable “quebrar
lanzas” contra estos determinados asuntos. Pero atención, porque esto no se
juzga a la primera mirada. Me he pronunciado por el respeto a la Presidencia,
los Altos Funcionarios, Diputados, Legislación e Instituciones Públicas. Dejen
desarrollar el tema.
Porque se trata de los cargos y las
instituciones como tales, aparte de las personas que los desempeñan. La
Presidencia, la Asamblea y sus Diputados, por ejemplo, deben ser respetados como institución, independientemente de las
personas que los estuvieren encarnando en lo concreto. Se me dirá, que está
claro todo eso; a lo que respondo que tal vez para pocos, o bien en el fondo de
sus cerebros, si se detienen a pensarlo, porque de hecho no está ocurriendo
así. Esa claridad ha ido desapareciendo poco a poco.
Una tesis muy popular es el irrespetar a
todos, y en especial al Gobierno
En mi último art. en este blog, sobre el Katejon,
el misterio de iniquidad y su paralelismo entre la escatología espiritual y la
degradación política, indiqué sobre situaciones
sociales erosionantes, como la invasión de anomia ( la falta de normas o incapacidad de la estructura
social de proveer a ciertos individuos lo necesario para lograr las metas de la
sociedad) que tanto individuos como sociedades están experimentando, las leyes
tienden a la inoperancia, no cumplen expectativas y cada vez son más
despreciadas y desobedecidas; no parece importante seguirlas, incluso se
cataloga de simple o iluso al que lo hace; esto vuelve al individuo inoperante
e indiferente.
Se tiende a
no llamar a las cosas por su nombre. Se minimizan o magnifican, pero la idea
es elusiva de una realidad que no se termina de entender y ese fenómeno es tan
temido por la mayoría que lo niega, es decir, no quieren aceptar que no saben
lo que está pasando y aceptan lo que alguien les dice o se inventan un
imaginario fuera de la realidad. La erosión del concepto de autoridad, la
negación de la tradición milenaria, la exaltación de una libertad irrestricta,
la avidez al placer, el desinterés por los demás, la pérdida del instinto natural
de lucha, el acostumbramiento de la burla constante en vez de la reflexión y
finalmente el auge de la envidia que deviene en odio son, con otras, las
tendencias que la posmodernidad ha permeado en esta civilización.
De aquí la falta de valores y el desorden
social que lleva a la alienación desesperada, incluso un alza en los suicidios
por miedo, angustia e inseguridad. En este momento se presenta el nuevo tipo político o moderno líder
postmoderno, que asume (como presenté recientemente en el trabajo del joker,
en este mismo blog) estrafalarias formas, desde poses teatrales hasta chocante
frases, siempre que parezcan ir contra todo lo establecido y auspiciando más el
pillaje y la violencia que la cooperación y la norma. La tiranía está a la
vuelta de la esquina, cito de la temporada tres, capítulo diez de Star Trek
original la frase: “Sin control el poder vuelve hasta los santos en salvajes”.
Eliminado el conocimiento por una destilada esclavitud que ha permeado en los
hombres libres, damos rienda suelta a la ignorancia que va a desembocar en
maldad. Se vende como poder para el pueblo y esto es falso
.
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DESDE PLATÓN HASTA STAR TREK |
Cómo desemboca en respetar el Estado de
Derecho y las Instituciones
Los párrafos anteriores no son una digresión
sino un insumo indispensable para concluir con el hecho cierto de que la
ruptura institucional conlleva no sólo la negación de un sistema –del que
muchos tenemos severas críticas –sino más importante todavía es destacar la
remoción de valores y el acercamiento al desorden caótico que esto implica. No
se trata de defender al diputado fulano en sí, ni siquiera a una mayoría que se
han buscado el irrespeto por sus acciones, sino al cargo funcional, formal y válido que dentro de la estructura estatal
tiene, asimismo otros funcionarios. Cuidado con el arrasar tipo “tabula rasa” o provocar “tormentas en el
Olimpo” porque estas deslizarán hacia abajo impredecibles males para toda la
comunidad.
Antes de finalizar quiero expresar mi
cosmovisión, en palabras de Thierry
Maulnier: “La conciencia nacional y la conciencia revolucionaria,
separadas, erigidas frente a frente, no constituyen una con mejor título que la
otra, las fuerzas dialécticas de la creación del futuro, son tan solo estériles
productor de una sociedad que muere. La conciencia nacional se hace
conservadora, es decir asocia estúpidamente al esfuerzo para perpetuar la
realidad nacional el esfuerzo para conservar en ella el poder de las fuerzas
que la destruyen; la conciencia revolucionaria se hace antihistórica y
antinacional, es decir trabaja para aniquila lo que quiere liberar. Las mismas
palabras “nacional” y “revolucionario” han sido a tal punto deshonradas por la
demagogia, la mediocridad y el verbalismo, que son ya recibidas en Francia con
una diferencia bastante parecida al disgusto. El problema consiste hoy en
superar esos mitos políticos fundados sobre los antagonismos económicos de una
sociedad dividida; en liberar al nacionalismo de su carácter “burgués” y a la
revolución de su carácter “proletario”; en interesar de una manera orgánica y
total a la nación en la revolución, ya que sólo la nación es capaz de llevarla
a cabo; en interesar igualmente a la revolución en la nación que sólo la
revolución puede salvarla”.
A veces es duro aplicarse a la moderación
cuando la concreción de los que detentan las funciones –que son las respetables
de por sí –no cumplen los altos cometidos que les exige el puesto. La
perspectiva puede ser cruel para los defensores de un orden, siempre que se entienda
que algunos de los que así procedemos no pretendemos ni por cerca un conservadurismo
a ultranza. Por el contrario creemos que hay que hacer uno diferente, más justo, pero estamos claros del aserto de Armand Dandieu
cuando dijo: -“Cuando el orden no está en el orden, está en la revolución y la
única revolución en la que pensamos, es en la revolución del orden”
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