En noviembre y diciembre de 2007 aparecieron estos dos
arts. en El diario de hoy, que
expongo ahora a su consideración, relacionando la sátira con la crítica
sociopolítica y recordemos que ahora se añaden las importantísimas redes sociales.
Castigat
ridendo moris
CASTIGA LAS COSTUMBRES RIENDO
Por Roberto
López-Geissmann.
I- Me referiré a esta sabia
máxima latina, dado que a un adecuado desarrollo de la misma pudiésemos
aprovechar mucho como sociedad. El tema se relaciona con el humor, con géneros
literarios como la picaresca, la fábula y la comedia, teniendo que ver con el histrionismo,
la ironía, la farsa, la caricatura… Pero haríamos una demasiado larga relación
por poco que categorizáramos o que aportáramos prolijos ejemplos, que nos
alejarían del punto. Baste un ejemplo a citar “La Isla de los Pingüinos”, de
Antatole France –devastadora fantasía sobre parte de la historia francesa, que
no deja títere con cabeza. Pero
volviendo a la idea central significa utilizar la ridiculización, el absurdo,
la burla misma, como instrumento, como cincel para devastar una realidad
demasiado basta, hiriente, pesada y dañina para un colectivo; realidad a la que
a menudo se la ha tratado en otros tonos: serios, discretos, furiosos,
lacrimosos, jurídicos, políticos y muchos más y que las más de las veces no se
ha logrado penetrar la dureza del mal,
la estupidez, o la montaña de engreimiento, soberbia o estulticia que gravita
sobre la sociedad; amenaza que a veces es conjurada por la caricatura y la
sátira; desde Mafalda hasta el Canard
Enchainée (“pato encadenado”, famoso periódico francés), desde el Diálogo
de los Perros de Cervantes hasta Gulliver y desde Rius hasta Ruz.
II- Llamo ahora la atención sobre
un excelente programa mexicano de TV, con Héctor Suárez, a efectos de educar a
la población en el sentido que estoy indicando: “¿Qué nos Pasa?”, en el
que escogía diversos personajes nefastos para la buena convivencia social,
haciendo mofa de los mismos e incitando a que la actuación de ellos no fuera a
volverse desapercibida, es decir, les ponía “el dedo”, señalaba la actuación
como nefasta por obvia, sin decirlo, y finalmente destacaba lo repulsivo
volviendo al “retratado” como un tipo risible, negativo, al que no debe
apoyarse y al que la gente debe denunciar, unirse contra él, buscar apoyo
social o institucional y sobre todo, no imitarlo.
III- ¿Qué les parecería, queridos
lectores, si en uno de nuestros mejores canales, en franja prime time, pudiéramos disfrutar de un excelente programa de sátira
televisiva en el sentido apuntado? Por allí debiéramos ver a personajes como… Buseros. Ordinarios, matones,
conductores abusivos, cafres dopados, a veces con un cargamento “ensardinado” y
a veces casi solos, con su ayudante cobrador enamoradizo, grosero, gritón,
silbador, tentón y más dopado. Burócratas.
En distintas variantes: el mediocre, arrastrado y haragán; el jefecillo,
limitado y sin imaginación que se desquita con sus subordinados y con el
público; el más alto que nunca responde llamadas, imagina que su puesto es
eterno y refuerza su débil autoestima con un complejazo de superioridad (y
varios más). Profesionales. Abogados tinterillos, codigueros y
confundidores por sistema; Médicos prepotentes, en contradicción entre sí, mal
apoyándose, protestando socialmente en público y suspirando por estatus en
privado. Periodistas más amarillistas que un chino, con bolsas para recoger
comida, menteros y mentadores. Académicos.
Capaces –según ellos –de dar 50 materias, de basta ignorancia y profunda
verborrea; versión populachera, “chévere” y muy “facilitador-todos sabemos lo
mismo- háganme ustedes la tarea”. Malcriados.
Del patán que ocupa dos (o más puestos) para estacionarse; el que abusa en las
“colas”; los que ponen música para que escuchen sus conciertos en toda la
manzana… y la de enfrente; el cobrador telefónico amenazante; la dependienta
absolutamente ignorante; el mecánico mentiroso y estafador… y muchísimos más. Este
artículo continuará.
Castigat
ridendo moris II
LA SÁTIRA COMO ELEMENTO
EDUCATIVO.
Por Roberto
López-Geissmann.
Mencionábamos que históricamente se ha
utilizado desde siempre lo satírico, la comedia, la exageración, la burla, la
caricatura, la farsa y más, utilizando a propósito una serie mezclada de
categorías para abarcar en un solo “atarrayazo” las formas literarias o
teatrales que se han utilizado para indicar malas costumbres, prácticas
equivocadas, personajes nefastos, corrupción de actitudes y otros defectos del
carácter, que van desde lo inconveniente y descortés hasta lo peligroso e
ilegal.
|
La Tencha Céliber -personaje |
Me permití insinuar lo provechoso
socialmente –además de divertido y económicamente rentable –que sería un
programa de TV, Made in El Salvador, en que se abordaran nuestros defectos,
tanto universales como particulares, en una serie de episodios con personajes
“bien cachados”, con los que el público descubriera fácilmente a los tristes
personajes de la realidad que serían zaheridos en forma aleccionadora, para
lograr una repulsa general que lograra más de un avance en cuanto eliminar esas
conductas y actitudes tan negativas. Ahí cabrían, decíamos, buseros,
burócratas, profesionales, vendedores, periodistas y gente de toda clase y de
toda edad. Por último pusimos de ejemplo el conocido programa de Héctor Suárez
“¿Qué nos pasa?”.
|
EN MARX CONFIAMOS |
La sugerencia del programa es
interesante, pero MÁS IMPORTANTE quizá es cuidar de ciertos elementos, digamos
“vernáculos”, que la experiencia nos dice que no tardan en aparecer como parte
de nuestra idiosincrasia (no lo mejor de ella) y que podrían hacer de un
inteligente, divertido y cultural programa una patochada con ribetes vulgares,
que lograra, con todo, cierto éxito de risa facilona, en desmedro de una
educación que podría lograrse sin perder un ápice de gracia.
Aspectos a tener en cuenta, en tal programa:
·
NO debe ser dejado, en su parte
creativa, únicamente a los buenos escritores que hasta hoy han producido buenos
programas. ¿Cómo, me contradigo? ¿Digo que son buenos, y entonces? Sí, porque
está visto que después de unos sketchs impresionantes tienden a repetirse y, lo
que es peor, en vez de buscar una variante de fondo van cayendo en la
vulgaridad más rampante y de circo barato. Los personajes más excelentes y
queridos (no me excluyo de admirarlos) han caído en ello. Es difícil, pero todo
lo bueno lo es, así pues, la búsqueda de otros puntos de vista, conformando un
equipo que reúna la diversión, lo cultural, lo realmente satírico y la lección
educativa. Sería históricamente inolvidable.
·
Es la tentación hacia la vulgaridad, al aplauso de una plebe
a la que se condena a seguir en sus peores defectos, sin la caridad de
ayudarlos, sin desprecio, con comprensión y cariño, pero con clara y firme
dirección a indicar lo malo y rechazarlo. Por eso no puede ser que un chabacán
sucio y borracho dé el ejemplo, que un haragán sea “el tipo”, ni que un viejo
prejuicioso y criticón, egoísta e intolerante sea el que proteste contra el
exceso de ruido; ¿ven cómo tiene que ser “bien coqueado” el programa? Este
punto es importante, si no veamos que hasta el querido Cantinflas se cambió de
vestimenta cuando pasó a “dar mensajes”… la fregada es que esto a veces cuesta
risa y público, he aquí por qué es complejo pero no imposible.
·
Igual hay que vencer la tentación de irse por el lado de la
política partidista, peor si se toman opciones por un lado en particular (para
esto es válido programas especiales, pero ya con la responsabilidad de otros,
como cosa muy aparte). Bien se puede zaherir una práctica negativa en una
oficina pública, tocar el tema de trabajo a desgano, sobornos o “mordidas”,
pero con el cuidado de indicarlo como una situación genérica y sin relación con
ninguna agrupación política. Igual que en el resto, no “vendamos” por un plato
de lentejas una oportunidad cultural.
Una palabra final: Así como ante
autoridades de Seguridad, de Gobernación u otras instancias es válido proponer
ideas, ahora, con respeto y esperanza, paso la idea a las empresas privadas que
se pudieran interesar e involucrarse en un proyecto como este. Podría tal vez (?)
CONCULTURA ayudar. Desaparecida esta puede ser otra instancia o un asocio
privado.
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