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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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martes, 23 de enero de 2018

CASTIGAT RIDENDO MORES-La sátira como educación


   
 
  
En noviembre y diciembre de 2007 aparecieron estos dos arts. en El diario de hoy, que expongo ahora a su consideración, relacionando la sátira con la crítica sociopolítica y recordemos que ahora se añaden las importantísimas redes sociales.

 
Castigat ridendo moris

CASTIGA LAS COSTUMBRES RIENDO

                                                                         Por Roberto López-Geissmann.



      I- Me referiré a esta sabia máxima latina, dado que a un adecuado desarrollo de la misma pudiésemos aprovechar mucho como sociedad. El tema se relaciona con el humor, con géneros literarios como la picaresca, la fábula y la comedia, teniendo que ver con el histrionismo, la ironía, la farsa, la caricatura… Pero haríamos una demasiado larga relación por poco que categorizáramos o que aportáramos prolijos ejemplos, que nos alejarían del punto. Baste un ejemplo a citar “La Isla de los Pingüinos”, de Antatole France –devastadora fantasía sobre parte de la historia francesa, que no deja títere con cabeza. Pero volviendo a la idea central significa utilizar la ridiculización, el absurdo, la burla misma, como instrumento, como cincel para devastar una realidad demasiado basta, hiriente, pesada y dañina para un colectivo; realidad a la que a menudo se la ha tratado en otros tonos: serios, discretos, furiosos, lacrimosos, jurídicos, políticos y muchos más y que las más de las veces no se ha logrado penetrar la dureza  del mal, la estupidez, o la montaña de engreimiento, soberbia o estulticia que gravita sobre la sociedad; amenaza que a veces es conjurada por la caricatura y la sátira; desde Mafalda hasta el Canard Enchainée (“pato encadenado”, famoso periódico francés), desde el Diálogo de los Perros de Cervantes hasta Gulliver y desde Rius hasta Ruz.


       II- Llamo ahora la atención sobre un excelente programa mexicano de TV, con Héctor Suárez, a efectos de educar a la población en el sentido que estoy indicando: “¿Qué nos Pasa?”, en el que escogía diversos personajes nefastos para la buena convivencia social, haciendo mofa de los mismos e incitando a que la actuación de ellos no fuera a volverse desapercibida, es decir, les ponía “el dedo”, señalaba la actuación como nefasta por obvia, sin decirlo, y finalmente destacaba lo repulsivo volviendo al “retratado” como un tipo risible, negativo, al que no debe apoyarse y al que la gente debe denunciar, unirse contra él, buscar apoyo social o institucional y sobre todo, no imitarlo.

       III- ¿Qué les parecería, queridos lectores, si en uno de nuestros mejores canales, en franja prime time, pudiéramos disfrutar de un excelente programa de sátira televisiva en el sentido apuntado? Por allí debiéramos ver a personajes como… Buseros. Ordinarios, matones, conductores abusivos, cafres dopados, a veces con un cargamento “ensardinado” y a veces casi solos, con su ayudante cobrador enamoradizo, grosero, gritón, silbador, tentón y más dopado. Burócratas. En distintas variantes: el mediocre, arrastrado y haragán; el jefecillo, limitado y sin imaginación que se desquita con sus subordinados y con el público; el más alto que nunca responde llamadas, imagina que su puesto es eterno y refuerza su débil autoestima con un complejazo de superioridad (y varios más). Profesionales.  Abogados tinterillos, codigueros y confundidores por sistema; Médicos prepotentes, en contradicción entre sí, mal apoyándose, protestando socialmente en público y suspirando por estatus en privado. Periodistas más amarillistas que un chino, con bolsas para recoger comida, menteros y mentadores. Académicos. Capaces –según ellos –de dar 50 materias, de basta ignorancia y profunda verborrea; versión populachera, “chévere” y muy “facilitador-todos sabemos lo mismo- háganme ustedes la tarea”. Malcriados. Del patán que ocupa dos (o más puestos) para estacionarse; el que abusa en las “colas”; los que ponen música para que escuchen sus conciertos en toda la manzana… y la de enfrente; el cobrador telefónico amenazante; la dependienta absolutamente ignorante; el mecánico mentiroso y estafador… y muchísimos más. Este artículo continuará.

 

Castigat ridendo moris II

LA SÁTIRA COMO ELEMENTO EDUCATIVO.

                                                                                     Por Roberto López-Geissmann.

       Mencionábamos que históricamente se ha utilizado desde siempre lo satírico, la comedia, la exageración, la burla, la caricatura, la farsa y más, utilizando a propósito una serie mezclada de categorías para abarcar en un solo “atarrayazo” las formas literarias o teatrales que se han utilizado para indicar malas costumbres, prácticas equivocadas, personajes nefastos, corrupción de actitudes y otros defectos del carácter, que van desde lo inconveniente y descortés hasta lo peligroso e ilegal.

La Tencha Céliber -personaje
 

       Me permití insinuar lo provechoso socialmente –además de divertido y económicamente rentable –que sería un programa de TV, Made in El Salvador, en que se abordaran nuestros defectos, tanto universales como particulares, en una serie de episodios con personajes “bien cachados”, con los que el público descubriera fácilmente a los tristes personajes de la realidad que serían zaheridos en forma aleccionadora, para lograr una repulsa general que lograra más de un avance en cuanto eliminar esas conductas y actitudes tan negativas. Ahí cabrían, decíamos, buseros, burócratas, profesionales, vendedores, periodistas y gente de toda clase y de toda edad. Por último pusimos de ejemplo el conocido programa de Héctor Suárez “¿Qué nos pasa?”.
EN MARX CONFIAMOS

       La sugerencia del programa es interesante, pero MÁS IMPORTANTE quizá es cuidar de ciertos elementos, digamos “vernáculos”, que la experiencia nos dice que no tardan en aparecer como parte de nuestra idiosincrasia (no lo mejor de ella) y que podrían hacer de un inteligente, divertido y cultural programa una patochada con ribetes vulgares, que lograra, con todo, cierto éxito de risa facilona, en desmedro de una educación que podría lograrse sin perder un ápice de gracia.

Aspectos a tener en cuenta, en tal programa:

·        NO debe ser dejado, en su parte creativa, únicamente a los buenos escritores que hasta hoy han producido buenos programas. ¿Cómo, me contradigo? ¿Digo que son buenos, y entonces? Sí, porque está visto que después de unos sketchs impresionantes tienden a repetirse y, lo que es peor, en vez de buscar una variante de fondo van cayendo en la vulgaridad más rampante y de circo barato. Los personajes más excelentes y queridos (no me excluyo de admirarlos) han caído en ello. Es difícil, pero todo lo bueno lo es, así pues, la búsqueda de otros puntos de vista, conformando un equipo que reúna la diversión, lo cultural, lo realmente satírico y la lección educativa. Sería históricamente inolvidable.

·        Es la tentación hacia la vulgaridad, al aplauso de una plebe a la que se condena a seguir en sus peores defectos, sin la caridad de ayudarlos, sin desprecio, con comprensión y cariño, pero con clara y firme dirección a indicar lo malo y rechazarlo. Por eso no puede ser que un chabacán sucio y borracho dé el ejemplo, que un haragán sea “el tipo”, ni que un viejo prejuicioso y criticón, egoísta e intolerante sea el que proteste contra el exceso de ruido; ¿ven cómo tiene que ser “bien coqueado” el programa? Este punto es importante, si no veamos que hasta el querido Cantinflas se cambió de vestimenta cuando pasó a “dar mensajes”… la fregada es que esto a veces cuesta risa y público, he aquí por qué es complejo pero no imposible.

·        Igual hay que vencer la tentación de irse por el lado de la política partidista, peor si se toman opciones por un lado en particular (para esto es válido programas especiales, pero ya con la responsabilidad de otros, como cosa muy aparte). Bien se puede zaherir una práctica negativa en una oficina pública, tocar el tema de trabajo a desgano, sobornos o “mordidas”, pero con el cuidado de indicarlo como una situación genérica y sin relación con ninguna agrupación política. Igual que en el resto, no “vendamos” por un plato de lentejas una oportunidad cultural.


       Una palabra final: Así como ante autoridades de Seguridad, de Gobernación u otras instancias es válido proponer ideas, ahora, con respeto y esperanza, paso la idea a las empresas privadas que se pudieran interesar e involucrarse en un proyecto como este. Podría tal vez (?) CONCULTURA ayudar. Desaparecida esta puede ser otra instancia o un asocio privado.

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