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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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martes, 10 de enero de 2017

LEALTAD - BELLO POEMA CON FOTO EVOCADORA

LEALTAD




Pobre el que no ha estado a la sombra de un guerrero.
Pobre el que no ha amado la bandera de su estirpe.
Pobre el que no puede recordar el sacrificio de sus antepasados.
Pobre el que cree que su teoría puede reemplazar a su sangre.
Pobre el que espera un milagro de Dios.
Pobre el que no sabe el valor de la lealtad.
Pobre el que no busca sonidos de eternidad.
Pobre el que no siente arder el sol del lado de adentro de su pecho.
Pobre el que no reconoce el barco hundido, las espadas y los símbolos.
Pobre el que acepta la historia repetida en los libros de estudio.
Pobre el que no puede ver las formas de los dioses, y debe dormir bajo un dios concebido en el desierto.
Pobre el que ha olvidado los tiempos del hielo y de la piedra.
Pobre el que no ha velado las noches de enfermedad de sus abuelos.
Pobre el que no sueña con lobos ni con águilas las noches de luna llena.
Pobre el que no sabe que llegó hasta su sangre por un estrecho laberinto de milenios.
Pobre el que no reconoce las sincronías del destino.
Pobre el que no ha comprendido los tiempos heroicos del suicida y del héroe.
Pobre el que no sabe de qué está hecho el barro bajo sus pies.
Y bienaventurado el que reconoció en su vida el valor sagrado de la lealtad.

Juan Pablo Vitali

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