SILENCIO
– La película
Presento el lúcido comentario de Estanislao
Martín Rincón sobre la película de Martin Scorsese, de la película de este
último Silencio. Sin quitar ni poner
una coma dejo a los dos Martin, a su consideración… ah! y a Liam Neeson.
Animado
por informaciones provenientes de medios católicos que hablaban bien de la
película, he ido a ver ‘Silencio’ el día de su estreno. Tengo que decir que fui
un tanto receloso porque había leído críticas que me hacían desconfiar, pero
por otra parte me parecía que debía aparcar prejuicios. Ahora, después de
haberla sufrido, no me arrepiento de haberla visto pero si hubiera sabido lo
que me iba a encontrar no hubiera ido.
Sabía
que iba a ver una película dura, con escenas de sufrimiento crudo, pero con eso
contaba porque se trata de una película en la que se narra una persecución
religiosa. Pero esa no es la causa de que el resultado me pareciera
descorazonador. Y no por aburrimiento, que no fue el caso; al contrario, me ha
parecido una película técnicamente muy bien hecha y con un relato que no deja
escapar la atención ni por un instante. Pero el contenido, al menos para la
persona de fe, es malo, mejor dicho, maléfico, porque hace daño. No digo
negativo, ni desacertado, ni erróneo, no. Malo, directamente malo y trataré de
explicar en varios puntos por qué me lo parece. Lo haré en dos partes, una
referida al contenido del film y la segunda sobre el contexto actual.
Sobre los contenidos de la película.
1.-
Porque justifica la apostasía. No digo que muestre la apostasía, sino que la
disculpa, la hace aceptable e incluso compatible con la fe. La apostasía es un
pecado muy grave porque consiste en renegar del mayor bien con el que cuenta
una persona de fe, por encima de la propia vida. Y es más grave aún si los
apóstatas son dos sacerdotes, como ocurre en la película. En épocas de
persecución religiosa la apostasía es muy fácil de entender y yo no me
escandalizo porque haya apóstatas. Los ha habido ininterrumpidamente en toda la
historia de la Iglesia, desde el principio del cristianismo y no creo que haya
ningún valiente capaz de señalar con el dedo acusador a un apóstata, sobre todo
si la apostasía está provocada por una amenaza de sufrimientos horribles o una
muerte segura. Solo Dios sabe cuál es la resultante de fuerzas poderosas y
contrarias que empujan en el corazón del que apostata: presión física y
psicológica a la que se encuentra sometido el perseguido, horror al sufrimiento
y a la muerte, abandono de responsabilidades y personas a su suerte,
desvalimiento de los que dependen de uno, peso de la fe, amor a Cristo
crucificado, capacidad o incapacidad para el martirio, etc.
Todo
eso es comprensible, pero a un cristiano lo que le ayuda es la fortaleza del
mártir no la debilidad del que reniega. Al apóstata lo juzgará Dios con su
misericordia infinita y la Iglesia no ha condenado a nadie al infierno, ni
siquiera a Judas, pero la persona de fe lo que necesita son los testimonios de
los mártires, los que supieron resistir a pesar de las atrocidades de que
fueron objeto, los que “no amaron tanto la vida que temieran la
muerte” (Ap 12, 11). Yo,
para debilidad, ya tengo bastante con la mía, no me hacen falta dosis de
debilidades ajenas. Si además me presentan esa debilidad justificada, es muy
probable que me vea tentado a justificar la mía en lugar de combatirla.
2.-
Hay que evitar el sufrimiento a toda costa. Con ello se plantea un evidente
rechazo de la cruz. “Cristo crucificado: escándalo para los
judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados -judíos o griegos-,
un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (I Co 1, 23-24). Esto es lo que
nos dice la Palabra de Dios y esto es lo que cualquier cristiano que frecuente
la Iglesia ha oído predicar en multitud de ocasiones. Pues bien, “Silencio” es
un empeño constante, de principio a fin, por demostrar lo contrario. Creo que
no exagero si digo que en “Silencio” se hace una enmienda a la totalidad del
contenido de la Palabra de Dios en esta cita.
3.-
‘Silencio’ es el título que responde al supuesto silencio de Dios en un
martirio horrible, como es el que se describe. Se trata de un título
descaradamente falso como se demuestra en una escena de la película. Al
espectador se le quiere convencer del silencio de Dios, por una parte ante el
sufrimiento y la muerte de una comunidad de cristianos japoneses formada por
campesinos pobres y desvalidos, y por otra, ante el desgarro de dos padres
jesuitas voluntariosos a quienes se les pone en el dilema de apostatar o permitir
el sufrimiento ajeno. Estos dos silencios son los que la película quiere poner
muy de relieve. La perversidad es manifiesta: Dios calla ante el sufrimiento de
sus hijos más humildes, pero en un momento dado le habla directamente al
protagonista para decirle: apostata, renuncia a tu fe. En la película la prueba
de apostasía consiste en pisar un relieve de Jesucristo y es el propio Cristo
el que le dice interiormente al jesuita: “Písame”. O sea, que para animar a
renegar Cristo sí habla. Dios calla cuando sufres pero habla para que peques.
Algo así como si Cristo le hubiera empujado a Judas a traicionarle susurrándole
al corazón algo como esto: Ánimo Judas, entrégame, debes entregarme. ¿Hay mayor
impiedad que presentar a Dios como fuente del mal?
4.-
El budismo y el cristianismo en el fondo son lo mismo. Reconozco que esto hoy
entra muy bien en muchos oídos. Ya llevamos tiempo oyendo a muchos que están
convencidos de que a fin de cuentas todos los credos son iguales. No pretendo
argumentar sobre este error inadmisible para un cristiano. Basta decir que esa
postura contradice el mandato final de Cristo: “Id
y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado” (Mt 28, 19-20). Si todos los
credos son igualmente válidos, ¿qué sentido tiene que la Iglesia sea misionera?
5.-
En la película queda claro que el cristianismo no puede cuajar en Japón.
También esto contradice las palabras anteriores del Señor: “Id y haced
discípulos a todos los pueblos”.
Hasta
aquí estos cinco postulados que yo he visto que la película defiende y
justifica. Dicho de otro modo: desde diversas instancias católicas se está
presentando como película recomendable para los católicos una película que
ataca directamente algunas verdades de fe, que se permite corregir a Cristo y
contradecir a la misma Palabra de Dios revelada en las Escrituras.
Sobre el contexto actual.
Reconozco
que me resulta fácil y cómodo ver la película y criticarla. En ambos casos lo
hago confortablemente, en un país con libertad religiosa aceptable y sin
amenazas de ningún tipo. Más aún, escribo esto en parte porque con mi propia
iniciativa concurre la petición de personas conocidas para que exprese mi opinión
en público.
Ahora
bien, mientras que yo voy desgranando ideas con las que algunos estarán de
acuerdo y me temo que algunos más en desacuerdo, soy consciente de que muchos
de mis hermanos en la fe están siendo objeto de persecuciones tan cruentas como
las que se narran en la película. Hoy las tierras de Siria, India, Pakistán,
China, Irak, Egipto, Nigeria, Chad, Sudán, Libia, Yemen… están siendo regadas
por las lágrimas y la sangre de quienes han mantenido viva su fe, mi misma fe,
y han sufrido y siguen sufriendo a causa de la misma.
¿Recomendarías,
lector, a estos cristianos perseguidos y amenazados que vean “Silencio”
diciéndoles que es una película muy buena? ¿Tú crees que a los sacerdotes,
pastores de estas comunidades, les será muy edificante el contraejemplo de los
jesuitas apóstatas de “Silencio”? No hablo de supuestos ficticios ni probables,
sino de una realidad muy cruda que están soportando nuestros hermanos en estos
países día a día mientras nosotros discutimos de cine. ¿Tú crees que esto tiene
algo que ver con la comunión de los santos?
Yo
no sé si en España se repetirá una persecución contra los católicos o no. Pero
si volviéramos a tener que sufrirla, yo lo que necesito son palabras de ánimo y
fortaleza de espíritu, porque me veo tan débil, al menos, como esos apóstatas.
Y si eso se diera, querría tener en mi mente ejemplos de santos mártires, y a
mi lado pastores que me edificaran porque van delante de sus fieles en la
entrega gozosa de su vida, que es lo que han hecho todos los mártires de todas
las épocas, no de gentes que sucumben a una flojera como la mía.
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