UNAS
PALABRAS SOBRE MULTICULTURALISMO
Entre las definiciones directamente surgidas
del posmodernismo se encuentra la de multiculturalismo.
La primera aproximación al término mueve a la gente de buena voluntad a un
acercamiento amigable y esperanzado porque es innegable que para una
civilización como la nuestra (todavía con fuerte arraigo cristiano) es amable
la tolerancia, la hermandad y lo solidario; es indudablemente un impulso humano
edificante y positivo. Sin embargo… …
Este concepto no es tan sencillo como
parece, siendo un lobo con piel de oveja que torpedea bajo de agua a las
sociedades con extremadas concepciones de igualitarismo extremo –que lleva su
carga de injusticia; relativismo embozado –que lleva su carga de inseguridad
ética y manipulación y –mucho ojo con esto: no proviene de un impulso
globalizador de las élites, sino al contrario es uno de los caballos de Troya
de estas para provocar aquella. Pues el Mundialismo, aunque abjure y trate
de exorcizar la masificación diciendo precisamente que esta idea “cura” de
ella, lo que hace directamente es provocarla, quebrando identidades, ideas,
valores y tradiciones, fundiéndolas en una amalgama odiosa.
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MUHAMED, MI RENINO NO ES DE ESTEMUNDO -¡EL MÍO SÍ!! |
Idealismo aparte, tiene sus bemoles, como
dice una información de la red: Si en un barrio de una gran ciudad
conviven tradiciones religiosas diferentes en un clima cívico y respetuoso
estamos hablando de la cara amable y enriquecedora del multiculturalismo. No
obstante, algunos analistas de los fenómenos sociales hacen hincapié en los
aspectos problemáticos de este fenómeno de la globalización. En este sentido,
hay un problema latente en la pluralidad y lo podríamos expresar con una serie
de interrogantes: ¿son compatibles dos tradiciones culturales que valoran de
manera diferente el rol de la mujer en la sociedad?, ¿es tolerable que un
colectivo humano viva al margen de unas tradiciones de un lugar y que incluso
pueda practicar costumbres contrarias a las leyes en vigor?, ¿es razonable ser
tolerantes con aquellos que no practican la tolerancia?
Queremos fundamentalmente
promover la reflexión sobre esta importante concepción dejando la idea de que
no es una cosa “fácil, sencilla e indiscutible”. Piense amigo mío, compare, lea
y hágase su propia opinión. Es un mundo confuso. Los dejo con un buen artículo
de mi hijo, sacado de su propio blog y con fotos y subrayados de este servidor.
Publicado
en “Castillos y Trincheras” el sábado, 8 de octubre de 2016.
Diversidad
cultural vs Multiculturalismo
Por
Roberto López-Geissmann h.
Hablar de culturas diversas es constatar
la realidad. Es
reconocer el potencial de la riqueza y multiplicidad de las sociedades
como forjadoras de cultura. Es admitir que existen elementos de valor en
culturas ajenas a la propia, pero también, aspectos que consideramos no
solo ajenos, sino además, negativos y que es al menos cuestionable,
quererlos asimilar. De la misma manera, sabemos que nosotros mismos
también contamos con elementos negativos en nuestro repertorio cultural y
si somos gente de bien, no querremos tampoco exportarlos a otros
colectivos. En la diversidad cultural, asumimos la alteridad, la
otredad y aprendemos a desarrollar diferentes formas de relación entre los
diferentes grupos humanos. Todo esto es intrínseco en la naturaleza humana y
fruto de procesos históricos, cambios ambientales y genéticos.
Multiculturalismo, por otra parte, es un paradigma
posmoderno artificioso que pretende forzar la interacción de la
diversidad cultural, diluyendo así en muchos casos y con una constatación no
siempre inmediata, los núcleos fuertes identitarios de las sociedades que
acogen con este paradigma a comunidades con cultura que
presentan fuertes puntos diferentes a la suya. Detrás de esta
ideología subyacen a pesar de la buena voluntad de muchos de sus adherentes,
intereses oscuros de élites que conscientemente buscan desmantelar los últimos
bastiones de tradición auténtica, identidades fuertes y herencia en sus distintas
manifestaciones que aún subsisten a pesar del embate revolucionario ejercido
desde la modernidad.
Tras
una aparente voluntad de unión y acercamiento, se esconde un pensamiento que
tiende a la estandarización y homogenización. Se pretende que con
una educación en la tolerancia y valoración del otro, se evitarán los
conflictos que pueden darse debido al choque o incompatibilidad de creencias,
actitudes y valores diferentes. Sin embargo, en la realidad suele mostrarse
otro escenario. Porque de existir principios, valores, ideas y costumbres muy
desemejantes y personas dispuestas a defenderlos, necesariamente habrá
problemas. Es por eso que los ingenieros sociales promotores de un orden
mundial globalizado trabajan en la deconstrucción de esos núcleos fuertes
identitarios en las diferentes culturas, tratando de imponer valores
alternativos con visos de universalidad. Valores e ideas suaves, relativistas, liberales,
agnosticistas, bajo el eje de la tolerancia, que no se propone como la
civilizada permisión paciente y temporal de un mal en vistas a un bien
superior, sino más bien, se pretende imponer como la carta de ciudadana e
inclusión de todo tipo de axiología ajena a la propia o a la de la mayoría
en una sociedad, aun si es diametral y directamente contraria.
Diferentes tipos de sociedad en
distintas épocas en la historia han conocido la diversidad cultural y
reconociéndola, algunas veces de mejor forma que otras, han sabido guardar un
equilibrio en que la convivencia con lo diverso no ha representado un problema
grave. Considero que parte de ello se ha debido al verdadero respeto y
conciencia identitaria. Cada grupo humano se ponía frente a frente, sabía quién
era y con quién interactuaba. Con quienes quería lazos más estrechos y con
quienes prefería evitarlos. Es decir, los pueblos podían decidir sus amistades
y enemistades. Qué querían ser y hacia dónde ir. Qué principios custodiar y
cuáles rechazar. Con el multiculturalismo cual lo entienden y aplican muchos de
las élites mundiales, el acercamiento cultural no se busca desarrollarlo así,
no solo en coexistencia y reglas consensuadas de vecindad, sino en
amalgamamiento con diferentes aspectos como el ideológico, religioso
y étnico.
No es extraño entonces que surjan
voces preocupadas y disidentes en distintas comunidades humanas,
preocupadas por su porvenir como pueblo y comunidad. Implícitamente (y a veces de forma manifiesta), se
les está tratando de hacer ver que aferrarse a sus tradiciones y manera de
pensar o actuar, es quedarse fuera del "progreso" y de la
"ciudadanía global". Una obsolescencia inaceptable.
La condición para "tolerar"
estas "manías" dinosáuricas, es que se acepte la validez INTRÍNSECA
de la otredad, aunque no se obligue a adherirla. Que no se cuestione su
presencia y licitud en la sociedad, por más que toque fibras identitarias y
axiológicas sensibles de la mayoría de la población, y aunque esto haya sido
así por siglos enteros.
Este
pensamiento mundialista disfrazado de democrático, se va imponiendo en los
gobiernos, a través de organismos supraestatales, centros de educación, ONG's,
etc. Y de él se valen en realidad, minorías con objetivos particulares, con
frecuencia ajenos a la idiosincrasia popular.
Frente a esta acción política
deconstruccionista y revolucionaria, es necesario promover todo aquello que
redunde en el fortalecimiento de la soberanía nacional, de la libertad e
independencia reales de los pueblos y en su capacidad para decidir su
configuración cultural con una conciencia lo más clara posible de
quiénes son, quiénes quieren ser y qué destino histórico quieren forjar,
no por vía de manipulaciones mediáticas e ideológicas.
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