FORMAS EN QUE EL HOMBRE SE CONVIERTE EN
PUTITA
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ARRANCAR LA CABEZA A GORGONA CLÁSICO SÍMBOLO DE MANTENER EL PODER VIRIL |
Obvio
que lo interesante (para los normales) no es devenir eso, sino saber en qué
formas, muchas veces sutiles, puedes irte convirtiendo en un blandengue y no
desempeñar el “oficio de hombre” que la naturaleza y la sociedad prescriben. No
está de más insistir que no propugnamos acá por una supremacía absurda y
desmesurada del varón sobre la hembra –siendo que además tratamos con hombres
y mujeres, imbuidos de un contenido espiritual –y que el equilibrio, la
colaboración y la complementación son los lineamientos de adscripción
para una armonía intergéneros, sexual y socialmente hablando.
·
La “pusificación” del hombre moderno.
Entendamos en traducción libre el convertirse en demasiado, blando, delicadito,
un margarita suspirante. Sin que esto se convierta en una loa al sucio y
bestial.
·
La dilución de los sexos debido a la innovación. De la que
en absoluto rechazamos en principio; lo grave es cuando llega a afectar, a
veces inconcientemente lo profundo del Ser Hombre.
·
El mentiroso, el prostituto y el cobarde. Partiendo
de los roles desde el hogar, que si bien pueden variar en sociedad, nunca en la
familia.
Hombres como
William Wallace son la levadura social contra la tiranía. Por eso el valor
integral del Hombre, que no puede trascender, sino desde su hogar.
Las cinco formas degenerativas del rol
masculino estima que son:
- Estamos sacrificando la libertad a causa del miedo.
- Estamos destacando los celos, la envidia y la holganza en
nuestras vidas.
- Estamos lidiando con nuestras responsabilidades paternales (de
estado).
- Estamos siendo lastimeros.
- Estamos siendo hiper-sensitivos (constantemente “estar
ofendidos”).
Finaliza estableciendo la profilaxis de la pandemia –hasta ahora
–en cuanto Cómo detener la
pusificación de los hombres. Hasta aquí el artículo de Chad Howse.
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MÍRATE AL ESPEJO, SI TE PASAS MÁS TIEMPO SOÑANDO QUE HACIENDO, ERES UN COBARDE |
Una palabra sobre los Metrosexuales
El típico metrosexual es un
hombre joven con dinero que gastar, viviendo en o con fácil acceso de una
metrópoli — porque ahí se encuentran las mejores tiendas, clubes, gimnasios y
salones. Puede ser oficialmente homosexual, heterosexual o bisexual, pero esto es
totalmente inmaterial porque claramente se ha tomado a sí mismo como su propio
objeto de amor y al placer como su preferencia sexual. Mark Simpson (Meet the Metrosexual, 2002)
El término “metrosexual” surge del mundo
posmoderno, denominando al tipo de hombre que “se
caracteriza por un desarrollado interés por el cuidado personal, la apariencia
y el estilo de vida sofisticado, marcado fuertemente por la cultura del consumo
y el mercadeo dirigido” (Wikipedia).
Dos trampas a evitar:
1 Exagerar. El ser
limpio, organizado, cuidar su salud y estética no constituye en absoluto un
atributo metrosexual; es únicamente la actitud y la desmedida preocupación por
la apariencia, hasta el punto de ir poco a poco mutando su propia identidad
genérica, lo que califica al término.
2 Tolerar. En
demasía y hasta ver el principio como tal un tanto simpático, sin caer en la
cuenta que está asociado a caminos que te pueden llevar más allá de lo que originalmente
no ha sido sino un sano impulso de orden y superación. El punto es no perder la perspectiva
equilibrada ¡Atención!
Por último, un mensaje para todos los metrosexuales –sacado de la red -: el
hecho que tú te gustes no significa que también te van a querer de la misma
manera. Deja de pensar que el mundo gira alrededor de ti, que las mujeres caen
a tus pies por tu belleza y no por tu dinero. Si pudieran escoger entre vómito
y pus de vaca y tu cara de maricón de seguro elegirían lo primero, porque tu
narcisismo da asco, sífilis y diarrea, todo al mismo tiempo.
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