El 17 de abril de 2013 apareció
este mi artículo en El Diario de hoy.
Es de triste evidencia que las condiciones que allí se retratan subsisten. Sin
embargo no es en sí una denuncia lo que se persigue como motivación principal,
sino el que se ponga atención que las pésimas prácticas sociales, reñidas del
todo con una sana moral social, no son consecuencia de un sistema económico en
sí, que si bien defectuoso es superior a la opción socialista, sino que estos
males son ocasionadas por erradicar de los planteamientos económicos –bajo
pretexto de un cientificismo falso –los aspectos de moral natural que son
inseparables del ser humano.
Una cuestión espinosa
JUSTICIA LABORAL
Roberto López-Geissmann
Nuestro
sistema, llámese americanismo, capitalismo o como sea nos da una gran
oportunidad si sólo la tomamos con ambas manos y le sacamos el máximo provecho. Al
Capone.
Es lo más triste el que cada
vez existan más empresarios que tengan por slogan el anterior, entendido con
los alcances ya conocidos del notorio Al Capone, “el rey de los gángsters”.
Falta de condiciones mínimas de seguridad, contratos trucados, exigencias de
trabajo que rebasan el tiempo legal (sin pago extra), tratos indignos,
embarazadas rechazadas, despidos sin pago de indemnización, trabajo en domingos
y días de asueto sin compensación… todo aderezado con la pérfida frase de: -¡y
si no te gusta hay miles esperando!
Pero antes que calenturientas
mentes, en su ignorancia, me acusen de chaquetear haciendo guiños izquierdistas
he de decir que esos deformados empresarios, no importa si desgraciadamente son
muchos, no representan, y por el contrario execran, el ideario de fair play –trato o jugada justa,
correcta –de una casta tan variada como cualquier otra y en la que pese a
toneladas de propaganda marxista, no se le pueden imputar mayores fallas que a
otros estamentos sociales. No todo empresario es un capitán de industria.
Pareciera a veces justificada
la frase del universo “marxiano” que dice que el capitalista le venderá la soga
al mismo que ha de ahorcarlo, significando por esto que su afán de lucro, su
desmedida ambición es tan ilimitada que ciega su inteligencia y sería capaz de
venderle las armas a la banda que ataca su propia casa… más aún cuando de hecho
lo hace, no a veces, sino cada vez más seguido. Así vemos festivales de teatro
o concursos literarios completamente impregnados de signos de izquierda,
auspiciados por grandes empresas cuyos dirigentes a menudo se dan golpes de
pecho “derechistas”… a morirse de risa si no fuera trágico, y más aún el que
les hayan vendido la idea que es “lo único y mejor”. Pero note el lector que
esta deficiencia no les viene de la “propiedad privada” sino de la ignorancia,
igual que la injusticia laboral no reside en la “esencia de la estructura
capitalista” sino en la ausencia de una ética que se ha fugado al mismo tiempo
que la vergüenza y el sentido espiritual del mundo; no lo haría mejor otro
materialista ambicioso, egoísta y loco por los placeres mundanos, lo estamos
viendo. La imputación no es al modo de producción sino a la moral.
Cuando en la Universidad nos
hablaban de los abusos contra los trabajadores, sabíamos que se trataba de
generalizaciones monstruosas, casi risibles… varias décadas después, con
suspiros de dolor tenemos que admitir que la mentira se está acercando a la
verdad. Sea esta un llamado a la atención a los de buena voluntad que no
pertenecen a esa recua de explotadores; que despierten los politicastros que no
corrigen a esos abusadores que llevan agua al molino de la revolución,
convirtiéndose con su comportamiento inhumano en los mejores propagandistas del
odio, que es la ideología con la que nunca estaremos.
El trato justo, el cumplimiento a la ley
–sabemos que muchos lo hacen superando aún lo exigido –el no perder la visión
humana de la cadena productiva, que eso somos, con solidaridad y sin perder la
claridad de tratar con hermanos con alma, no con “elementos cosificados e
intercambiables”… eso necesitamos.
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