El 8 de diciembre de 2007, en El diario de hoy, publiqué el siguiente Art. –como siempre lo azul
es mío, agregado ahora. Al final he expuesto sucintamente los problemas, nada
simples, que conlleva esta temática. La avalancha de ideología (en su peor
sentido) irrumpe como mar embravecido, barriendo el sentido común y calando
hondo en “la gente”.
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DEL PAGO EXCESIVO NO SE PASE AL PAGO MISERABLE |
TRANSPARENCIA Y LIBERTAD
Por Roberto López-Geissmann.
El tema –impecable como temática en sí –da
para mucha reflexión, mucho más allá de las ideas comunes (e importantes) que
son las principalmente difundidas, bajo el paraguas de combate a la corrupción,
transparencia y derecho a la información, tendiente todo a una agenda que
promueve una reforma política. Como es mi costumbre dejaré a un lado lo
elemental, sin desprecio por sus contenidos, sino como una aportación que
pretende sumar, yendo más allá de lo evidente.
Es indispensable, de entrada, enarbolar la bandera de la
honestidad, pues sin contar con la misma, todo el resto se va diluyendo poco a poco.
El fenómeno de exigencia -cada vez mayor,
más rápido y más completo –para que el Estado se cristalice en una
transparencia total, descuidando por completo los límites y alcances de una
visión descarnada que pretendería, si pudiera, hasta abrir la mente del
funcionario, sacándole hasta la última gota de pensamiento, de alcances
estratégicos y de acción sicológica, no es sino un principio que se mueve en
función de orden disolutorio. No construye, dificulta. Se viste con los
límpidos ropajes albos de la alta moral social; canta el son del que no tiene
nada que ocultar que se exhiba… engatusando con arte de birlibirloque al
público con la aceptación no discutida de que no hay nunca nada que no sea
necesario ocultar en ningún momento para algunos.
No se trata únicamente de Inteligencia, de
Seguridad Nacional o de Estado, hay situaciones que van ligadas a la misma
eficiencia y al sentido común, así como al derecho adquirido del grupo en el
poder a ejercer como él decida, una cierta influencia, dándole un sentido a su
gestión, que no sería efectiva si todo fuera sabido en el mismo momento.
Claro que hay que informar, hasta a la misma
oposición, no se niega esto, pero hay momentos y se pueden establecer
protocolos especiales… lo he querido decir en toda esta parrafada es que es un
tema que merece tratarse desde sus mismos fundamentos filosóficos, realizar
discusiones, plantear casuísticas y soluciones. Más no es esta la receta de los
poderes mundiales, que se arrogan el derecho de pensar sólo para ellos y los
demás tienen el derecho, sí, pero sólo de obedecer. Además que en el caso se
busca que no sólo los que legítimamente estén en el Gobierno, comprendida la
oposición, sepa todo “ya y de un solo”, sino y principalmente todo el mundo. Inteligencia
abierta, operación no encubierta, ahorro y control garantizados.
La escalerita viene desde los derechos
humanos (realmente todo arranca de esta entelequia), sube por las garantías
individuales hasta aterrizar en el derecho a la información y a conocer la
verdad (!), con lo que se da la absurda aceptación de que los que están en el
Poder, por estarlo, se encuentran en posesión de la verdad, la misma verdad que
Jesús y la CIA
dicen que nos hará libres. Recordemos lo que el Glasnost representó, dentro del aliento genérico de la Perestroika, y
preguntémonos, no si era ético o no, sino si derribo qué cosa, si después de
derribado siguió actuando, o si tal concepto actúa si no es teledirigido hacia
pequeñas o débiles naciones, con propósitos de ingeniería política.
Aquí en concreto se dirige contra algo que,
además de ser odioso en verdad, ahora se lo está atacando duramente: los
partidos políticos. A estos se les
recetan bellezas “democráticas” como que el tiempo que c./u. utilice durante la
campaña política sea distribuido en los Medios a través de un organismo, en
forma equitativa y sin importar los fondos que cada uno aporte. Se
acepta pues, implícitamente, la posibilidad de que a los Partidos se los pueda
comprar (¿por los ricos, por muchos no tan ricos, por organismos, por otros
Estados…?) pero la insistencia no es para quebrar un sistema corrupto
políticamente sino machacar que lo inmoral se encuentra en que los que tienen
dinero lo den, puesto que exponen a la supuesta picota y exhibición a los
donantes, que podrán ser luego objetos de represalias. Vale que muchos den (son
impunes) pero sí uno o pocos dan bastante: serán señalados (y, acaso,
castigados).
¿Dónde
queda el secreto del voto? Dado que el secreto busca
garantizar un cierto margen de independencia, y por lo tanto de LIBERTAD, en
cuanto no se presiona al elector por las consecuencias de votar por tal o cual.
El extremo de la transparencia sería que No fuera secreto, lo que las algaradas
“a mano alzada” rompen con la plena voluntad en el sentido que siempre hay
quienes –a veces justificadamente –temen. Así, de la búsqueda positiva de la
honestidad y la libertad, se llega a lo contrario. Todo exceso lleva
aparejado un error, un abuso y un peligro.
Estamos dentro de un vendaval
eminentemente político que les pasa por las barbas a la clase dirigente ante la
embobada sonrisa de muchos que no se percatan la tensión de pasar del Demos al
Doxa –en que sólo la opinión cuenta, no la verdad, el deber o el bien común,
porque sólo aquella vale para tomar decisiones
–y que la trampa de buscar que el pueblo maldiga a los políticos lleva, en el
fondo, el dejar liberadas las fuerzas reales para una acción política profunda.
Fuerzas
estas, nacionales e internacionales, que han decidido llevar a la lenta
emasculación, exterminio y caos de las Instituciones, lo que realizan
debilitándolas con argumentos sofísticos, contradictorios a una idea
respetable, pero llevadas con alevosía traidora.
Concluyendo.
Debe
erradicarse el concepto de que la única participación legítima de la ciudadanía
en la política TIENE que hacerse a través de los Partidos Políticos. Esta
es una de las reales liberaciones cívicas, concretas y éticas que la nación
necesita y espera.
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UNO DE LOS RUBROS EN QUE MÁS SE HA ABUSADO |
De una sana preocupación por cuidar el erario público,
por velar por el gasto abusivo de ciertos rubros, por el despilfarro, la
corrupción y la estafa de los funcionarios –todo ello legítimo, repito. Se
llega a elaborar una serie de exigencias tan exageradamente controladoras que
inciden negativamente en la administración del Estado (como lo harían en
cualquier institución o empresa igualmente) hasta llegar al absurdo de atentar
contra la Seguridad Interna del Ser mismo del Estado.
Este
caballito de batalla se está llevando con gran éxito mundial, más aun en los
países pequeños y dependientes, con el no evidente pero sí verificable resultado analítico de debilitar a todo el orbe para que se instale el pináculo
del poder total: el Mundialismo Globalizante.
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