Presento un
delicioso análisis intelectual sobre la conducta humana y las posibilidades del
Ser. Se trata de las representaciones morales de los principales protagonistas
del film Batman, el Caballero de la
noche. El escrito ha sido una iniciativa original de Xiomy Cruz,
quien gentilmente me ha permitido su reproducción, citando –como ella lo hace –que
la autoría completa del análisis se debe a Carlos Andrés Gómez
Rodas (Doctor en Filosofía).
Contrariamente a la mayoría de
trabajos que he querido compartir, sintetizándolos, este caso lo transcribiré
íntegro. Las citas de los personajes son en rojo y cursiva. Los comentarios en
marrón son de Xiomy y la elección de fotograbados y un par de subrayados en amarillo son míos.
Introducción de Xiomy Cruz: Antes de mi conversión
al catolicismo, en una época en que para mí tenía nula importancia la
existencia de Dios, al observar ese común denominador de las personas, llegaba
a la misma conclusión que el Guasón: La naturaleza humana es repugnante.
No creía en
la bondad de las personas, que aunque promulguen ser empáticos, tolerantes, amigos
de la naturaleza, de la paz y el “amor”, compasivos… en realidad lo que hay
detrás no es más que un sentimiento, un “amor” limitado, ambiguo, fácilmente
frustrado, y por eso fácilmente cambiante. Al final terminan predominando los
vicios, las incoherencias y el egoísmo de “sálvese quien pueda” ante
situaciones que ponen a prueba la condición humana. Y es que nada tiene
sentido en un mundo así: se vive para la propia satisfacción sin importar a
quien o que se deba sacrificar, y mientras se aparenta compasión y
benevolencia.
Al fin y al cabo nadie puede escapar a la inclinación
al mal que debemos al pecado original, razón por la cual sin la ayuda de unos
principios morales bien arraigados en la sociedad, la confianza de la comunidad
en la libertad subjetiva de los individuos termina dando lugar, más temprano
que tarde en profundas decepciones. Sin embargo, el ser humano, al ser creado gracias al
amor divino, aspira a ser capaz de hacer el bien. En su interior luchan cada
día el bien y el mal, confrontación en la cual solo Dios puede dar la gracia
para ganar la partida, para ser virtuosos y vencer el propio egoísmo, superar
las injusticias , perdonar las ofensas sin resentimientos, hacer a un lado el
interés personal para ayudar a otros y aportar a la construcción del “bien
común”.
Comienza el trabajo del Dr. Gómez Rodas.
“Batman, el Caballero
de la Noche”
Tres
posturas morales
Alfonso Reyes afirmaba que a
diferencia de los textos filosóficos, espirituales, históricos o científicos
que pueden tener un lenguaje de valor estético y a los que catalogaba como
literatura aplicada, “la literatura en pureza se dirige al hombre en
general, al hombre en su carácter humano (…) el contenido de la literatura es,
pues, la pura experiencia”. Es por eso que puede haber mucha más
lucidez y realismo en una novela, un cuento o una poesía que en un tratado.
Los grandes dramas de la
existencia humana aparecen mucho más nítidos y cercanos a nuestra realidad en
la vida de los personajes literarios que en la teorización de un erudito porque
podemos identificarnos y vernos reflejados en sus tristezas, sus alegrías, sus
dilemas y sus incertidumbres.
No es distinto lo que ocurre con
el séptimo arte. Una buena película casi siempre nos remite a un encuentro con
nosotros mismos, genera preguntas y ofrece respuestas que adquieren significado
y valor en la propia existencia. Podría decirse que sentarse a ver un filme de
calidad no solo es un ejercicio estético sino también ético, en la medida que
puede ayudarnos a ser mejores personas o mostrarnos una faceta de la realidad
que aún no conocíamos y que nos hace reconsiderar ciertas opciones, actitudes o
comportamientos.
Batman,
el caballero de la noche (2008), dirigida por Christopher Nolan y
protagonizada por Christian Bale (Batman), Heath Ledger (El Guasón), Gary
Oldman (Jim Gordon) y Aaron Eckhart (Harvey Dent) no solo es magistral en
términos cinematográficos por sus efectos especiales y las excelentes dotes
histriónicas de sus actores. Tal vez lo más interesante sea que el problema ético desarrollado en su trama suscita
una reflexión sobre tres posiciones o actitudes morales que pueden distinguirse
en Batman, el Guasón y Harvey Dent, cuyas opciones le dan dinamismo al
argumento. Aproximarse a cada una permitirá identificarlas en la vida individual
y colectiva de las sociedades contemporáneas.
1.
EL GUASÓN,
UN AGENTE DEL CAOS.
|
PARADIGMA DE LA MODERNIDAD ,VRS. TRASCENDENCIA |
La cinta comienza con el robo a un
importante banco de Ciudad Gótica (CG) en el que se guarda el dinero de los más
importantes capos de la mafia. Detrás de su organización se encuentra El
Guasón, un “bicho raro”, un “monstruo” con el rostro pintado como un payaso y
con dos grandes cicatrices que intentan dibujar una sonrisa tan escalofriante
como irreal. En esta versión de la saga es el archienemigo de Batman.
Contra todo pronóstico, el Guasón
lo ha dispuesto todo para que sus cómplices se asesinen entre sí y poder
quedarse con todo el dinero. Sin embargo, su mayor interés no parece ser la
riqueza, como paulatinamente lo revela la película.
Este criminal sin principios y sin
lealtad alguna se proclama a sí mismo como “un agente del caos”,
desprecia a los grupos delincuenciales porque su mezquino objetivo es el
dinero y no tiene pudor alguno en quemar una cantidad millonaria de dólares frente
a los ojos atónitos de un importante líder delincuencial. Según él la ciudad
“se merece un mejor villano”.
El comportamiento de este personaje, interpretado brillantemente por el
galardonado Heath Ledger, recuerda la actitud de Satán en el Libro de Job. Cuando Yahvé se enorgullece de la
rectitud moral de su siervo, Satán replica que esta solo se debe a que es un
hombre afortunado y lleno de posesiones, pero que en una situación límite
seguramente sería otra su conducta: “Trata de poner la mano en sus
posesiones; te apuesto a que te maldice a la cara” (Job 1, 11). Del mismo modo, el Guasón no cree en la
bondad natural del ser humano y su objetivo último es corromper el alma de CG
por medio del terror, pues “la gente cuando está a punto de morir, se muestra
tal y como es”.
En un interesante diálogo entre
Batman y su antagonista, este expone su visión de la sociedad, intentando que
el héroe desista de su misión y tratando de justificar sus acciones:
“Para ellos solo eres un bicho raro, como yo. Ahora te necesitan,
pero cuando no sea así te marginarán como a un leproso. Su moralidad, su ética
es una broma. Se olvidan al primer cambio imprevisto. Solo son tan buenos como
el mundo les permite ser. Te lo demostraré. Cuando las cosas se tuerzan esos
civilizados se matarán entre ellos. Yo no soy un monstruo, solo voy un paso por
delante”.
Esta antropología tan pesimista, carente de esperanza y obsesionada con
la maldad es la que le lleva a concluir que “la única forma sensata de vivir
en este mundo es sin principios”. El Guasón quiere develar lo
miserable que hay en la naturaleza humana y de lo cual él es un paradigma. No
se conforma con ser un pasivo espectador sino que quiere ir más allá y ser la
causa del caos, de la destrucción, del miedo; quiere contagiar su desesperación,
trivializa el dolor de las personas y no soporta ver que haya hombres virtuosos
que aun crean en el bien, por eso le reprocha a Batman su deseo de ser
coherente: “Tienes muchos principios y crees que te van a salvar”.
Ante las continuas amenazas del
malhechor y luego de volar un hospital, los habitantes de CG intentan escapar.
Debido a que los puentes parecen estar llenos de explosivos, las autoridades
disponen dos transbordadores que puedan conducirlos a un lugar seguro, en uno
de ellos han acomodado a los civiles y en otro a los convictos. El plan parece
estar marchando según lo previsto pero de inmediato irrumpe la voz de El
Guasón que les indica: en cada embarcación hay explosivos y un detonador, si
quieren sobrevivir deben hacer explotar el otro barco.
Nuevamente el
villano quiere poner a prueba la libertad humana, pero con el único afán de
confirmar su tesis de un pretendido mal radical en el corazón de todos los
hombres que les impide ser altruistas. Finalmente triunfa el bien y El Guasón
es derrotado, uno de los convictos arroja el detonador fuera del barco y un
civil decidido a salvar su vida sacrificando a los reos, se arrepiente y pone
el detonador sin activar en su lugar. No obstante, el hecho le da la razón a
Alfred, el mayordomo de Batman, quien describe acertadamente al bandido:
“Hay
personas que no buscan algo lógico como dinero. No se les puede comprar, ni
amedrentar, ni hacer entrar en razón. Algunas personas solo quieren ver el
mundo arder”.
El Guasón considera que Batman lo
completa, por eso no lo destruye. Pareciera creer en una especie de dialéctica
sin solución definitiva entre el bien y el mal. Solo desea tener a alguien con
quién combatir, una antítesis, un contendor, para que en medio de la lucha se
genere el caos. Luego de retar al héroe en repetidas ocasiones ha entendido que
la integridad del caballero de la noche es incorruptible. Aun cuando no la
entienda ni esté dispuesto a imitarla, le resulta entretenida: “No me vas a matar por una absurda sensación de
superioridad moral. Y yo no te voy a matar porque me divierto mucho contigo.
Creo que tú y yo estamos condenados a seguir así de por vida”.
Llama la atención que en dos
escenas el personaje relate versiones totalmente distintas sobre el origen de
sus cicatrices. En la primera de ellas son la consecuencia de un padre ebrio y
un cuchillo, pero de acuerdo
a la otra, él mismo las hizo para demostrarle a su esposa, acosada por deudas
de juego y víctima de unos delincuentes que le desfiguraron el rostro, que no
le importaba verla así, tiempo después ella lo abandonó porque no soportaba
estar a su lado. El común denominador de ambas es el desamor y el rechazo por
parte de seres queridos, lo cual tiene como consecuencia una persona que no se
acepta a sí misma y quiere causar a otros el dolor que ha sufrido.
Al ver los desastres de una
cultura del relativismo y el egoísmo, muchos hombres no se sienten llamados a
esforzarse por salvar las circunstancias sino que se suman a la gran ola de los
que han escogido vivir sin principios, existiendo en el reducido perímetro de
sus intereses personales y tratando de sacar una tajada en medio de la
corrupción y el engaño.
La sociedad de la que proviene el
Guasón es aquella que se desespera del bien y se acostumbra a contemplar un mundo
en llamas, haciendo oídos sordos a cualquier propuesta que no sea “en río
revuelto ganancia de pescador”
2. HARVEY DENT, LAS DOS CARAS DE LA JUSTICIA
Una ciudad acosada por el crimen,
la indiferencia y la ley del “sálvese quien pueda” ve una luz de esperanza en
el impecable Harvey Dent, otrora funcionario de la oficina de asuntos
interiores, ascendido a fiscal de distrito por su excelente desempeño y su fama
de transparencia. Dent parece ser el prototipo de hombre público exitoso, pero
sus logros no son consecuencia de la corrupción, sino de un trabajo incansable
contra el crimen organizado que le permite abrirse paso hacia la alcaldía de
CG, su meta en términos políticos.
El multimillonario Bruce Wayne (la
identidad real de Batman) apuesta por la carrera política de Harvey Dent, a
quien ve como “la cara del brillante futuro de Ciudad Gótica” y organiza una
cena con importantes hombres de negocios para presentar a su amigo y
proponerles que financien su postulación para alcalde. Aunque la hermosa Rachel
Dawes (Maggie Gyllenhaal), antes novia de Wayne y ahora prometida de Harvey, lo
interpreta como una burla asolapada y un intento de ridiculización, los intereses
de Wayne son sinceros: Harvey es el verdadero héroe pues no ha necesitado una
máscara para encerrar a los criminales. Posteriormente en su atuendo de Batman
amonestará al mismo Dent pidiéndole que no se deje arrastrar por su sed de
venganza: “Eres el símbolo de la esperanza que yo
jamás podría ser. Tu lucha contra el crimen organizado es el primer rayo de luz
legítimo que ve Ciudad Gótica en décadas”.
Mientras en la Unidad de Delitos
Mayores (UDM), dirigida por el incansable Jim Gordon, piensan que Dent es solo
un hipócrita al que identifican con el despectivo mote de “dos caras”, el
fiscal de distrito opina que es en la UDM donde están los policías que trabajan
para la mafia. Gordon acepta con humildad la posible relación de miembros de su
equipo con los carteles de la droga, pero Dent no parece dispuesto a aceptar la
infiltración de agentes corruptos en su propia oficina.
Hay un aire de superioridad en todos sus juicios y es por eso que su
fortaleza, sagacidad, inteligencia y buenas intenciones se oscurecen ante su
posición de juez implacable en términos morales. Su deseo de hacer justicia se
transforma paulatinamente en soberbia, debido a que su interpretación
distorsionada de esta virtud cardinal cobra un matiz de venganza que terminará
llevando al fatal desenlace de su vida.
El Guasón planea la muerte de Rachel y Harvey. Batman logra rescatarlo a
él, pero la mitad de su rostro queda incinerado por las llamas, mientras que
ella muere trágicamente en una explosión. “La cara brillante de CG” se convierte
en un resentido vengador que trata de hacer justicia por sus propias manos.
Atrás han quedado los días de la legalidad y el buen juicio, lo único que
parece interesarle una vez sale del hospital es encontrar a los culpables de su
dolor y cobrarles por lo que le hicieron, empezando por los policías
implicados.
El detonante de esta amarga reacción es la frase de El Guasón: “Soy un agente del caos ¿Y sabes qué tiene el caos?
Que es justo”. Esta perversa visión logra corromper a quien otrora fue la esperanza de
la ciudad y se cumple lo que en varias ocasiones había repetido: “Mueres siendo
un héroe o vives lo suficiente para volverte un villano”, llegando a amenazar
la vida del pequeño hijo de Gordon, a quien señala con el dedo acusador.
Muchas veces el deseo de hacer justicia olvida la misericordia, el perdón y
la compasión porque creemos que a los buenos, a los que se esfuerzan por obrar
rectamente debe irles en todo según lo previsto. Esta idea, además de ser
sumamente ingenua, puede llevarnos al odio y el rencor contra quienes creemos
son la causa de nuestros males. La opción por la virtud no debe traer consigo
un mezquino interés utilitario y debe ser lo suficientemente firme para
mantenerse incluso en medio del dolor y la injusticia. “Si la esencia de la
fortaleza consiste en aceptar el riesgo de ser herido en el combate por la
realización del bien” (Pieper 190) es claro que Harvey Dent encarna a un hombre
fuerte, pero deja a un lado sus principios en el momento en que pierde a la
mujer amada. Batman comparte su tristeza, pero sabe que en la venganza nunca
está la solución y que excusarse en la imparcialidad del azar es una forma de
ocultar el propio interés.
No se trata de lo que quiero hacer, sino de lo
que es justo” grita el enfurecido Dent, pero la moneda que siempre usa para
dejar las grandes opciones al azar está diseñada para que pueda hacer siempre
su voluntad, es él quien decide y ha decidido condenar y cerrarse a la
reconciliación. En últimas es su libertad la que orienta las circunstancias, aun
cuando quiera escudarse en el determinismo de una justicia siempre neutra,
siempre imparcial, siempre objetiva.
3. LA OPCION
POR EL BIEN ARDUO
Es difícil creer que Bruce Wayne, “uno
de los hombres más ricos y poderosos del mundo, es un justiciero que se pasa
las noches machacando a los criminales con sus propias manos”, como bien lo
indica Lucius Fox (Morgan Freeman), uno de los más fieles empleados de I+D, la
compañía de Wayne. Sin embargo, ese hombre de negocios que podría vivir al
margen de los problemas que agobian a CG ha optado por involucrarse al máximo
de sus capacidades y posibilidades invirtiendo recursos económicos, tiempo y
arriesgando su propia vida sin recibir ninguna recompensa, ni siquiera la del
prestigio, pues incluso cuando teme por su reputación tiene al experimentado
Alfred que le recuerda: “Hará que lo odien, pero en eso
consiste ser Batman”.
Bruce Wayne había vivido la tragedia de
presenciar el asesinato de sus padres y no puede evitar la muerte de su amada
Rachel, pero no por eso entiende su misión en coordenadas de venganza e interés
personal, lo cual le permite tener la mirada fija en un objetivo mucho más
noble que la equidad perseguida por Harvey Dent, a quien reprende por su
egoísmo, exhortándole a ver mucho más allá de su odio.
Por otro lado, es de notar que Batman no
tiene superpoderes, es un hombre contingente y frágil como cualquiera, pero su
valentía y su opción decidida por el bien generan esperanza en Ciudad Gótica,
por ejemplo, cuando un fraudulento empresario chino huye con el dinero de la
mafia a Hong Kong, Batman ingenia un plan para capturarlo y entregarlo a las
autoridades. Respaldados por la acción del héroe, Gordon y Dent se animan a
capturar 549 criminales para hacerles juicio.
Quien espera una solución se esfuerza por
encontrarla, quien no la cree posible, hace parte del problema o se resigna
desesperanzadamente. Pero muchas veces para ver la solución necesitamos un apoyo. Eso es
Batman para sus conciudadanos: “Él simboliza que no tenemos nada que temer de
escoria como tú” le dice a El Guasón Brian Douglas, uno de los imitadores de
Batman. La existencia de
hombres valientes que quieran imitarlo demuestra que es una inspiración, que
hay algunos que se animan a luchar contra el mal porque otro ha decidido
combatirlo radicalmente.
Pese a
la admiración que suscita y a que una buena porción de CG lo apoya, Batman no
se aferra a los honores y con actitud magnánima está dispuesto a presentarse
como el culpable de los homicidios perpetrados por Harvey Dent. Es preferible
que se le acuse injustamente a que la ciudad pierda la esperanza en un hombre
que parecía intachable. Batman
es la antítesis del héroe posmoderno, que según Zygmunt Bauman está centrado en
el reconocimiento y los aplausos, y tiene claro que el sentido último de sus
esfuerzos es el bien común: “Soy lo que CG necesita que sea”-afirma Bruce Wayne-Batman.
Ejercitando
la prudencia, el caballero de la noche sabe que la verdad tiene su momento y
que incluso “a veces la verdad no es suficiente, a veces la gente se merece
algo más. A veces la gente se merece una recompensa por tener fe”.
Ese hombre que a plena
luz del día presenta la fachada de un magnate frívolo, ambicioso y vanidoso,
asume todas las consecuencias de luchar por la sociedad, aunque eso implique
revelar su identidad e ir a la cárcel. De Batman puede decirse que “pasó
haciendo el bien” (Hch 10,38), un bien arduo y costoso
por el que han luchado no pocos hombres a lo largo de la Historia, “Porque él no es un héroe, es un guardián silencioso,
un vigilante protector, un caballero de la noche” –dice Jim Gordon.