Después de ir en ascenso,
en nuestro país, la “bendita” fiesta de brujas empezó a descender;
probablemente por campañas de divulgación (en las que este servidor participó).
Pero por desgracia no se continuaron y ahora está volviendo
a resurgir debido a tres aspectos:
1. La
ignorancia bien intencionada de los adultos, que se congratulan y gozan de ver
a hijos y nietos disfrazados de fantasmitas, etc., sin saber el trasfondo de la
dicha celebración.
2. La
imitación desaforada de la cultura del norte –que tiene muchas cosas buenas,
como la celebración del thanksgiving day por ejemplo –que hace dejar de lado
toda reflexión más seria.
3. Por
último, aunque quizá no en último lugar, el ansía desmedida de lucro de tanto
comercio que logra ventas en estos días; pudiese hacerse campañas para celebrar
la de Todosantos.
A su consideración el siguiente artículo (proveniente de Internet).
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CORRECTA CELEBRACIÓN. POSITIVA Y EDIFICANTE |
Ante todos estos elementos que componen hoy el Halloween, vale la
pena reflexionar y hacerse las siguientes preguntas:
¿Es que, con tal que se diviertan,
podemos aceptar que los niños al visitar las casas de los vecinos, exijan dulces a cambio de no
hacerles un daño (estropear muros, romper huevos en las puertas, etc.)?
Respecto de la conducta de los demás se puede leer el criterio de Nuestro Señor
Jesucristo en Lucas 6,31.
¿Qué experiencia (moral o religiosa) queda en el niño
que para "divertirse" ha usado disfraces de diablos, brujas, muertos,
monstruos, vampiros y demás personajes relacionados principalmente con el mal y
el ocultismo, sobre todo cuando la televisión y el cine identifican estos
disfraces con personajes contrarios a la sana moral, a la fe y a los valores
del Evangelio.? Veamos qué dice Nuestro Señor Jesucristo del mal y lo malo en Mateo.
7,17. Mt. 6,13. La Palabra de Dios nos habla de esto también en 1ª Pedro 3,
8-12.
¿Cómo podemos justificar como
padres de una familia cristiana que nuestros hijos, el día de Halloween hagan
daño a las propiedades ajenas? ¿No seríamos totalmente incongruentes con la educación que hemos
venido proponiendo en la cual se debe respetar a los demás y que las travesuras
o maldades no son buenas? ¿No sería esto aceptar que, por lo menos, una vez al
año se puede hacer el mal al prójimo? ¡Qué nos enseña Nuestro Señor Jesucristo
sobre el prójimo? Leamos Mateo. 22, 37-40
Con los disfraces y la
identificación que existe con los personajes del cine ¿no estamos promoviendo en la conciencia de los pequeños
que el mal y el demonio son solo fantasías, un mundo irreal que nada
tiene que ver con nuestras vidas y que por lo tanto no nos afectan? La Palabra
de Dios afirma la existencia del diablo, del enemigo de Dios en Santiago 4,7 1ª
Pedro 5,18 Efesios 6,11 Lucas. 4,2 y 25, 41
¿Qué experiencia religiosa o
moral queda después de la fiesta de Halloween?
¿No es Halloween otra forma de relativismo
religioso con la cual vamos permitiendo que nuestra fe y nuestra vida
cristianas se vean debilitadas?
Si aceptamos todas estas ideas
y las tomamos a la ligera en "aras de la diversión de los niños" ¿Qué diremos a los jóvenes
(a quienes durante su infancia les permitimos jugar al Halloween) cuando acudan a los brujos,
hechiceros, médiums, y los que leen las cartas y todas esas actividades
contrarias a lo que nos enseña la Biblia?
Es que nosotros, como
cristianos, mensajeros de la paz, el amor, la justicia, portadores de la luz
para el mundo ¿podemos
identificarnos con una actividad en donde todos sus elementos hablan de
temor, injusticia, miedo y oscuridad? Sobre el tema de la paz podemos leer
Filisteos 4,9 Gálatas 5,22. Ver qué dice Jesús sobre esto en Mateo 5,14
Juan 8,12
Si somos sinceros con nosotros
mismos y buscamos ser fieles
a los valores de la Iglesia Católica, llegaremos a la conclusión de que el
Halloween no tiene nada que ver con nuestro recuerdo cristiano de los Fieles
Difuntos, y que todas sus connotaciones son nocivas y contrarias a los
principios elementales de nuestra fe.
No tomemos a la tremenda, seamos comprensivos con una gran cantidad de
buena gente que, sin ninguna intención maligna, por simple falta de reflexión
suficiente e impulsados unos con otros, se alegran –hasta diría que sanamente –organizando
toda la parafernalia. Por desgracia es negativo llevarla a cabo (ni siquiera
adultos) y pueden crearse otras actividades, religiosas o no, que suplan esta
equívoca fiesta; baile de disfraces (variados, no sólo monstruosos),
celebración de “los Fieles Difuntos” y, siempre explicando a los menores las
causas.
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