Aparecido un 17 de julio illo tempore
en El diario de hoy. Al final agrego.
COMO LOS
MÚSICOS
DEL TITANIC
Roberto López-Geissmann
Quien quiera
ahuyentar al diablo tiene que gritar mucho. Goethe.
Es impresionante e inolvidable la
serie de escenas que en la película Titanic
narran la estoica actitud de la orquesta del malhadado barco, la cual se pone a
tocar justamente cuando ya no hay esperanza de que el “paquebote” deje de
hundirse usque ad ínferos (hasta el
infierno, o en este caso el fondo del mar). Lo hacen sentida y seriamente hasta
el final. Una vista superficial lo calificaría de patético. Para efectos de
este comentario es absolutamente irrelevante si el hecho ocurrió en verdad.
Menos aún discurrir sobre los efectos que tuvieron en los desgraciados que
naufragaron, o si fue realmente un acto de heroicidad… para mi es soberbio el talante que en todo caso mostraría.
Veamos acá la metáfora.
La nave que se hunde es la
sociedad. El daño es irreparable, el “navío que ni Dios hundía” lo está
haciendo él solito, alejado de Él. Sus pastores tradicionales han abjurado de
su palabra plegando verdades eternas ante la gloria mundis, sus dirigentes temporales han mutado las sociedades
de pensamiento y de acción (los entes civilizadores ideales que llamaron
partidos políticos) en Sociedades Anónimas cuyo principal objetivo es el poder
crudo y desnudo, mandar y seguir mandando para sostener a sus asociados. El
capitalismo liberal era un joven crápula, irresponsable, egoísta y algo
perdido; la revolución marxista era una masturbación intelectual ominosa que es
la contraparte del gamberro citado, sólo que con disfraz astroso, peores gustos
y cínicamente criminal, el otro peca por falta de conciencia y caridad, este
por análisis estragado y visión sangrienta aceptada y propiciada. No se
preocupe por el cuadro, lector, son ya historia.
Si hablara del maridaje de las
“extremas” a nivel macro y mundial. De cómo la manipulación de las “masas” es
ya una supercarretera de gran velocidad. De cómo el proceso cultural de lo
“políticamente correcto” es casi imparable y en el primer mundo produce
injusticias y mártires a diario. De cómo cada vez hay más temas que no puedes
tocar “ni con el pétalo de una rosa”. Si hablara… pero no lo haré, no lo estoy
haciendo. Sólo hacemos gritos y música (twist and shout, como los Beatles) pues
con “tantito” más nos echan a los perros y no soy obviamente ni Superman (¿o
sí?), ni un santo, ni un millonario, ni un loco, tengo familia, he sido
“escaldado” más veces de las que me he dado cuenta y, sin embargo… Todavía
quedamos unos cuantos músicos, unos tocando de solfa y otros de oído, los que,
con el agua al cuello, desequilibrados por la nave que escora, cansados y con
miedo… aún seguimos tocando.
Agrego que
actualmente la sociedad, el Estado y sus instituciones están por naufragar
trágica y prontamente, ante la vista de tanto incauto que confunde el
deslumbrador brillo de la blancura de la punta del iceberg con un pico
montañoso, cuando no es sino la blanca calva de una calavera mortal que está
por abrazarnos con los nuevos cantos de sirena, que no son un trompetazo de
gloria sino un himno de muerte a la que nos llevan.
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