En
la lucha cultural por los mejores valores de nuestra civilización, constituye
una parte esencial el poner en su lugar a los “monstruos sagrados” de la
modernidad, que sólo son lo primero (por más que tengan talentos además). Así,
Trotsky afirmó: "El artista debe
descubrir la manera de convencer al público de la entera verdad de sus
mentiras". En el Arte es paradigmático el respeto y aprecio que
se tiene por Picasso; extraído del excelente libro de Alberto Boixadós “Arte y
Subversión” presento a los lectores claros testimonios del cinismo y
manipulación del “artista revolucionario” sin más moral que seguir al dios
bicéfalo: el dinero y la revolución –lo normal más ahora que nunca.
El estudioso español Joaquín García de la Concha, dice:
"Un
español genial contemporáneo nuestro, Pablo Ruiz Picasso, ocupó el mando de las
avanzadillas revolucionarias en el mundo de las artes plásticas. Fue un
monstruo de la demolición. No ha existido, jamás, nadie que tuviese la
capacidad destructora que él tuvo. Fue el mayor revolucionario, en las artes
plásticas, de todos los tiempos. Destruyó pintando y derribó escribiendo, y por
hacer revolución, la hizo hasta con sus declaraciones al público y con su vida
privada; como ejemplo, transcribimos el texto íntegro de unas declaraciones
suyas, hechas a la revista de L 'Association Populaire de Amis des Musées,
"Le Musée Vivant", n° 17 18, del año 1963”.
Dijo
Pablo Ruiz Picasso:
"Cuando yo
era joven, igual que todos los jóvenes, tuve la religión del arte, del gran
Arte; pero con el correr de los años me he dado cuenta
que el arte, tal y como se lo concebía hasta el final de 1800, está ya acabado,
moribundo, condenado, y que la pretendida actividad artística, con todo su
florecimiento, no es más que la manifestación multiforme de su agonía. Los
hombres se apartan, se desinteresan cada vez más de la pintura, de la
escultura, de la poesía; aparte de las apariencias contrarias, los hombres de hoy
tienen puesto su corazón en otra cosa muy distinta: las máquinas, los descubrimientos
científicos, la riqueza, el dominio de las fuerzas naturales, y de todos los
territorios del mundo. Nosotros ya no sentimos el arte como una necesidad
vital, una necesidad espiritual, como era el caso de los siglos pasados.
Muchos de entre
nosotros siguen siendo artistas y ocupándose del arte por unas razones que
tienen muy poco que ver con el verdadero arte, sino por espíritu de imitación,
por nostalgia de la tradición, por inercia, por el gusto de la ostentación, del
lujo, de la curiosidad intelectual, por moda o por cálculo. Viven todavía por
costumbre y por «snobismo», en un reciente pasado, pero la gran mayoría de
ellos, en todos los medios, no tienen ya una pasión sincera por el arte, al
cual consideran, todo lo más, como una diversión, un ocio y ornamento.
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PAISAJE MEDITERRÁNEO |
Las nuevas
generaciones, amantes de la mecánica y del deporte, más sinceras, más cínicas y
brutales, irán dejando el arte, poco a poco, relegado a los museos y a las bibliotecas,
como una incomprensible e inútil reliquia del pasado. En el momento en que el
arte ya no es alimento de los mejores, el artista puede exteriorizar su talento
en toda clase de tentativas de nuevas fórmulas, en todos los caprichos y
fantasías, en todos los expedientes de la charlatanería intelectual. El pueblo
ya no busca ni consuelo ni exaltación en las artes. Y los refinados, los ricos,
los ociosos, los destiladores de quita esencias buscan lo nuevo, lo
extraordinario, lo original, lo extravagante, lo escandaloso. Por mi parte,
desde el «cubismo» y más lejos aún, he contentado a esos señores y a esos
críticos con las múltiples extravagancias que me han venido a la cabeza, y
cuanto menos las han comprendido, más las han admirado.
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GUERNIKA -VENERADO CLÁSICO DESINFORMATIVO |
A fuerza de divertirme
con todos esos juegos, con todas esas paparruchas, esos rompecabezas, acertijos
y arabescos, me hice célebre rápidamente. Y la celebridad significa para un pintor:
ventas, ganancias, fortuna, riqueza. En la actualidad, como sabéis, soy célebre
y muy rico. Pero cuando estoy a solas conmigo mismo, no tengo el valor de
considerarme artista en el sentido grande antiguo de la palabra. Ha habido
grandes pintores como Giotto, Ticiano, Rembrandt y Goya. Yo no soy más que un
bufón público que ha comprendido su tiempo. La mía es una amarga confesión, más
dolorosa de lo que pueda aparecer, pero que tiene el mérito de ser
sincera".
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Boixadós:
Confesión de un
hombre que tenía visión clara, y conciencia de lo que es el arte y su misión
profunda. Confesión que lleva implícita una de las tragedias más tremendas que tocan
a los hombres: ceder a la tentación de subordinar el arte a la gloria o éxito mundano
y a la política de barricada. Pero Ruiz Picasso, como lo manifiesta, tenía
conciencia de que el arte, el gran arte, ha existido y podría existir.
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