Publicado
en El diario de hoy, está referido
específicamente a la capacitación que se realiza en las empresas e
instituciones estatales, aunque extensible también a otros ámbitos, incluso los
mal llamado “académicos”, que son a veces apenas universitarios. El exceso de
instrumentos técnicos y diversivos han convertido a excelentes medios de apoyo
en rémoras que vuelven al maestro comodón y a los alumnos todavía más lights.
|
TAMPOCO ES ESTRICTAMENTE NECESARIO UN CIRCO MEDIÁTICO PARA EL BUEN MAESTRO |
DEGRADACIÓN DE LAS CAPACITACIONES
Roberto
López-Geissmann
Lo primero que habrá que decirse es que el
proceso degradatorio civilizacional produce, en medio de centenares de procesos
destructivos directos y colaterales, el de incidir en la enseñanza-aprendizaje
en forma negativa, por demás coherente con dicho proceso socio-involutivo. Como
resultado a destacar encontramos la artificiosa situación que pretende poner al
mismo nivel a capacitadores y a capacitados. Tal absurdo pareciera no merecer
refutaciones dada la obviedad de los términos en que se basa. No parece tenerse
que demostrar que los que conocen, o conocen más y mejor, deben enseñar a los
que carecen de esos conocimientos o los tienen en menor amplitud o profundidad.
Esto ha sido así desde siempre.
Pero desde hace varios años la tendencia
“moderna” intenta revertir, más bien invertir,
las posiciones. Se pretende que la persona que capacite y los que reciben
la misma saben exactamente lo mismo. Esto no se dice explícitamente (todavía)
porque aún no se ha trastocado del todo la lógica del pensamiento. Pero se hace
pensar; se deja sobreentender; se le da totalmente el sabor de ser así. Pese a
que alguno reflexione que si es cierto que todos saben igual ¿cuál sería la
gracia de recibir instrucciones de otro?; hasta hay quien dice que si es verdad
“que le devuelvan su dinero”. ¿De dónde surge exactamente esta alienación?
La respuesta puede aparecer “contaminada”
de contenido político y/o ideológico. Y lo es, pero únicamente si establecemos
ambas categorías como aspectos de aprehender la realidad, sin restarles un
sentido que quisiera eliminar esas visiones (como ya lo hizo con la filosofía),
con la mala voluntad de negarlas simplemente para establecer, de su parte, y
con total parcialidad, su propio punto de vista, llamándolo
objetivo y calificándolo de “corrección política”. Porque los que impulsan esto
no van a reconocer en este estadio del proceso, que se trata de una idea fuerza
del más puro estilo revolucionario.
Porque
justamente –contestando la pregunta –este impulso alienante parte y persigue la
Revolución. Hablamos del intento
mundial que surge abiertamente con la francesa, se continúa con la rusa,
la mexicana y otras, inscribiéndose en
la actual confusión mundial; pero no pecaremos de ir más allá. Baste consignar
el especial regusto de esta iniciativa, en el caso particular, por el concepto
de IGUALDAD. Es en honor de esta “sacrosanta” palabrota que se realiza todo; es
el poder tras bambalinas, su razón de ser.
Aunque lo que implícitamente se presenta es
“que todos somos iguales, que nadie sabe mucho más que otro y que opinar lo
contrario vulneraría la dignidad de otros” –lo que es una redomada tontería,
ahora sí que ideologizada (tomando su acepción del lado malo). Y paralelamente
se deshace el principio de autoridad,
dejando en el suelo capacidades, experiencias y personalidades, quemadas en la
hoguera de las vanidades a flor de piel por las que se halaga al batallón de
enanos semicultos, de conocimiento light.
Con ello se consigue otro objetivo querido
por la Revolución: destruir la verdadera memoria histórica y el conocimiento,
sustituyéndolo por la retórica unidimensional y la explicación fácil, logrando
con tal simplificación el ocultamiento de una realidad siempre más compleja y,
sobre todo, haciendo asequible a cualquier hijo de vecino el erigirse en
Capacitador (aunque le llamen Facilitador).
Eso sí, la presentación debe ser con alarde tecnológico, moderna, y
divertida, por ser esto “más importante que el saber” –dicen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario