Deseando de
todo corazón FELIZ NAVIDAD PARA TODOS les presento dos artículos publicados
en El Diario de Hoy en diciembre de
2012 y 2010 respectivamente. Dios colme de gracias y bendiciones esta su tierra
devastada.
De pie, despiertos y en lucha…
NO BANALIZAR LA NAVIDAD
Roberto López-Geissmann
De la religión de consumo no escapa ni el
consumo de la religión, presentada como un remedio milagroso, capaz de aliviar
dolores y angustias, garantizando prosperidad y alegría. Alain
de Benoist.
Todos conocemos a personas buenas y
responsables, gente piadosa, matronas conservadoras, pensadores agnósticos pero
con ideas solidarias y amables, en fin todo tipo de gente de variada edad que
expresan: que les molesta mucho (algunos
hablan de detestar o hasta de odiar) la época navideña. Lo que esta queja
expresa es el resentimiento de los que así se manifiestan –no siempre
públicamente –por lo que califican como una “carga obligatoria para realizar
una serie de gestos y gastos, de los que les molesta sobre todo el hecho de ser
forzosos”. Analicemos ¿qué significa semejante idea, de dónde parte, es
justificada? La cuestión trasciende por mucho la subversión anticatólica,
aunque no está exenta de ella.
En otro año procuré rescatar la buena idea
navideña –con Santa y su parafernalia incluida –subrayando lo positivo en que
consiste la promoción de la generosidad, de la bondad de regalar alegría, en un
rayo de sol en medio de la penumbra secular, un tiempo de colores y de buena
voluntad entre los hombres. Aún si esta experiencia se trate de desvincular de
su neta esencia cristiana, que es una barbaridad y una ingratitud, posee
valores humanos, naturales y sociales que no pueden ser discutidos, por ello,
aunque no les agradara a los ortodoxos, pedí reflexionar en cuanto no atacar a
“lo navideño” no cristiano, porque en el fondo su influencia sí lo era y toda
la festividad es no sólo respetable sino un tesoro civilizacional.
Como ha indicado de Benoist: “La fe imprime
sentido subjetivo a la vida, objetivando la práctica del amor, mientras un
producto crea apenas la ilusoria sensación de que, gracias a él, tenemos más
valor a los ojos ajenos”. Sin embargo los “grinchs del infierno” no se han
conformado con el absurdo de “descristianizarla”, sino que se mofan de todo
otro símbolo de ternura, exageran el impulso de regalar enfangándolo en un
consumismo que es precisamente lo contrario del espíritu navideño y hacen así,
renegar a la gente del mismo y como dijera el citado… El
pecado original de esta nueva "religión" es que, al contrario de las
tradicionales, ella no es altruista, es egoísta; no favorece a la solidaridad,
y si a la competitividad; no hace de la vida un don, pero posee. Y lo que es
peor: hace como si fuera el paraíso en la tierra y manda al consumidor a la
eternidad completamente desprovisto de todo los bienes que acumuló de este lado
de la vida.
Consecuentemente con el hecho de que “el
consumismo es la enfermedad de la baja autoestima” nuestra pobre sociedad,
pletórica de entes enfermos por parecer
y entendiendo que el mayor y más caro consumo demuestra un status que eleva su inseguridad, se lanzan pues a regalar como
prueba de potencia, por lo que rebelarse a ello parece natural a los que
conciente o intuitivamente se den cuenta de la jugada. Sin embargo, lo
combativo, ético y profundamente humano, hasta enlazar lo trascendente, es
–apartando excesos economicistas –no rechazar al niño (ni Dios, al que tenemos
dentro como lo mejor nuestro), abrir nuestro corazón al ángel luminoso de la
generosidad y aceptar con caridad completa esta sacra temporada.
La Navidad es Amor, pero también…
OTROS SIGNIFICADOS DE NAVIDAD
Roberto
López-Geissmann
La Natividad es una de
las más grandes celebraciones cristianas y sin lugar a dudas la más alegre. Su
mensaje más difundido es el del Amor, esencia del cristianismo e identificación
del mismo Dios. No es de extrañar que en este sentido sea aceptada, difundida y
festejada por todos los hombres de buena voluntad. Dejemos en estas reflexiones
toda estimación antropológica, toda crítica a la muy real comercialización y a
la sorda lucha por “robarse” el verdadero sentido navideño de parte de la
multitud de grinchs –de inconfesables
grupos nefastos.
Dando por sentado la lluvia de Paz y Amor,
de ternura infinita de la Madre Celestial ante su Divino Hijo, hablaremos hoy
de otros aspectos, menos meditados por lo general, que comprenden esta magna
fecha.
1. El
pesebre es una cátedra se ha dicho, y una
enseñanza indudable es mostrar que la suma perfección no estriba en la posesión
abundante de bienes, sino en la felicidad de rendir libremente nuestra vida
para servir los designios de Dios; el desprendimiento como convicción a
buscarse. No al egoísmo.
2. La celebración basa la
alegría en que ya tenemos nuestro Salvador.
Pues, como dijo Juan Pablo II, no puede haber una buena nueva mejor que la que
Dios ha aceptado al hombre como hijo suyo, a través de este Hijo suyo que se ha
convertido en hombre. Este misterio, de la Redención y la subsecuente
posibilidad de salvarnos –no lograda por todos,
pero sí por muchos –es el motivo
superior de alegría posible, pues, al decir de San Luis Magno: “al cumplirse la
plenitud de los tiempos… asumió la naturaleza del género humano para
reconciliarla con su creador”.
3. Es un canto a la vida, un
rechazo a la muerte; el triunfo de la extinción a través
de posibilitarnos la eternidad, inaccesible hasta ese entonces. Piense si no es
suficiente razón para celebrar y agradecerlo.
4. El regalo de Dios mueve
al hombre a dar a sus semejantes. El agradecimiento,
una de las más nobles fuerzas espirituales de los hijos de Dios, se mezcla con
la alegría, se suma a la generosidad y busca poblar de sonrisas, de alivio, de
unas gotas de felicidad festiva. Hermanando y gozando al dar a otros.
5. Pensar en la dureza del
camino y la inevitable Pasión que Nuestro Señor tuvo
que arrostrar. Desde antes de nacer, San José y Santa María encontraron
dificultades, superadas por las fuerzas espirituales, y luego el tremendo
Gólgota con que nos invita a cargar una cruz –no a cantar himnos y panderetas
–y predicar, en posibles desiertos rodeados de falsos profetas, siendo este un
mapa de la vida del hombre.
Nosotros tampoco podemos ir a la gruta de
Belén sin nuestro regalo. Y el mejor que le podemos ofrecer al Niño Dios es
el propósito de acercarnos más a él, cumpliendo sus mandamientos y luchando
contra el enemigo, el mentiroso, que es el mundo y la modernidad. Deseando a
todos mis lectores la mejor Navidad posible, con las bendiciones de Dios,
termino citando la oración Colecta,
que debe rezarse en la esta misa: Concedednos
compartir la vida divina de aquel que hoy se ha dignado compartir con el hombre
la condición humana.-
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