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Roberto López-Geissmann.

Aparte de mi familia y mis seres queridos, amo profundamente los paisajes, siendo para mi más valiosos que el oro –principalmente las vistas de lagos y montañas; la frescura, las cabañas de troncos; café, licorcito, pipa y un buen perro; la buena comida y los viajes. Así los libros, películas y el arte de la conversación.

Escribo novela y cuento; soy creativo. Estudié con los Maristas. He sido diplomático, asesor de seguridad, profesor universitario y periodista. Dos carreras universitarias. Me declaro en total orgullo y apoyo de la civilización occidental cristiana. Suelo estar por lo políticamente incorrecto, pero igual lo tradicional como sabiduría. Tengo la firme convicción de que la humanidad ha sido y está siendo atacada por ideas y personas malignas. Debemos protegernos.

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domingo, 6 de noviembre de 2016

MISTERIOS Y MANIPULACIONES DE HOLLYWOOD


   No me aboco acá a misterios políticos, conspirativos o de extrañas muertes. En el art. aparecido en El Diario de Hoy del 10 de abril de 2013 quise únicamente subrayar algunas observaciones en los films, a los que no encuentro explicación, sobre todo en los primeros, a no ser de tipo técnico. Seguro estoy que a varios nos interesaría tener respuestas a ello.

Curiosidades e Incoherencias
“MISTERIOS” DE HOLLYWOOD
                                                              Roberto López-Geissmann

   No  sólo provienen del “bosque sagrado” de la cinematografía sino de otros países y de la televisión. Comenzaré por cuestiones probablemente de fácil explicación para el medio. Luego abordaré un par de casos de mayor profundidad.
   Dense cuenta, si no lo han hecho, vea la siguiente “toma”: un automóvil se acerca a un objetivo dado… puede ser otro auto, un amigo enfrente de su casa, un tractor, lo que sea; ¿qué haría usted, lector, si es, digamos un policía que va con su pareja y tiene que estacionar al ver otra patrulla con dos colegas? ¿o bien el galán del cuento que, igualmente va a reunirse con su novia? Respuesta lógica: hacerlo lo más razonablemente cerca, dependiendo del espacio, de otros autos, de obstáculos u otras circunstancias, pero fíjese usted que siempre lo dejan mínimo a diez o quince metros del objetivo, aunque no se observe razón alguna para hacerlo; una vez que usted repare en lo dicho, “coqueará” y no hallará razón de tal proceder.

   Otro “misterio miserable” es el de la comida. En cinematografías no estadounidenses no se ve esto: van a comer (sean pareja, amigos o lo que sea) y han expresado que tienen hambre; se ve la comida servida, le dan un par de bocados y se levantan, dejando ostensiblemente la mayor parte del plato; claro que esto no ocurre cuando argumentalmente tiene que ver el acto de comer, pero si es casual se olvidan de toda lógica.
Dos cuestiones más serias
   Desde siempre el cine ha difundido esta idea, a través de escenarios tan distintos como un rancho, una oficina de redacción, una agencia publicitaria o cualquier lugar en que exista una relación de jefe-empleado, desde el blanco y negro hasta las últimas producciones se siguen escenas así: Después de airadas palabras entre el patrón y el empleado aquél le dice o grita: -¡estás despedido! –y (ojo, porque aquí viene lo bueno) el trabajador (normalmente el “tipo” o un personaje, hombre o mujer muy respetable en la trama), le sale al paso diciéndole: -Pues no te doy esa satisfacción ¡yo renuncio!... ¿Captan? El hombre o mujer buena, llevado por su emoción le entrega en bandeja de plata la renuncia al malvado, perdonándole o dejando de ejercer sus derechos por despido; lo interesante es que se hace sentir que eso es lo debido, lo correcto, lo que un valiente hace, incitando a que el que ha sufrido por un mal jefe sufra mas, olvide sus indemnizaciones y en un “rango de superioridad” olvide las bagatelas económicas y… renuncie.

   Cuando se da un matrimonio desigual económico y socialmente, se presenta como lo más normal que la “hembra” pobre se vaya con el “varón” rico a su palacio (si es posible), olvidado todo feminismo y problema alguno… pero si es al revés, se presenta como impensable e indigno que el hombre resida en la hermosa casa de la esposa (si lo hace se lo tilda de aprovechado, gigoló, vividor, etc.) y se requiere que esta se vaya a la cabaña o pequeño apto. de él, cuando la realidad dice que muchos hombres honestos han sido respetuosos del dinero de la esposa, acrecentándolo y sin la absurdidad de arrastrar a su cónyuge. Decídanse con lógica.

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