El 23 de
noviembre de 2011 publiqué en El Diario
de Hoy el siguiente artículo, que subo a este blog como notificación
ejemplar de amor y unión. El Gran Filósofo, polígrafo, humilde y erudito, Don
Matías –querido amigo –y Doña Inodinda, grande como persona y de corazón y
tenacidad iguales; distintos y responsables, amorosos hacia sus hijos. ¡Ambos
bendecidos!
Recuerdo ennoblecedor,
irradiante de amor familiar
HOMENAJE EJEMPLAR
Roberto López-Geissmann
“No ser cristiano es estar todavía en el paganismo primitivo
o
haberse apartado de la corriente de la revelación. En todo
caso,
no ser cristiano es la aberración de vivir fuera de la
historia”.
MATÍAS ROMERO.
Sábado 19 de
noviembre de 2011 a las 5:30 PM. en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe,
posteriormente en la Hacienda de los Miranda: horas y lugares en que se efectuó
el homenaje ejemplar en memoria de doña Inodinda de Romero, en el que, en
alas de la amistad, tuve el honor y profundo placer integral de participar,
invitado por ese gran filósofo y Señor de Señores, mi querido amigo el
licenciado Matías Romero.
Se
conmemoraba un año de que dejara este mundo aquella”ama de casa señorial”,
madre abnegada, mujer integral y esposa de nuestro amigo Matías. Muy poco se
estila en nuestros presionados tiempos tales tipos de homenaje a un recuerdo
amado, en el que, reunidos los cuatro hijos profesionales, en torno al consorte
viudo, la familia por todos los costados y algunos amigos escogidos, se reúnen
–no sólo para recordar con nostalgia sino para mucho más –en un agasajo
objetivamente merecido para una salvadoreña de imitable, ejemplar, conducta.
Porque aparte
de elevar al panteón de los antepasados,
como la gallarda nobleza romana, aparte de la sensibilidad familiar que
recuerda a la gran cocinera, señora “ultra cachera”, trabajadora y práctica, a
la educadora, a la protectora de familiares y hasta de extraños, a la viajera
incansable, en fin… Se trata de algo aún más excelso, de un regalo que, sobre
todo lo que se vaya a decir, es un foco
–o un vórtice –de amor cristiano.
El cónyuge,
con una honestidad tan alta y rara como su bonhomía e intelecto confiesa que su
hogar no hubiese gozado del tangible asidero de lo práctico –por lo que él
califica de “temperamento romántico propenso a las desviaciones de la
imaginación” –y que nosotros calificamos como sed extraordinaria de
trascendencia unido a una especial calidad de investigador, propia del extrañamiento como término técnico del
auténtico filósofo.
Como fuere,
esta pareja de reyes, con sus feudos que fueron la biblioteca y la cocina (como
confiesa nuestro amigo), viviendo casi 50 años de vida matrimonial, educando
hijos, viajando juntos y apoyándose son la
esencia misma del matrimonio. De esa poderosa levadura básica de la más
profunda cimentación social, y simiente de unos hijos que son ya, promesa
cumplida, desarrollo logrado, historia victoriosa y futuro linaje de orgullo.
No fácil de emular pero símbolo señero y como tal digno de observarse, en el
doble sentido de fijarse en ellos y de seguir su ruta. Esta es una forma de
hacer Patria, sirviendo a Dios y fortaleciendo a la sociedad: LA FAMILIA. Y el
insigne filósofo define precisamente las cuatro cualidades esenciales de la
misma: ser numerosa, unida, trabajadora y cristiana –como perfección centrada
en la adoración al creador. Gracias Matías e hijos por habernos dado una
reunión memorable en que la irradiación principal estuvo basada, más que en
recuerdos en vivencias, en calor humano…
en amor. Brillante fue además, que todo se acompañó de música de Pedro
Infante.
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