LA
REPÚBLICA VIVIRÁ MIENTRAS
VIVA EL
EJÉRCITO
Especial para
Arcisterio por Roberto López-Geissmann
Amigo lector, no me equivoqué en
el título de este artículo. Justamente en la foto adjunta se encuentra la frase
tal cual históricamente se ha presentado, pero este servidor considera que
filosóficamente, políticamente y justamente el correcto sentido debe ser tal
cual como a propósito escribí más arriba.
En una investigación que hice para
mi novela Ángeles con Espadas, uno de
mis compañeros de trabajo, del escritorio de enfrente en Relaciones Exteriores,
don Jorge Lardé y Larín, me proporcionó la siguiente información: la frase en
comento no salió del cacumen del General Manuel José Arce –incluso algunos
dicen que no la pronunció, lo que es más temerario afirmar –sino que proviene
de un cercano colaborador (Secretario –dc comunicaciones o algo así, dirían
ahora) de nombre José Quetglas. Como fuere, este detalle anecdótico no es
realmente tan importante, lo dijera el General Arce o fueran las palabras
originales producto de Don José; aparte de eso vamos al fondo.
La forma acostumbrada
de interpretar la frase ha sido entender que
la República es la defensora del Ejército porque, muerta esta, el Ejército no
sobrevivirá. O sea, la forma republicana –dice la frase –es coexistente y
simbiótica con el Ejército. Perdonen, ciudadanos, con todo el tiempo
transcurrido y las miles de veces que se haya pronunciado, pero realmente no es
muy feliz que digamos. Es inexacta por ilógica. Es retorcida. No es cierta.
El Ejército, un ejército
cualquiera es un conjunto organizado de hombres armados, dispuestos a hacer la
guerra, es decir, con capacidad combativa. En un Estado –moderno o no –es una
institución especializada que lleva a cabo las labores bélicas que el Estado le
demanda. Esto puede ocurrir en una Ciudad-Estado griega, en una Monarquía, en
una República o en una Tiranía.
Por lo que no es cierto que al
desaparecer una forma de gobierno desaparezca
su Ejército. La realidad indica que su desaparición, como realidad posible, no
está ligada a la forma, puede desaparecer por destrucción por otro Ejército
–incluyendo un proceso revolucionario -, por un recambio preciso y a veces
inadvertido por fuerzas subversivas enquistadas dentro de los andamiajes del
Poder, o incluso por decisión propia del Estado –cuando este ha sido erosionado
durante mucho tiempo, convenciendo a la población de la absoluta falta de
necesidad de contar con un Ejército.
Parte de este mecanismo participa
de malquistar, oponer en forma odiosa, a la población y a su “brazo armado”, lo
que logran haciendo que los militares se vuelvan brutales, irrespeten las leyes
y maltraten a la civilidad, sin que de por medo exista una revuelta armada de
ninguna clase, aunque recuerdo, citando al Lic. Camilo
Álvarez C.: “El uso de la fuerza, o de las armas, para la defensa de las
instituciones del Estado, no es exclusiva del militar, es también
responsabilidad del civil si precisa salvar la institucionalidad del Estado”.
****
Este escrito no tuviera lugar,
pues no sería sino una disquisición más o menos estéril, si no mediaran
circunstancias especiales que perfilan un clásico caso de claro peligro inminente (clear
and present danger) para la
nación, su población, para la República. No estamos en una encrucijada entre
decisiones a tomar, entre las que se encuentren algunas de gran peligro. La
situación es más grave. No hay salidas laterales, caminamos en un declive
evidente que va hacia un abismo que todos hemos visto, al que estamos seguros
que nos está conduciendo una fuerza que hasta el momento apenas sí se ha
aminorado y no se entrevé por ningún lado quién podrá detener el desastre
total, ya cercano.
El melodrama es un drama de
opereta, una ópera bufa o bufonada, algo que de hecho no es lo serio que
parece, una exageración o descripción chusca de la realidad –es eso y mucho más
–pero no vivimos sino lo que, a riesgo de parecer dramático se puede describir
exactamente como los albores de una tragedia. La más grande que nuestro
país ha experimentado, tan peligrosa en sus resultados como en el hecho que no
aparece la fórmula de salvar no sólo a la República, sino a la población misma,
a nuestra identidad como forma de ser. Esta perpetrándose un atentado contra la
misma naturaleza interna del Estado. Perdone quien no capte lo tiene que ver
esto en el contexto del escrito.
****
La forma correcta que
debiera asumir la frase es justamente al inverso, es
decir que La
República vivirá mientras viva el Ejército. Dado que, si bien la
forma de gobierno, República en este caso, es el continente y el Ejército el
contenido, siendo fundamental aquella y siendo este la herramienta viva,
orgánica y específica de la defensa de aquella, resulta claro que para que el
Estado Republicano pueda subsistir como tal no sólo debe, sino que tiene,
que contar con la total fidelidad de sus Fuerzas Armadas, caídas estas adiós
Estado. Puede entonces subsistir una aglomeración abigarrada, variopinta y
mezclada de hombres en armas, que no será ya la respetable formación, con un
glorioso pasado, que existía protegiendo a su pueblo y su República.
En contraste con su real carácter
he tenido oportunidad de ver un comercial en que “sin querer-queriendo” se
muestran dos sujetos en uniforme, bien plantados, armados y con piernas
abiertas, en una plataforma y mirador, sobre la playa… observando el mar, después
de decir que combaten a una amenaza invisible ¿esperarán una flota de barcos, a
Godzilla o a los “muertos vivientes? A continuación aparece en la parte trasera
de un transporte otro aguerrido miembro de las FFAA, mirando cautelosamente,
con un arma larga, como si esperara que una banda de feroces talibanes, o
fieras peligrosas fuera a atacarlo. Estas imágenes son una burla feroz a una
institución que todavía es muy querida y respetada para una gran cantidad de
salvadoreños.
La disolvencia virulenta de esta
amenaza, clara ya como dictadura y fácilmente detectable como próxima tiranía
no agota sus daños en la represión pura y dura, antes de arrasar con un
autogolpe trapero –pero bastante anunciado –para la ciudadanía, puesto que en
el proceso estaría ya, de hecho, con la transformación de un ejército
profesional en una banda de matones a sueldo,
dando con ello fin desde su propio interior al Ejército de la República.
Así que tenemos una serie
ininterrumpida de golpes, no sólo contra la constitucionalidad, sino contra la
institucionalidad, que evidencia hacer a un lado siglos de desarrollo
civilizacional, burlándose del concepto mismo del Derecho –que no entiende,
pero que ataca furibundamente – y que rodeado de hordas de incapaces e
ignorantes supinos, está de hecho conculcando poco a poco todas las libertades
civiles, zapando al mismo tiempo la relación del pueblo con un ejército que es
parte del mismo pero al que confunde y desprecia. Si no es ahora no será jamás,
no podrá serlo porque habrá en poco tiempo horadado –como lucifer, maestro de
la confusión y la mentira –la esencia misma del Estado Republicano, de su
Ejército, esclavizando a la población, siendo, como Venezuela, sólo rescatable
por intervención externa.
Sean mis palabras finales, el más puro llamado a DIOS-UNIÓN-LIBERTAD
|
FEDRO ES UNA OBRA DE PLATÓN |
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