Intelectuales de izquierda, economía e historia
Una vez más subo a este blog dos
pequeños ejemplos del incisivo y certero pensamiento de Vanesa Montacuto,
brillante intelectual argentina, de la que he destacado porciones de trabajos más
largos. Su fácil comprensión es un elemento atractivo agregado. Cuando “meto mi
cuchara” lo hago en color azul.
Sobre los intelectuales de izquierda
Saben venderse ante los pueblos por medio de sofismas,
exposición de verdades de Perogrullo, apelación a slogans que suenan muy bien
de tanto repetirse pero están absolutamente vacíos de contenido y sobre todo un
manejo audaz de la palabra, no siempre muy logrado pero lo suficientemente
hábil como para hacer parecer que son eruditos, “saben de todo” y se han ganado
con honores su sitial de analistas de la realidad política. Siempre
he dicho que
uno de estos, que tenga dos dedos de frente y que estudie duro podrá, en dos
añitos, hablar de cuatro o cinco disciplinas como si las dominara.
Disfrazan con palabrerío conceptos que no resistirían el menor análisis, ideas
reñidas con la lógica más elemental, aberrantes afirmaciones teóricas según
ellos ya aceptadas unánimemente por la ciencia, pero en realidad avaladas por
“estudiosos” de la misma tendencia que ellos y por lo mismo carentes de validez…
Simone de Beauvoir ha pasado, por ejemplo por una gran pensadora que buscaba
distanciarse “del pensamiento burgués”, pero solo era una promiscua que buscaba
hacer socialmente aceptable su tendencia a acostarse con hombres y con mujeres
más allá de los límites del matrimonio
Marx afectaba
ser un profundo conocedor del pasado de la humanidad, de la economía y de la
política siendo que únicamente buscaba referirse a esos temas, a los cuales
simplificaba vergonzosamente con el objeto de acabar con un mundo que a él,
dada su psiquis profundamente enferma, le chocaba. Su meta fue evitar trabajar
regularmente en la empresa de su padre, incorporarse al proceso productivo y en
cambio dedicarse a “meter ruido” en el mundo… la cultura universal no se merece
el ataque al que la someten quienes dicen actuar por su salud… Ellos quieren destruir: es la premisa del
odio. Quienes aman, desean construir. Eso es amor. Contra la lucha encarnizada hay que
levantar la solidaridad generosa. En el fondo, esta historia no es
complicada ni abstrusa: se trata de amar o de odiar. Y el amor, no lo olvidemos
nunca, tiene la última palabra.
Sobre la sobrevaloración de la economía, la historia y desconfiar de la
izquierda
El factor económico suele ser de gran importancia, pero
generalmente tiene menos peso del que los historiadores modernos suelen
asignarle. Los celos, el resentimiento, el escepticismo, la pedantería y el
orgullo, la concupiscencia, la sed de poder el puro odio y por qué no el amor,
el patriotismo y la ingenuidad son motores mucho más frecuentes en la conducta
humana de lo que estos científicos marxistas estarían dispuestos a admitir,
resultando esto paradójico, pues esos mismos científicos son juguetes de las
pasiones antes descritas. La impersonalidad y el carácter “científico”, objetivo y
frío, abundan a la conceptualización de “lo económico” como ineludible,
aprovechado por unos y otros.
Sin embargo, en nuestras escuelas y universidades al día
de hoy, ha triunfado la doctrina despersonalizadora de la historia, quedando en
segundo plano aquellos dos ingredientes que debería figurar en primer término:
los actores de los hechos y los hechos mismos. La corriente izquierdista de la
historia – últimamente para despistar se ha despegado del término “marxista”
pero lo sigue siendo – insiste en el sonsonete de la enseñanza de una “historia
conceptual” en vez de “factual”, como era en el pasado, pero olvida que para
llegar a formar un concepto antes se debe conocer los hechos y que es la
relación de tales acontecimientos entre sí la que ayuda a formar dichos
conceptos. Si al alumno se le hace partir de los últimos apenas repetirá
slogans de manual; jamás llegará a darse cuenta por si solo de lo ocurrido en
el período estudiado. Tampoco podrá, y éste ha de ser la verdadera razón por la
cual en las Universidades está prácticamente prohibido incursionar en el
análisis de los hechos y en el género biográfico, cotejar sucesos del pasado
con acontecimientos similares del presente detectando así la posibilidad de
repetición de los primeros en nuestros días. El control de la historia forma parte de
esta construcción.
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EL DISFRAZ SE LO TRAGAN PORQUE QUIEREN |
Toda vez que se ha ofrecido a la izquierda la posibilidad
de incorporarse al proceso democrático se erigen en peligrosos dictadores a
quienes nadie puede ya quitar del sitio al que se han encaramado mintiéndoles a
los pueblos, porque además amañan las elecciones. Por supuesto, olvidan
convenientemente todas las promesas hechas y los tratados firmados. Se trata
solo de estrategias para alcanzar la tan soñada cima. En pocas palabras, el
Mayor d`Aubuisson diría hoy acerca de la izquierda, lo mismo que sostuvo en los
años 80`.
No es extraña la conducta de los seguidores del marxismo,
quienes de cualquier cosa se valen para “hacer la revolución”. Lo raro es que
el resto del espectro político le siga creyendo y caiga en las mismas trampas
de siempre. En
este “resto” se comprende la derechita liberal light. Evidentemente,
hemos perdido el hábito de consultar a la Historia, a aquella historia del
acontecimiento y la biografía, no la que balbucea teorías sobre “la burguesía y
el proletariado” o se pierde en cifras de fluctuación del mercado de granos.
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