PENSADORES
Y ESCRITORES
ORIGINALES,
NO CONFORMISTAS
Antimarxistas
y Antisistema
HOY: JOSÉ
ANTONIO PRIMO DE RIVERA- DOS
Especial para Arcisterio de
Roberto
López-Geissmann
INTRODUCCIÓN
a la presentación periódica de estos personajes:
Seguimos presentando a pensadores, algunos no muy conocidos en el ambiente, que destacan por su insobornable honestidad y valentía en la exposición de ideas que se calificarían de políticamente incorrectas y que son verdaderas joyas culturales para una interpretación alternativa.
Discurso del Teatro de la Comedia, 29 de octubre de
1933:
“Cuando,
en marzo de 1762, un hombre nefasto, que se llamaba Juan Jacobo Rousseau,
publicó El contrato social, dejó de ser la verdad política una entidad
permanente. Antes, en otras épocas más profundas, los Estados, que eran
ejecutores de misiones históricas, tenían inscritas sobre sus frentes, y aún
sobre los astros, la justicia y
la verdad. Juan Jacobo Rousseau vino a decirnos que
la justicia y la verdad no eran categorías permanentes de razón, sino que eran,
en cada instante, decisiones de voluntad.[...]
Como el Estado liberal fue un servidor de esa doctrina, vino a constituirse no
ya en el ejecutor resuelto de los destinos patrios, sino en el espectador de
las luchas electorales. Para el Estado liberal, sólo era lo importante que en
las mesas de votación hubiera sentado un determinado número de señores; que las
elecciones empezaran a las ocho y acabaran a las cuatro; que no se rompieran
las urnas. Cuando el ser rotas es el más noble destino de todas las urnas.
Después, a respetar tranquilamente lo que de las urnas saliera, como si a él no
le importase nada”.
Carta a los militares de España:
“España puede
dejar de existir. Sencillamente: si por una adhesión a lo formulario del deber
permanecéis neutrales en el pugilato de estas horas, podréis encontraros de la
noche a la mañana con que lo sustantivo, lo permanente de España que servíais,
ha desaparecido. [...] Cuando lo permanente mismo peligra, ya no tenéis derecho
a ser neutrales. Entonces ha sonado la hora en que vuestras armas tienen que
entrar en juego para poner a salvo los valores fundamentales, sin los que es
vano simulacro la disciplina. Y siempre ha sido así: la última partida es
siempre la partida de las armas. A última hora —ha dicho Spengler—,
siempre ha sido un pelotón de soldados el que ha salvado la civilización”.
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