Como he anunciado, estaré subiendo unos
trabajitos de hace varias décadas, de tipo
poético-filosófico-impresionista-antropológico. En este caso presento una
alegoría de tipo “combate apocalíptico con la lucha de las posiciones
ontológicas (formas de ser) más enfrentadas posibles”.
Sugiero que lean primero la versión de
metáfora y símbolo. Abajo se encuentra mi posición al respecto, explicada por
completo; esta es por obligación de un contenido más profundo, ontológico y
difícil. Insto a leerlo todo. Alguno se agradará con la parte simbólica, otros
la filosófica, y otros… pues, quién sabe. Con la mejor voluntad…
FINALIS
París-1974
LOS
SIETE
Los siete entramos
al ancho corredor de piedra,
que nos conducirá
a la última puerta.
La que se abre al
valle de la batalla final.
Somos el último
grupo de gigantes en la civilización.
Ya no habrá más…
No todos
llegaremos al valle, no todos podremos hacerlo.
Nos habrá faltado
tiempo para realizarnos.
No lo tendremos
ya, no estaremos en la batalla final,
acaso no esté yo
mismo…
Gigantescos,
bañados de sudor,
los poderosos
pechos plenos de vitalidad,
trotamos
acompasadamente por el túnel.
ni una palabra,
sólo el sonido que producen
nuestros pies
desnudos en el granito.
El ritmo y la
gracia de nuestros movimientos
están siempre
presentes pese a nuestra corpulencia.
Demostrando así,
también exteriormente,
la riqueza armónica
integral que poseemos.
El rostro atezado
de mis compañeros se ilumina
con una sonrisa
resuelta y radiante, dulce y
fiera a la vez.
Avanzamos.
LOS CUATRO
ELEMENTOS
El calor se vuelve
insoportable.
Nos ciega, nos
enloquece, nos abraza…
Es el romanticismo.
Y es en el recodo
del calor donde quedará
derretido el
primer compañero.
El paraje es ahora
cada vez más frío.
Estremece los
miembros, paraliza el corazón…
Es el racionalismo.
Que petrifica a
otro de los nuestros que,
convertido en
témpano, queda…
Pasa ahora que las
paredes empiezan a derrumbarse
sistemáticamente a
nuestro paso. Hay que correr si
no queremos quedar
atrapados.
Es la permanencia conservadora.
Corremos
furiosamente, pero hay quien no puede,
le falta la
respiración, no se sostiene, cae…
Y las paredes y el
tiempo lo transforman
en tumba y pasado.
Hemos sido
víctimas del calor brutal,
del frío espantoso
y nos hemos sujetado a una
agotadora carrera
de velocidad y resistencia…
Pero ya no habrá
más obstáculos, estamos en la recta final.
Al fondo vemos con
claridad la puerta de nuestro destino.
De pronto
escuchamos una carcajada fanática,
uno de nuestros
mismos compañeros nos dice:
“¡No temáis! Los que murieron
no eran de veras
de los nuestros porque
ellos no pudieron
salir adelante.
esa es la prueba
única e irrefutable
de nuestra calidad
de campeones.
¡Ni un recuerdo
para los infelices!
Nosotros somos
auténticos, únicos y preparados,
¡Adelante!”. Es la
locura soberbia.
Con ojos
desorbitados, el desequilibrado avanza.
Ya estamos los cuatro
frente a la puerta.
Esta se abre en
par y ruge un viento huracanado,
que nos hace
retroceder.
Es necesario echar
mano de todas nuestras energías,
de todo el coraje,
para avanzar penosamente
contra el ímpetu
del huracán.
El loco no se
mueve ya, retrocede, se aleja.
Comienza a gemir,
nos alarga la mano desesperado.
Es arrastrado a
tropezones para, finalmente,
ser atrapado en el
remolino de demencia.
Desaparece con un
alarido.
Pero habemos tres
en el umbral.
LA LLANURA
Entramos al valle
Y desaparecen la
puerta y el túnel.
no hay retorno, no
hay salida,
sólo el triunfo o
la muerte.
Ante nuestros
ojos, una planicie pedregosa y resquebrajada
se extiende hasta
el infinito.
La aridez sólo se
ve interrumpida por parches cenagosos,
en los que el limo
y los detritus se confunden.
El espacio está
poblado de oscuras nubosidades
Que van del negro
al perla. La luz es mortecina.
Regularmente se
elevan columnillas de humos densos
y coloreados
gases. La atmósfera es
caldeada y
pestilente.
****
Sobre esta
planicie se agita, como un océano,
una serie de
monstruos degradantes, entes
originalmente negativos
que ya están degenerados.
Seres que aúllan o
atronan el aire con carcajadas malditas.
Se escuchan
sonidos sórdidos, llantos infrahumanos.
La imbecilidad
pretenciosa, todo lo que tiene
rabo, colmillos y
garras, que araña,
lo escamosos, lo
vil, lo repugnante,
y lo débil sin
disfraz, que es insoportable.
Cuerpos de
irradiación venenosa surcan el espacio,
cual
antiestrellas, oscureciéndolo.
Las blasfemias
arrecian, los chillidos y los denuestos
guturales de los
horribles, quienes se causan daño entre sí.
¡Son el excremento
del excremento!
Tenemos enfrente
la colina desde la que daremos batalla,
una suave
pendiente nos conduce a su cima. Ascendemos.
Allí todo es aire,
calor y luz.
Sobre nuestras
cabezas un trozo de cielo
del azul más
límpido.
Y sobre nuestros
cuerpos una brisa fresca y un sol radiante.
En lo alto nos
esperan los nuestros de todos los tiempos.
Somos los últimos
tres. Nunca ha estado todo el sentido
de la Historia y
de la Creación reunidos.
¡Hasta ahora!
No habiendo dos
iguales, tenemos en común las condiciones
que se comprenden
en una palabra: ¡Magníficos!
Hasta nosotros no
llegan los pujidos, el hedor y la maldad
de los putrefactos
de la ciénaga.
Nos acercamos, el
grupo de gigantes, puros, bellos, fuertes
¡Superiores!
Y entonamos un
resuelto canto de vida, pasión, guerra y
sentimientos
excelsos que los otros no entienden.
Nos aprestamos
resueltamente a la lucha
contra los fétidos
repugnantes.
Nuestros músculos
se tensan, los pechos se expanden.
Nos sonreímos con
alegría fiera.
La emoción deja su
lágrima. El soberbio grupo está ya presto,
temblando,
erectos, ¡Terribles! ¡Es el momento!
¡La confrontación
final ha llegado!
DESDE ENFRENTE Y
ARRIBA
Una música
formidable, indescriptible atruena de nuestro lado,
una alucinante se
escucha ente los infraseres.
Nuestra luz se
opaca pero el valle se ilumina un poco.
Desaparece nuestro
trozo de cielo pero surgen unas nubes blancas.
Olemos lo
nauseabundo, la temperatura aumenta y vemos…
A la infernal
corte de los milagros avanzar,
patizambos,
mutilados, envidiosos, les acompañan vientos negros.
Chocan la música
contra el ruido. Se encuentran las concepciones.
Son dos formas de vida distintas, diferentes,
otros seres.
Sus orígenes
comunes, si los tuvieron, se pierden en
lo ignoto de la
creación.
El enfrentamiento
será físico y metafísico.
Es el sentido de
Poder del universo el que chocará ahora.
Los remolinos de
viento, el choque de sonidos,
las reptantes
formas de los infras,
el fango, la
nubosidad, los semidioses… todo…
se pierde en unos
instantes de luz y de silencio.
Luz, luz intensa…
fuerza… más luz.
Una calma, una
sensación acuosa, una música maravillosa…
es un vals… y entre
celestiales brumas percibimos,
con una final
sensación de asco… a los heces.
Luego un
gigantesco y cegador resplandor rojo fuego y…
Desparecemos para siempre, nosotros, los colosos
deshechos por la fuerza del cosmos que, con todo,
no estaba de nuestro lado.
¡DIOS ERA EL DIABLO!
¡LA HUMANIDAD GANÓ!
****
COMENTARIO EXPLICATIVO SOBRE FINALIS
Es el punto más
serio precisamente el detenerse en las líneas finales de Finalis: Dios era el diablo. La humanidad ganó. No
presenté la "explicación" a propósito. El equívoco final se explica
así:
Siempre me ha dado un poco de comezón
el heroísmo en un sentido. Aquí voy... el héroe se supone que no
espera ganar, eso lo entiendo perfectamente, que se sacrifica por los demás,
por una causa, por su fe en Dios -lo que gana el martirio o la santidad -y
siendo un valiente enfrentamiento contra el mal es digno de emulación.
Pero veo un truco. Si lo admirable en el heroísmo es que no
importa lo grande de las fuerzas a que se enfrente o incluso a sabiendas que no
podrá ganar, sus convicciones y esa voluntad férrea son grandiosas,
pero... si pensamos con puro materialismo (acabó con su vida, lo más
preciado, entregó lo mejor que tenía…) pero resulta que El Héroe (santo,
católico o no) normalmente se apoya en una creencia trascendente, en la
seguridad de un SER superior. Así pues, en la lucha del bien contra el mal su
imaginario, su fe, su más fiel creencia -paraíso, valhalla, olimpo, etc. -siempre
sabe que el bien es más poderoso y que al final dominará.
Si es así está convencido que pase lo que pase, combatiendo
por Dios, aunque muera, vivirá para siempre en medio de la mayor de las
felicidades, esta vida es un paso, un bache, que si persevera tendrá una segura
RECOMPENSA. Un contrato firmado del que sabe que no hay falsedad y que si el
cumple todo estará ganado.
Por eso es que en la batalla apocalíptica final, aunque
sepamos que el demonio se enseñoreará por un tiempo de este mundo, luego
nuestro venerado Señor Jesucristo -infinitamente más poderoso -lo derrotará sin
esfuerzo, conduciendo a sus buenos fieles a gozar del Paraíso. Bueno, así es
más fácil, el que ríe al último ríe mejor. Ten fe y el triunfo está hecho. Dios
no falla sus promesas. Es mal negocio irse con el triunfador de sólo breve
tiempo. El derrotado diablo será lanzado para siempre a los infiernos... y
colorín colorado...
****
Es inquietante al menos. Es como si enfrentarse al
liberalismo triunfante, el comunismo internacional, el nuevo orden mundial... o
al simple presidente de un país cualquiera (por cierto que acá cada vez más se
vota por el "seguro" ganador para "no desperdiciar el
voto". No sería sino la jugada más inteligente dado que sabemos que en el
fondo ganaremos, aunque "ganemos perdiendo" ya que consideramos que
la historia universal está por abajo de la Meta-historia, que arriba de aquella
existe lo trascendente y dentro de ello la divinidad a la que nos
adscribimos es superior, es más, es realmente la única -aunque no entendamos
bien ese "juego" de lucha de manos que se nos presenta como un
misterio más sin explicación posible.
Sé que muy pocos reflexionan sobre lo anterior. Es la última
línea de defensa. Siento que al aferrarse a una fe y un amor es una bella,
estética y valiosa forma de ser humano en su mejor acepción. Con Dios todo lo
puedo... ya que El todo lo puede, y yo con El ya gané. En el fondo, repito, es
actuar con el futuro ganador... Si los héroes de la última batalla (de hecho de
cualquier batalla) tienen seguro, de una u otra manera el gane hay algo que no
termina de parecerme. Por eso Finalis y su final sorprendente y difícil de
captar muy bien.
****
¿Y si no fuera tan así? Si cosmologicamente observado
pudiera darse otro escenario. Antes que me declaren anatema, perverso, hereje,
arropado por mil insultos, desmayos y ataques, déjenme explicarme... Supongamos
que nuestro Dios de Amor, su divino hijo con todas sus enseñanzas, el Espíritu
Santo y la Virgen Bendita son lo que son y no vacilamos ni cambiamos nuestra
adoración, seguimiento, oraciones, etc. pero... ¿y si su oponente fuera más
poderoso de lo que pensamos -que esa fuera la única, y espantosa diferencia de
la historia -y por tanto, a la hora de la batalla final, lucifer venciera a
nuestro querido y venerado Dios de Amor?
Que por razones fuera de nuestra comprensión, el cosmos no
estuviera de nuestra parte y una especie de deidad perversa, como un Demiurgo,
un Ser nutrido de lo bajo, material, del odio, la muerte y la fealdad... y que
por tanto determine nuestra extinción completa, la desaparición física, espiritual
y total del universo. En sorteo integral de toda recompensa, logrando la
materialización del Gran Todo y erradicando del mismo toda emanación que no
fuese la materia espesa, "limpiando" la espiritualidad del Señor y,
claro está, la nuestra... esto arroja una dimensión diferente a la interacción
de la criatura humana, de varias naturalezas.
****
Si esto fuere así ¿Cuántos valientes no hubieran dado lo que
dieron, ante la inseguridad de que, al final, tal vez no encontrasen la
recompensa y su Señor no resultare siendo el indiscutible ganador que habían
supuesto? Sin duda que algunos, otros tozudamente hubieran actuado igual, pero
el punto es ¿si aceptamos la premisa de inseguridad del gane? ¿cuál debe ser
nuestra actitud, nuestra convicción, nuestro accionar? Y aquí está el
centro de todo. Juzguen ustedes como quieran, expresaré en las siguientes
líneas lo que yo creo.
Y no es otra cosa que mantenerte en lo que has creído,
sentido y querido: mi Dios, mi Cristo, mi Virgen, mis Santos y sus respectivas
veneraciones. Eso me conforma. Eso me define. Es la esencia de lo que soy. Mi
alma y mi espíritu son hechos así y lucharé por ellos hasta el final, con todas
mis fuerzas, pase lo que pase. No es una desesperación y menos un fanatismo. Es
el rasgo más lúcido con que el Espíritu Santo me ha señalado, el regalo de amor
más auténtico. Sin eso no es interesante preservarse en un universo de
migraciones bestiales y alucinaciones luciferinas, una nueva tierra
completamente dominada por el engaño, lo bajo y lo material, sin el elemento
más puro de nuestro SER, el espíritu. Luego pues, por consiguiente: Yo haré mi
esfuerzo total no importando si estoy del lado de los perdedores o de los
ganadores. No considero blasfemia este pensar porque estoy con mi Señor hasta
el final, pues, ¿cómo podría no estarlo si está también dentro de mí? si tengo
muestras de la especial relación que nos une, si considero este último y más
elevado concepto del heroísmo como el ser fiel a sí mismo -y ello
conlleva mi ser espiritual, mi gota divina -sin importar la correlación de
fuerzas contrarias que me rodeen. Soy lo que soy y no reniego por cálculos de
triunfalidades. Es un imperativo de mi conciencia, y más allá de lo más íntimo
y esencial de mi Yo el que me lleva a combatir, aunque a veces sólo me enteré
yo, aunque a veces no me entienda nadie, pero sigo mi autenticidad sin
detenerme.
****
ACEPTO QUE LOS CONTRARIOS NO FUERON "PINTADOS" MUY CRISTIANAMENTE
QUE SE DIGA, AUNQUE LO QUE HE QUERIDO REPRESENTAR NO ES REALMENTE A TODA LA
HUMANIDAD SINO A SUS PEORES REPRESENTANTES -JUSTAMENTE LOS
"GANADORES" DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS, ES DECIR, UNA HUMANIDAD
DEGENERADA, PERDIDA (SU PARTE IRREDENTA Y CONDENADA, NO TODOS) PERO AL DECIR
"LA HUMANIDAD GANÓ" ESTOY SIGNIFICANDO ESE HUMANISMO PERNICIOSO,
MATERIALISTA, QUE NO DEJA ESPACIO PARA EL SER ESPIRITUAL. A PESAR DE
LAS EXPLICACIONES, LA ORTODOXIA COMPLETA NO SE SOSTIENE BIEN, NO PUEDO MENOS
QUE ACEPTAR ESTO.
EL GIRO MÁS
DELICADO RESIDE EN EL "CON DIOS AUNQUE PIERDA", PORQUE ALLÍ DEJO LO ESPECÍFICAMENTE
CATÓLICO Y, AUNQUE TE JURO QUE NO PRETENDO TRANSGREDIR CREENCIAS SI SIENTO QUE
ES IMPORTANTE EL ASPECTO DE LUCHAR SIN LA ESPERANZA DE UNA RECOMPENSA,
NO POR ESO SINO POR UN
IMPERATIVO COMPLETO DE TU NATURALEZA INTERNA, LO QUE LLEVA A UBICAR A LA
DIVINIDAD DENTRO DE TI, HABLANDO Y COMUNICÁNDOSE POR LA ESENCIA QUE TIENES, QUE
ES ESPÍRITU. ES DECIR, HACES LO QUE TIENES QUE HACER, ENFRENTAR,
ACTUAR, PORQUE QUIERES CONSERVARTE FIEL A TU MÁS PROFUNDO YO, Y ESO
NECESARIAMENTE ES COMPARTIR ESA ESENCIALIDAD CON EL CREADOR, CON TODOS SUS
VALORES, MEJOR EXPRESADOS POR EL CATOLICISMO SIN DUDA. PERO SIENTO QUE
GUARDAR NUESTRO YO DIVINO ES
EL IMPERATIVO MÁS FUERTE Y ESENCIALMENTE AUTÉNTICO DE NUESTRA ÉTICA Y NUESTRA
ONTOLOGÍA.
Habiendo asumido
mi propia entidad habré entonces cumplido mi deber y mi destino. ¡Sea!