POLVO DE ESTRELLAS y VELA LUNA
Prosa
poética elaborada hace décadas, en su mayoría en otros países. Comparto estos pecados
de juventud porque Álvaro Menen Desleal me dijo que eran buenos. En este caso
fue en París.
POLVO DE ESTRELLAS
La gran ciudad se baña al atardecer
en el humo de sus chimeneas.
Se cubre de gris cenizo.
Se cubre de no respiro, transpiro.
Se cubre de voy a descansar.
Sufro y maldiciones.
Se cubre de humo,
transpiro y maldigo.
¡La gran ciudad se cubre de maldiciones!
En lo alto,
pendiendo de un hilo de seda invisible
está una inmensa rodaja de mandarina dulce.
Hasta el horizonte se extiende un velo
de terciopelo morado cuajado de agujeritos
por los que se escapa la luz del otro lado.
Las estrellas son agujeros en el velo de la noche.
La arenilla reluciente
que se filtra suavemente hasta la tierra
es el polvo de estrellas, que huele a violeta
y a talco de niño.
A su contacto una nota, una lágrima y un beso.
Más, ¿Qué puede el pétalo de una rosa
contra la sonrisa canalla de un ebrio?
¿Qué es un mechón de querubín
contra el veneno de una cobra?
¿O la elegancia de un cisne
contra el retozar de un cerdo?
El torrente bendito no traspasa
la barrera de maldiciones.
¡Las grandes ciudades no se bañan
Con el polvo de estrellas!
Pero la fuerza tras el velo morado
puede también enviar rayos.
Y cuando quede ceniza sobre ceniza
No habrá barreras, y entonces
nos regocijaremos del polvo de las estrellas.
VELA
LUNA
¿Nunca has visto barcos en las estrellas?
Al duende de la noche se le ocurrió este día
zarpar en el velero de luna pintada…
bogar por los luceros, dejando cual estela
montones de estrellitas de colores alegres
que flotan en cadena de luz intermitente,
como si se tratara de navidad del cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario