Uno de los poemas más largos de épocas
muy pasadas. Reacción juvenil, algo cruel, violenta a veces, pero siempre
sincera al caer en la cuenta de la discriminación constante, injusta y odiosa
que lo bajo siempre está ejerciendo contra lo mejor. Esa actitud les hace daño
porque al atacar y procurar sacar del juego a los mejores no se dan cuenta que
los primeros a que están haciendo daño es a ellos mismos. El realmente mejor no
busca su destrucción, sino por el contrario ayudarlos a superarse.
No entienden que el mito espeluznante de la Igualdad es una idea-fuerza
que impide o dificulta el desarrollo, la justicia y el bienestar de los
pueblos. Siguiendo esa quimera, no admitiendo a nadie mejor –como Luzbel con el
Creador –se adscriben a una rebeldía extrema que los perjudica sin mejorarlos.
Diferente es la masa engañada que los malvados
‘MIEDO
Paso a
los señores –dice con sorna un mendigo,
un mongoloide
nos silba socarronamente
y un
desdentado de sonrisa imbécil nos grita:
¡Libertad!
No
importa cómo es que tenemos lo nuestro,
Si no
mendigamos… pecado.
Si
nuestra estética confirma y no sólo recuerda
al
grupo humano… pecado.
Un
seboso estudiante nos apostrofa
con
defectuosa pronunciación, pero
ante
una tranquila mirada nuestra
enmudece
y mira a otro lado.
Más un
compañero, legañoso esqueleto
de
ensortijada cabellera,
ladra
fanáticamente en contra nuestra.
Nada se
nos puede aplicar, quizás a otros…
El
acaso lo sabe, pero no le importa,
nos
odia más a nosotros.
Los
verdaderos culpables son un poco como él.
¡Nosotros
sí somos diferentes!
Dejamos
a los temblorosos y vemos a los intelectuales.
Al
principio no sabemos que disfraz visten
¿Serán
revolucionarios snobs jugando de espantapájaros?
¿Burgueses
trasnochados? ¿O arribistas mal vestidos?
¿O bien
simples cretinos de mal gusto que refugian
en
santas cóleras, sus vulgares apetitos?
Revolución
es una palabra que dice mucho sin aclarar nada,
pero
ninguna equivocación habrá en afirmar que esta gente
No es
una cosa: intelectual.
Cacarean
una exigencia y se les responde
con una
carcajada, porque es más caritativo,
en todo caso, que llorar de pena… o de
lástima.
Pero
¿quién dijo al fin que hay que ser siempre caritativo?
¡Lo
abyecto está subiendo!
Y ante
la vista de todo el mundo quien,
no sólo
se cruza de brazos, sino que,
alucinado
por un falseadísimo sentido de justicia
y
buenos sentimientos, le ayuda en su ascensión.
Pero la
mayoría no está en el foso
ni es
abyecta ni mucho menos.
Sencillamente
ha dado media vuelta
y
marcha, a distintas velocidades,
hacia
la perdición degenerante.
Unos
cuantos somos contra corriente más
¿Quién
impulsa a la masa?
se
quiera hacer pensar que es ella misma…
se le
quiere atribuir ya una maldición
Que aún
no se ha realizado.
Son
ellos.
La
minoría degradada que siempre ha existido
en
nuestro género… Son ellos quienes azuzan
a la
quinta columna personal que reside
en los
bajos fondos de cada uno…
La
falta de aprobación social ya no les detiene.
¡Quieren
el Poder!
Por
medio del uso dialéctico de la caridad como base,
han
remontado un largo y sinuoso camino
que los
transportó sin cambiarlos, pues el hecho es
que han
logrado que el resto vuelva la vista…
la
perspectiva ya no es la cima sino la
sima.
Es la
oveja negra que marcha al final del rebaño,
que ha
logrado no sólo hacer girar en redondo
la
dirección de este, sino
¡Que la
grey inmole a sus pastores!
Pero no
son ovejas las que defienden de los lobos,
una vez
sin pastor ¿quién lo hará?
¿Qué se
esconde bajo la piel de la oveja negra?
****
¿Qué hacer?
Con
estas reflexiones parece ya todo perdido.
Toda
razón será insuficiente, la perfidia ha fructificado.
¡Vámonos!
¡Esto ya ha terminado!
****
¡Un
momento amigos míos!
antes
que decidáis algo, emitiré mi opinión
contra
la tesis de que es la perfidia
en un
sentido cerebral y científico,
aunque
unido a una astucia maligna aliada
del
lento y constante falseamiento de la realidad,
voy a
enarbolar una posición existencial muy diferente.
Y es
que si bien la perfidia existe,
no es
la causa efectiva de nuestro problema.
Enfocado
como está, quien sea
antirracionalista
ciego, es ya víctima de ella.
¡La
causas del ascenso de los Infras
no es otro que el Miedo!
****
Sí amigos
¡EL MIEDO!
Pero no
ese terror paralizante
que participa
de la repugnancia,
ni
aquel otro que produce explosiones reactivas
que bien
quisieran los Infras evitar
por resultarles
molestas y perjudiciales…
Sino el
que siente sin darse cuenta el ciudadano,
el
mediocre corriente, la generalidad, la mayoría.
El miedo
a disentir, el miedo a perder una fe
a la
que ni siquiera se le atribuye ese nombre;
el
miedo a que el materialismo histórico no sea, al fin,
la
bendita y esperada liberación de la humanidad;
el
miedo apenas intuido, a ser menos de
lo que se
le ha enseñado que es;
el
miedo a cuestionarse, a tener el deber de pensar;
el
miedo, al fin, a rezagarse en una supuesta marcha
en la que
se supone todo mundo participa,
y en
consecuencia el miedo al ridículo,
a la
soledad y a la desesperanza…
Por
otra parte, no hay jamás que confundir
a la
masa medrosa y engañada, con los Infras.
Estos
no son ni animales, no son de este mundo.
Aquellos
son parte de nuestra raza.
No
podemos, en consecuencia, abandonar
a estos
desgraciados miembros de la familia humana.
Si
nosotros somos lo mejor y más representativo
es entonces
nuestra razón misma de ser
la ayuda
y la potenciación de nuestros hermanos.
Aclarado
lo anterior, resolvamos no abandonarles,
Y si es
por el miedo que el enemigo logra lo suyo
No será
cuestión entonces de sólo hablarles.
¡No, ni
a ellos ni a nuestros hermanos!
Ya dijo
Goethe:
“quien
quiera amedrentar al diablo
Tiene que
gritar mucho”.
¡Yo no
me retiro! ¿Y ustedes?